"Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él y repréndelo. Si te escucha, has ganado a tu hermano".
1. Ve a solas con la persona
El primer paso es acercarse a la persona en privado. Esto crea un ambiente seguro y confidencial para abordar el problema. Evita confrontar a alguien en público o a través de las redes sociales, ya que esto podría avergonzarlo y dificultar la resolución.
Reprender significa hablar con alguien sobre su pecado de una manera amable pero directa. No se trata de atacar o juzgar, sino de ayudarlo a reconocer su error y arrepentirse. Explica cómo sus acciones te han afectado y por qué crees que son pecaminosas.
3. Si te escucha, has ganado a tu hermano
Si la persona reconoce su pecado y está dispuesta a cambiar, has logrado el objetivo de la confrontación. Has restaurado la relación y has ayudado a tu hermano a crecer en santidad.
Si la persona no escucha, Jesús nos da instrucciones adicionales en los versículos siguientes:
Lleva a uno o dos testigos para que escuchen (v. 16).
Si aún no escucha, informa a la iglesia (v. 17).
Si la iglesia tampoco lo escucha, trátalo como a un gentil o recaudador de impuestos (v. 17).
Estos pasos adicionales están diseñados para ayudar a la persona a darse cuenta de la gravedad de su pecado y a buscar la reconciliación.
Aplicación
Confrontar el pecado es difícil, pero es esencial para mantener relaciones saludables y vivir en armonía con Dios. Cuando alguien te ofende, sigue estos pasos de Mateo 18:15:
Ve a solas con la persona.
Repréndela amable pero directamente.
Escucha su respuesta.
Si se arrepiente, has ganado a tu hermano.
Si no se arrepiente, sigue los pasos adicionales que Jesús nos da.
Recuerda, el objetivo de la confrontación no es castigar, sino restaurar. Al abordar el pecado con amor y humildad, podemos ayudar a otros a crecer y fortalecer nuestras relaciones.
Oración
Padre celestial,
Gracias por enseñarnos la importancia de confrontar el pecado y restaurar las relaciones. Ayúdanos a tener el valor de acercarnos a otros en privado y hablarles de sus errores con amor y respeto. Danos sabiduría para saber cuándo llevar testigos o informar a la iglesia.
Que podamos ser instrumentos de reconciliación, ayudando a otros a darse cuenta de sus pecados y a buscar tu perdón. Que podamos vivir en armonía unos con otros y contigo, nuestro Padre celestial.
En el nombre de Jesús, amén.