SOMOS

En el vasto universo de estrellas y galaxias, en este pequeño rincón llamado Tierra, nos encontramos nosotros, seres humanos, preguntándonos, ¿Qué somos? Somos un susurro en el viento, una gota en el océano, una chispa en la inmensidad del cosmos. Somos el sueño de un poeta, la melodía de un músico, la pincelada de un pintor. Somos la risa de un niño, el llanto de un anciano, el amor de una madre.

¿Qué somos? Somos la esperanza en medio de la desesperación, la luz en la oscuridad, la calma en la tormenta. Somos la belleza en la fealdad, la verdad en la mentira, la vida en la muerte. Somos el pasado, el presente y el futuro. Somos la historia de nuestros antepasados, la realidad de nuestro presente, la promesa de nuestro futuro.

¿Qué somos? Somos la pregunta y la respuesta, el problema y la solución, el inicio y el fin. Somos la poesía en prosa, la prosa en poesía. Somos la contradicción y la coherencia, la complejidad y la simplicidad, la certeza y la duda.

¿Qué somos? Somos todo y nada, somos infinitos y finitos, somos eternos y efímeros. Somos, simplemente, somos. Y en ese ser, en ese existir, encontramos nuestra esencia, nuestra identidad, nuestro propósito. En la pregunta "¿Qué somos?" encontramos la respuesta: Somos.

EL PROPÓSITO DE JESÚS EN LA TIERRA

El versículo Lucas 19:10 dice: "Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido". 

Este versículo es una declaración impactante del propósito de la venida de Jesús a la tierra.

El contexto de Lucas 19:10 es crucial para comprender plenamente su significado. Jesús estaba hablando con Zaqueo, un recaudador de impuestos despreciado por la sociedad de la época. A pesar de la percepción negativa que otros tenían de Zaqueo, Jesús lo vio de manera diferente. Jesús vio a Zaqueo como alguien valioso, alguien a quien valía la pena salvar. Esta actitud de Jesús hacia Zaqueo es un reflejo del corazón de Dios para con toda la humanidad.
El versículo comienza con la frase "Porque el Hijo del Hombre vino". Esta declaración se refiere a la encarnación de Jesús, su venida a la tierra en forma humana. La encarnación es un concepto central en la fe cristiana, ya que representa el amor de Dios manifestado en la persona de Jesucristo. El propósito de esta venida, según el versículo, es "buscar y salvar lo que se había perdido". Aquí, Jesús revela su misión divina: buscar y salvar a los perdidos.

La palabra "buscar" en este contexto es significativa. Implica una búsqueda activa y persistente. Jesús no espera pasivamente a que las personas se acerquen a él, sino que él mismo sale en busca de aquellos que necesitan su amor y redención. Esta búsqueda es un recordatorio del amor incondicional de Dios por la humanidad. A menudo, nos sentimos perdidos, solos o sin esperanza, pero Jesús nos busca y nos invita a acercarnos a él.

La palabra "salvar" también es fundamental en este versículo. Jesús no solo busca a los perdidos, sino que también ofrece salvación. La salvación que Jesús ofrece va más allá de las circunstancias temporales; es una salvación eterna que restaura la relación rota entre Dios y el ser humano. Es un acto de redención que libera a los que estaban perdidos del pecado y les ofrece una nueva vida en comunión con Dios.

Al reflexionar sobre Lucas 19:10, es importante reconocer que todos somos, en cierto sentido, los "perdidos" a los que Jesús vino a buscar y salvar. Aunque nuestras circunstancias individuales pueden variar, todos compartimos la experiencia de la separación espiritual de Dios debido al pecado. Sin embargo, la buena noticia es que Jesús vino a ofrecer una solución a esta situación. Su búsqueda y su salvación son un regalo disponible para todos los que lo reciben con fe.

La aplicación personal de este versículo es profunda y transformadora. Nos recuerda que no importa cuán perdidos nos sintamos, Jesús está activamente comprometido en buscarnos y ofrecernos la salvación. Nos anima a acercarnos a Jesús con confianza, sabiendo que su amor y su gracia son suficientes para restaurarnos.

También nos desafía a compartir este mensaje de esperanza con otros, reconociendo que todos necesitan la búsqueda y la salvación de Jesús.
En respuesta a esta revelación del amor de Dios, podemos orar con gratitud y compromiso.

Oración 

Dios amado, gracias por enviar a tu Hijo, Jesucristo, para buscar y salvar a los que estábamos perdidos. Reconocemos que, sin tu intervención, estaríamos separados de ti para siempre. Gracias por tu amor incondicional que nos busca activamente en medio de nuestra perdición. Ayúdanos a aceptar tu salvación con humildad y a vivir de acuerdo con tu voluntad. Permítenos ser instrumentos de tu amor y gracia, compartiendo la buena noticia de Jesús con aquellos que necesitan escucharla. Que nuestras vidas reflejen la transformación que viene de encontrarte y experimentar tu salvación. En el nombre de Jesús, amén.

JESUCRISTO COMO SALVADOR Y MEDIADOR

El versículo Hebreos 7:25 dice: "Por lo tanto, puede salvar completamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive siempre para interceder por ellos". 

Esta poderosa declaración nos revela una verdad transformadora sobre el papel de Jesucristo como nuestro Salvador y Mediador. 

El versículo comienza con la afirmación "Por lo tanto", lo que indica que lo que sigue está estrechamente relacionado con lo que se ha mencionado anteriormente en el pasaje. Antes de este versículo, el autor de Hebreos ha estado hablando sobre la superioridad del sacerdocio de Jesucristo en comparación con el sacerdocio levítico. Jesucristo, nuestro sumo sacerdote, es presentado como aquel que es capaz de salvar completamente a aquellos que se acercan a Dios a través de él. Esta salvación es completa, abarcando todos los aspectos de nuestras vidas: espiritual, emocional, física y eterna.

La afirmación de que Jesucristo "puede salvar completamente" es una fuente de esperanza y consuelo para los creyentes. En un mundo lleno de incertidumbre y aflicción, es reconfortante saber que tenemos un Salvador que es capaz de llevarnos a través de cualquier circunstancia. No importa cuán desesperada sea nuestra situación, Jesucristo tiene el poder y la disposición de salvarnos. Esta verdad nos invita a depositar nuestra confianza en él y a acercarnos a Dios con la certeza de que seremos recibidos y salvados.

La frase "a los que por medio de él se acercan a Dios" resalta el papel mediador de Jesucristo. Él es el puente entre la humanidad caída y un Dios santo. A través de su sacrificio en la cruz, Jesucristo ha eliminado la barrera del pecado que nos separaba de Dios, permitiéndonos acercarnos a él con libertad y confianza. No importa cuán lejos nos hayamos alejado de Dios, en Jesucristo encontramos el camino de regreso a su presencia. Él nos invita a acercarnos a Dios, sabiendo que tenemos un mediador que intercede por nosotros de manera constante.

La afirmación "porque vive siempre para interceder por ellos" revela la naturaleza continua y efectiva del ministerio de intercesión de Jesucristo. A diferencia de los sacerdotes levíticos, cuyo ministerio estaba limitado por la mortalidad y la necesidad de ofrecer repetidamente sacrificios por los pecados, Jesucristo vive eternamente y ejerce un sacerdocio perpetuo. Su intercesión a nuestro favor no tiene fin, y su eficacia no disminuye con el tiempo. Jesucristo está constantemente presentando nuestras necesidades delante de Dios, asegurando que seamos sostenidos, fortalecidos y restaurados en nuestra relación con el Padre.

El versículo concluye con una oración para Dios: "Por tanto, vive siempre para interceder por ellos." Esta oración es una afirmación de la realidad continua de la intercesión de Jesucristo. Nos invita a alabar a Dios por la fidelidad y el amor demostrados a través de la intercesión de su Hijo. Al reconocer la obra perseverante de Jesucristo en nuestro favor, nuestra adoración se intensifica y nuestra gratitud se desborda. Esta oración nos recuerda que tenemos un Salvador que no solo nos salvó en el pasado, sino que continúa intercediendo por nosotros en el presente, asegurando nuestra firmeza en la fe y nuestra comunión con Dios.

En respuesta a la verdad revelada en Hebreos 7:25, podemos acercarnos a Dios en oración, sabiendo que tenemos un Salvador que vive para interceder por nosotros. Podemos presentar nuestras necesidades, preocupaciones y anhelos delante de Dios, confiando en que Jesucristo está intercediendo por nosotros con compasión y poder. 

Oración 

Dios todopoderoso, te alabamos por la verdad revelada en Hebreos 7:25, que nos recuerda que Jesucristo vive siempre para interceder por nosotros.

Te agradecemos por el regalo incomparable de tener un Salvador que no solo nos salva completamente, sino que también intercede incesantemente a nuestro favor. Que podamos acercarnos a ti con confianza, sabiendo que en Jesucristo encontramos el camino hacia tu presencia. Que nuestra vida de oración refleje la confianza en la intercesión continua de nuestro Sumo Sacerdote, y que nuestra adoración sea una respuesta a su fidelidad eterna. En el nombre de Jesús oramos, amén.

EL MISTERIO DE CRISTO EN NOSOTROS

"A estos Dios se propuso dar a conocer cuál es la gloriosa riqueza de este misterio entre las naciones, que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria. A este Cristo proclamamos, aconsejando y enseñando con toda sabiduría a todas las personas, para presentarlas completamente maduras en su unión con Cristo”. Colosenses 1:27-28.

Querido hermano o hermana en Cristo,
En Colosenses 1:27-28, el apóstol Pablo nos revela un profundo misterio que Dios ha querido dar a conocer a través de nosotros, los creyentes. Este misterio es nada menos que Cristo en nosotros, la esperanza de gloria. Es un recordatorio poderoso de que nuestra relación con Dios no se basa en rituales externos o prácticas religiosas, sino en la presencia viva y transformadora de Cristo en nuestras vidas.

El hecho de que Cristo habite en nosotros es algo asombroso y maravilloso. No solo somos llamados a creer en Él, sino que también se nos ha dado el privilegio de ser portadores de su presencia. Esto significa que en cada circunstancia, en cada desafío y en cada alegría, podemos confiar en que Cristo está con nosotros, dándonos esperanza y fortaleza.
Como creyentes, tenemos la responsabilidad de compartir este misterio con los demás. Pablo nos anima a anunciar a Cristo, amonestar y enseñar con sabiduría a todas las personas para presentarlas perfectas en Él. Nuestra misión es proclamar la buena noticia del evangelio y ayudar a otros a descubrir el gozo y la esperanza que se encuentra en una relación personal con Jesús.

En este día, te animo a reflexionar sobre el misterio de Cristo en ti. Permítele que su presencia transforme cada área de tu vida y te llene de esperanza y confianza. Reconoce el privilegio que tienes de compartir este misterio con otros y busca oportunidades para hablar de Cristo y su amor redentor.

Oración

Querido Dios, gracias por el misterio de Cristo en nosotros, la esperanza de gloria. Ayúdanos a vivir en la plenitud de esta verdad y a compartirlo con aquellos que nos rodean. Capacítanos para anunciar a Cristo, amonestar y enseñar con sabiduría, para que podamos presentar a otros perfectos en Él. En el nombre de Jesús, amén.

REDIMIDOS POR LA PRECIOSA SANGRE DE CRISTO

"Como bien saben, ustedes fueron rescatados de la vida absurda que heredaron de sus antepasados. El precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto". 1 Pedro 1:18-19.

En el libro de 1 Pedro, el apóstol nos presenta una poderosa verdad acerca de nuestra redención en Cristo Jesús. En los versículos 18 y 19 del capítulo 1, Pedro nos recuerda el precio que se pagó por nuestra salvación y cómo esto nos llama a vivir una vida santa y consagrada a Dios. 

Aquí, Pedro nos recuerda que antes de conocer a Cristo, estábamos atrapados en una vida vacía y sin propósito. Nuestro pecado nos había alejado de Dios y nos había llevado por caminos de vanidad y destrucción. Sin embargo, la buena noticia es que no fuimos rescatados con cosas corruptibles, sino con algo mucho más valioso: la preciosa sangre de Cristo.

La sangre de Jesús es el precio que se pagó por nuestra redención. En el versículo 19, Pedro continúa diciendo: "sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto". Jesús, el Cordero de Dios, ofreció su vida sin mancha ni contaminación en la cruz del Calvario para liberarnos del poder del pecado y la muerte. Su sangre derramada es el único medio por el cual podemos ser purificados y reconciliados con Dios.

Este acto de amor y sacrificio nos llama a vivir una vida santa y consagrada. Pedro nos exhorta en el versículo 15 a ser santos en toda nuestra manera de vivir, porque aquel que nos llamó es santo. Nuestra respuesta a la redención de Cristo debe ser una vida que refleje su carácter y su amor. Debemos renunciar a nuestra manera de vivir pasada y abrazar una nueva identidad en Cristo, viviendo en obediencia y pureza.

La verdad de nuestra redención en Cristo es asombrosa y transformadora. Fuimos comprados a un alto precio, la sangre preciosa de Jesús. Esta realidad debe impactar cada aspecto de nuestras vidas, recordándonos la importancia de vivir de acuerdo a la voluntad de Dios y en obediencia a su Palabra.

Oracíón

Padre celestial, te damos gracias por la redención que tenemos en Cristo Jesús. Gracias por el precio que se pagó en la cruz para liberarnos del pecado y restaurar nuestra relación contigo. Ayúdanos a vivir en la plenitud de esta redención, renunciando a nuestra manera de vivir pasada y abrazando una vida santa y consagrada a ti. Capacítanos para vivir de acuerdo a tu voluntad y en obediencia a tu Palabra. Que nuestra vida sea un reflejo de tu amor y gracia. En el precioso nombre de Jesús, amén.

LA SOBERANÍA DE DIOS

En el versículo Romanos 14:11, encontramos la poderosa declaración: "Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor, ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios". 

Este versículo nos invita a reflexionar sobre la soberanía de Dios y el reconocimiento universal de su autoridad. 

La carta a los Romanos, escrita por el apóstol Pablo, es una de las epístolas más profundas y teológicamente ricas del Nuevo Testamento. En ella, Pablo aborda una variedad de temas, incluyendo la justificación por la fe, la ley y la gracia, la vida en el Espíritu, y la relación entre los judíos y los gentiles en la iglesia primitiva. El capítulo 14 se centra en las disputas entre los creyentes en relación con las diferencias de opiniones y prácticas en asuntos no esenciales de la fe.
En el versículo 11, Pablo cita una profecía del Antiguo Testamento, específicamente Isaías 45:23, para subrayar la universalidad de la soberanía de Dios. Esta declaración resuena con un tono de certeza y autoridad, afirmando que llegará un momento en el que toda rodilla se doble y toda lengua confiese a Dios. Esta imagen evoca una escena de reverencia y sumisión universal ante el Señor.

A primera vista, este versículo puede parecer intimidante o incluso amenazante, especialmente para aquellos que no están familiarizados con el contexto bíblico o que tienen una comprensión limitada de la naturaleza de Dios. Sin embargo, al profundizar en su significado, descubrimos que esta declaración es, en última instancia, una manifestación del amor y la gracia de Dios.

La idea de que "ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios" nos recuerda que, en última instancia, Dios restaurará su autoridad y justicia en todo el universo. Esta es una promesa de esperanza y redención, no solo para los creyentes, sino para toda la creación. La soberanía de Dios no es un concepto abstracto, sino una realidad que tiene implicaciones profundas en nuestras vidas cotidianas.

Para comprender plenamente el significado de esta afirmación, es importante considerar su contexto dentro de la narrativa más amplia de la Biblia. Desde el principio, la Escritura nos presenta a un Dios soberano y amoroso que creó el mundo y todo lo que hay en él. A lo largo de la historia humana, vemos cómo Dios ha estado trabajando para restaurar la relación rota entre la humanidad y él mismo.

La confesión y la sumisión ante Dios no solo son actos de reconocimiento de su autoridad, sino también expresiones de adoración y gratitud por su amor y gracia inmerecidos. En el Nuevo Testamento, encontramos que la confesión de Jesucristo como Señor es fundamental para la salvación y la vida cristiana. En Filipenses 2:10-11, se nos dice que "en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre".

Esta conexión entre la confesión de Jesucristo como Señor y la exaltación de Dios Padre resalta la centralidad de Cristo en la revelación de la soberanía divina. En Jesucristo, vemos la plenitud del amor y la justicia de Dios manifestados de una manera tangible y accesible para la humanidad. Su vida, muerte y resurrección son el fundamento de nuestra fe y la base sobre la cual podemos acercarnos a Dios con confianza y esperanza.

Al reflexionar sobre Romanos 14:11, también debemos considerar su aplicación práctica en nuestras vidas diarias. Reconocer la soberanía de Dios implica someternos a su voluntad y buscar su dirección en todas las áreas de nuestra vida. 

Oración 

Dios misericordioso y soberano, ante ti nos inclinamos con humildad y reverencia, reconociendo tu autoridad sobre todas las cosas. Que nuestras vidas reflejen la confesión de que tú eres el Señor, y que nuestras acciones y palabras sean una manifestación de tu amor y gracia en el mundo. Amén.

Aclaración

Este Blog no tiene fines de lucro, ni propósitos comerciales, el único interés es compartir los gustos y las preferencias de su autor, con personas afines. Julio Carreto. Predicador