"Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre."
1 Juan 2:23 (RVR60)
En un mundo donde las verdades espirituales son cuestionadas y relativizadas, el apóstol Juan nos presenta una declaración clara y contundente: nuestra relación con Dios Padre está intrínsecamente ligada a nuestra confesión de Jesucristo como Hijo de Dios. Este versículo no solo establece una verdad doctrinal fundamental, sino que también nos invita a examinar nuestra fe y nuestra lealtad al Evangelio.
1. La Negación del Hijo: Una Separación del Padre
Juan comienza advirtiendo sobre un grave error: "Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre". En el contexto de su época, algunos falsos maestros (como los gnósticos) distorsionaban la naturaleza de Cristo, negando su divinidad o humanidad. Hoy, aunque las herejías toman formas distintas, el peligro sigue siendo el mismo: cuando se minimiza o rechaza a Jesús como el Hijo eterno de Dios, se corta la conexión con el Padre.
Negar al Hijo no solo es rechazar su nombre, sino también su obra redentora, su señorío y su identidad como "el camino, la verdad y la vida" (Juan 14:6).
Sin el Hijo, no hay acceso al Padre (Juan 14:7; Efesios 2:18).
2. La Confesión del Hijo: La Puerta a una Relación Verdadera
En contraste, Juan declara: "El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre". La palabra "confesar" (gr. homologéō) implica un acuerdo pleno, público y valiente con la verdad revelada. No es un mero reconocimiento intelectual, sino una adhesión de corazón que transforma la vida.
Confesar a Jesús es proclamar que Él es "el Cristo, el Hijo del Dios viviente" (Mateo 16:16).
Tener al Padre significa disfrutar de comunión íntima con Él, recibir su amor y ser guiados por su Espíritu (Romanos 8:15-16).
3. La Unidad Indisoluble del Padre y el Hijo
Este versículo refleja la enseñanza bíblica de la Trinidad: el Padre y el Hijo son distintos en persona, pero uno en esencia (Juan 10:30). No podemos amar a Dios mientras ignoramos a Jesús, ni honrar a Jesús sin honrar al Padre que lo envió (Juan 5:23).
Ejemplo práctico: Así como no podemos tener luz sin el sol, no podemos tener al Padre sin el Hijo.
4. Implicaciones para Nuestra Fe
Integridad doctrinal: Debemos sostener la verdad bíblica sobre Cristo frente a las corrientes que lo distorsionan.
Evangelismo: Quienes no conocen a Jesús, no conocen al Padre (Juan 8:19). Nuestra misión es señalarlos a Él.
Seguridad espiritual: Confesar a Jesús es la evidencia de que pertenecemos a Dios (Romanos 10:9-10).
Conclusión:
1 Juan 2:23 es un faro en medio de la confusión religiosa. Nos recuerda que la fe cristiana no es una filosofía abstracta, sino una relación viva con el Padre a través de Cristo. Hoy, ¿estás confesando a Jesús con tu boca y tu vida?
Oración
Padre celestial, gracias porque, al confesar a tu Hijo Jesucristo como mi Salvador y Señor, tengo el privilegio de ser llamado tu hijo/a. Reafirmo hoy que Jesús es el camino, la verdad y la vida. Ayúdame a nunca negarlo, sino a proclamarlo con valentía en mi palabras y acciones. Que mi vida sea un testimonio fiel de tu amor. En el nombre de Jesús, amén.
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