Juan 3:5 (RVR60):
"Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios."
Introducción: Un Encuentro Nocturno con la Verdad
El capítulo 3 del Evangelio de Juan nos presenta a Nicodemo, un fariseo y líder religioso que, movido por la curiosidad y el anhelo espiritual, se acerca a Jesús de noche. Su pregunta tácita refleja el deseo humano de entender el reino de Dios. Sin embargo, Jesús no ofrece una explicación teórica, sino una verdad transformadora: "Es necesario nacer de nuevo" (Juan 3:3). Ante la confusión de Nicodemo, el Señor profundiza: "El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" (v. 5).
1. El Significado de "Nacer de Agua y del Espíritu"
Este versículo ha sido objeto de diversas interpretaciones, pero en su contexto bíblico, apunta a dos realidades espirituales inseparables:
"Nacer de agua": Muchos ven aquí una referencia al bautismo, no como mero ritual, sino como símbolo de purificación y arrepentimiento (cf. Ezequiel 36:25-27; Hechos 2:38). El agua representa la limpieza del pecado y la muerte al viejo hombre (Romanos 6:4).
"Nacer del Espíritu": Es la obra sobrenatural del Espíritu Santo en el corazón del creyente (Tito 3:5). Sin Su acción regeneradora, nadie puede ver el reino de Dios (Juan 1:12-13).
Jesús enfatiza que no se trata de un renacimiento físico, sino espiritual (v. 6). Es un milagro divino que cambia nuestra naturaleza y nos hace nuevas criaturas (2 Corintios 5:17).
2. La Necesidad del Nuevo Nacimiento
La declaración de Jesús es radical: "No puede entrar en el reino de Dios". No hay excepciones. Ni la moralidad, ni la religión, ni los esfuerzos humanos son suficientes. El pecado nos separa de Dios (Romanos 3:23), y solo mediante el nuevo nacimiento somos adoptados en Su familia (Gálatas 4:4-7).
Es un acto de gracia: No lo merecemos, pero Dios, en Su amor, nos ofrece vida (Efesios 2:8-9).
Es una experiencia personal: Nicodemo conocía la ley, pero no conocía a Dios. Jesús le invita a una relación viva con Él.
3. El Resultado: Una Vida Transformada
Nacer del Espíritu no es solo un evento, sino el inicio de un caminar en obediencia y comunión con Dios. Implica:
Santificación progresiva (1 Pedro 1:15-16).
Frutio del Espíritu (Gálatas 5:22-23).
Seguridad eterna (Juan 10:28-29).
Aplicación Práctica
¿Has experimentado este nuevo nacimiento? No se trata de religión, sino de rendirte a Cristo, arrepentirte de tus pecados y recibir Su vida en ti. Si ya lo has hecho, recuerda:
Vive en gratitud, recordando lo que Dios ha hecho en ti.
Busca la llenura del Espíritu cada día (Efesios 5:18).
Oración
Padre celestial, gracias por revelarnos la verdad de Tu Palabra. Reconozco que, sin el nuevo nacimiento, estoy perdido. Hoy clamo a Ti: Lávame con el agua de Tu Palabra y lléname de Tu Espíritu. Transforma mi corazón, renueva mi mente y guíame en Tus caminos. Que mi vida sea un testimonio de Tu gracia y poder. En el nombre de Jesús, amén.
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