"Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor."
— 1 Corintios 1:9 (RVR60)
Introducción: Un Fundamento Inquebrantable
En un mundo donde las promesas humanas suelen fallar y las relaciones se fracturan con facilidad, el apóstol Pablo nos recuerda una verdad eterna: Dios es fiel. Esta breve pero poderosa declaración en 1 Corintios 1:9 no solo revela el carácter inmutable de Dios, sino que también nos señala el propósito supremo de nuestro llamado: la comunión con Cristo.
Este versículo es un faro de esperanza para todo creyente, especialmente en tiempos de duda, aflicción o soledad. Nos asegura que Aquel que nos llamó no nos abandonará, porque Su fidelidad no depende de nuestra perfección, sino de Su naturaleza santa y amorosa.
1. La Fidelidad de Dios: Su Naturaleza Inalterable
La frase "Fiel es Dios" es una afirmación absoluta. No dice "Dios es fiel a veces" o "Dios es fiel si nosotros somos fieles". Su fidelidad es intrínseca, como declara 2 Timoteo 2:13: "Si fuéremos infieles, Él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo".
En las promesas: Dios cumple lo que dice (Números 23:19).
En las pruebas: No permitirá que seamos tentados más de lo que podemos soportar (1 Corintios 10:13).
En la salvación: Quien comenzó la buena obra en nosotros, la perfeccionará (Filipenses 1:6).
La fidelidad de Dios es nuestro ancla cuando las tormentas de la vida azotan.
2. El Llamado Divino: Un Propósito Eterno
Pablo enfatiza que fuimos "llamados" por Dios. Este llamado no es casualidad ni obra humana, sino una elección divina (Juan 15:16).
Un llamado soberano: Dios nos eligió antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4).
Un llamado eficaz: No depende de nuestra voluntad, sino de la gracia de Dios (Romanos 9:16).
Un llamado santo: No para vivir en pecado, sino para ser santos (1 Tesalonicenses 4:7).
Este llamado es irrevocable (Romanos 11:29), lo que significa que, aunque flaqueemos, Dios no retira Su invitación a ser Sus hijos.
3. La Comunión con Cristo: La Esencia de la Vida Cristiana
El fin último de nuestro llamado es la "comunión con su Hijo Jesucristo". No se trata solo de creer en Jesús, sino de vivir en íntima relación con Él.
Comunión en la Palabra: Él es el Pan de Vida (Juan 6:35).
Comunión en la oración: Él intercede por nosotros (Romanos 8:34).
Comunión en el sufrimiento: Participamos de Sus padecimientos (Filipenses 3:10).
Esta comunión transforma nuestra vida, porque mientras más cerca estamos de Cristo, más reflejamos Su gloria (2 Corintios 3:18).
Aplicación Práctica: Confiar, Obedecer y Gozarse
Confía en Su fidelidad: Aunque no entiendas tus circunstancias, Él no te fallará.
Vive conforme a tu llamado: Honra a Dios con una vida que refleje Su gracia.
Profundiza tu comunión con Cristo: Busca Su presencia diariamente, no solo en lo espiritual, sino en lo cotidiano.
Conclusión: Un Dios Digno de Toda Confianza
1 Corintios 1:9 es un recordatorio de que nuestra salvación, santificación y seguridad descansan en la fidelidad de Dios, no en la nuestra. Él nos ha unido a Cristo, y nada ni nadie nos separará de Su amor (Romanos 8:38-39).
Oración
Padre celestial, gracias porque eres fiel en todo momento. Reconocemos que sin Ti, nada podemos hacer, pero en comunión contigo hallamos vida verdadera. Fortalécenos para caminar cada día en el llamado que nos has dado, confiando en que Tu fidelidad nos sostendrá hasta el fin. Ayúdanos a buscar más de Jesús, a amarle y a reflejar Su amor en este mundo. En el nombre de Tu Hijo amado, Jesucristo, amén.
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