EL CAMINO A LA PAZ DE DIOS

Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.
Filipenses 4:9 (RVR60)

El apóstol Pablo concluye una de las secciones más preciosas de las Escrituras sobre la paz con una exhortación práctica y poderosa. Filipenses 4:9 no es una promesa etérea o un sentimiento abstracto; es un mandato con una consecuencia garantizada. Observa la estructura del versículo: comienza con un llamado a la acción basado en un modelo tangible y culmina con la promesa de una presencia divina específica: "el Dios de paz estará con vosotros".

Pablo no les pide a los filipenses que hagan algo que él mismo no ha vivido. Con autoridad moral, les señala su propia vida como patrón. Las cuatro palabras que utiliza —"aprendisteis", "recibisteis", "oísteis", "visteis"— pintan un cuadro completo de discipulado. "Aprendisteis" habla de instrucción formal; "recibisteis" se refiere a las tradiciones y doctrinas apostólicas que les fueron transmitidas; "oísteis" abarca las enseñanzas verbales; y "visteis" es el testimonio visible de una vida modelada. Pablo estaba diciendo: "Vuestra fe no se basa en filosofías huecas, sino en una verdad encarnada que habéis presenciado en mí".

La aplicación es directa: "esto haced". La paz de Dios no se encuentra en la pasividad, sino en la obediencia activa. No es el resultado de una contemplación mística aislada, sino de poner en práctica la verdad que hemos recibido. Es aquí donde muchos creyentes tropiezan. Anhelamos la paz de Dios, pero ignoramos el camino hacia ella. Queremos la calma en la tormenta, pero no estamos dispuestos a anclar nuestra vida en la obediencia a Su Palabra y al ejemplo de Sus siervos fieles.

La promesa final es gloriosa: "y el Dios de paz estará con vosotros". Notemos que no es solo "la paz de Dios" (como en el versículo 7), sino "el Dios de paz". La diferencia es profunda. La paz puede ser un don, un estado, pero Dios es una Persona. La promesa no es solo un sentimiento de tranquilidad, sino la presencia misma del Autor de la paz. Donde Él está, la paz reina. Esta presencia es la esencia de todo lo que anhelamos: consuelo, fuerza, guía y seguridad eterna.

¿Qué significa esto para nosotros hoy?

Primero, debemos tener un modelo a seguir. Pablo podía apuntar a su propia vida. Nosotros debemos mirar a Cristo, el modelo perfecto, y a aquellos siervos fieles que siguen Sus pisadas. La vida cristiana no es una invención solitaria; es una imitación de aquellos que imitan a Cristo (1 Corintios 11:1).

Segundo, la verdad debe ser integral. Lo que hemos aprendido (doctrina), recibido (las Escrituras), oído (enseñanza) y visto (testimonio vivido) debe converger en una vida coherente. La disonancia entre lo que creemos y cómo vivimos es el mayor obstáculo para experimentar la paz de Dios.

Tercero, la obediencia es el conducto de la paz. Cuando alineamos nuestras acciones con la Palabra de Dios, abrimos la compuerta para que el río de Su paz fluya en nuestra vida. La desobediencia, por el contrario, represa este flujo y nos deja en sequedad espiritual y angustia.

Finalmente, el resultado es relacional. No recibimos un mero estado de ánimo, recibimos a una Persona. El Dios de paz mismo toma residencia en nuestra vida cotidiana, transformando nuestro caos en orden, nuestro miedo en confianza y nuestra ansiedad en una quietud que sobrepasa todo entendimiento.

Hoy, examina tu vida. ¿Estás poniendo en práctica lo que has aprendido de la Palabra de Dios? ¿Estás siguiendo modelos piadosos? La paz que anhelas no es un misterio inalcanzable. Es la consecuencia segura de una vida vivida en obediencia amorosa al Dios de toda paz.

Oración

Señor Dios de paz, te damos gracias por tu Palabra que nos guía con claridad. Reconozco que a menudo busco tu paz lejos del camino de la obediencia. Perdóname por la negligencia en poner por práctica lo que he aprendido de Ti.

Ayúdame a no ser solo un oidor, sino un hacedor de tu Palabra. Dame la gracia para modelar mi vida según el ejemplo de tu Hijo Jesucristo y de tus siervos fieles. Que cada área de mi vida esté alineada con tu voluntad.

Te ruego que, mientras busco obedecerte de todo corazón, tu presencia misma more conmigo. Sé Tú mi paz en medio de las tormentas, mi calma en la confusión y mi descanso en el cansancio. Que mi vida se convierta en un testimonio vivo de que el Dios de paz está verdaderamente con aquellos que caminan en Sus caminos. En el nombre de Jesús, Amén.

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