La Confianza de Ser Oídos: Una Vida de Oración Eficaz

1 Juan 5:15 (RVR60)
"Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho."

El apóstol Juan, conocido como "el discípulo amado", escribe esta epístola hacia el final de su vida, con una profundidad espiritual forjada por décadas de caminar con Cristo. En este versículo, nos regala una verdad transformadora que puede redefinir completamente nuestra vida de oración. No se trata simplemente de un consuelo piadoso, sino de una declaración audaz y llena de autoridad sobre la relación que podemos tener con nuestro Padre Celestial.

La oración es, para muchos, un misterio. A veces, nuestras peticiones parecen rebotar en el techo, y la sensación de ser escuchados se desvanece. En medio de esta lucha, Juan nos presenta dos "saberes" fundamentales, dos certezas que actúan como anclas para el alma: Saber que Él nos oye y, como consecuencia, saber que tenemos lo que le hemos pedido.

La Primera Certeza: "Sabemos que Él nos oye"

El primer y más fundamental conocimiento no es que recibiremos, sino que somos escuchados. El Dios Todopoderoso, el Creador del universo, inclina Su oído hacia nosotros. Esto es asombroso. No estamos hablando con el vacío, ni lanzando palabras al aire. Nuestras peticiones, nuestros susurros, nuestros gemidos más profundos, son captados por el oído atento del Padre.

Este "saber" es lo que disipa la duda y la desesperación. Incluso antes de ver la respuesta, podemos tener la seguridad absoluta de que hemos sido escuchados. ¿Por qué? Porque nuestra audiencia ante Dios no se basa en nuestra perfección, nuestro elocuencia o nuestro mérito, sino en la obra de Jesucristo. Es a través de Él que tenemos "libertad y entrada con confianza" al trono de la gracia (Efesios 3:12). Cuando oramos en el nombre de Jesús, el Padre nos recibe como recibe a Su propio Hijo.

La Condición Implícita: "En Cualquiera Cosa que Pidamos"

Juan no es ingenuo. A lo largo de esta misma epístola, ha establecido el contexto para una oración efectiva. "En cualquiera cosa que pidamos" no es un cheque en blanco para nuestros caprichos egoístas. El contexto inmediato (versículo 14) aclara: "si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye". La oración que es escuchada con certeza es aquella alineada con la voluntad de Dios.

Esto transforma el propósito de la oración. No se trata de persuadir a Dios para que haga nuestra voluntad, sino de alinearnos con la Suya. Es un proceso de sometimiento, de búsqueda de Su corazón. Cuando oramos "Hágase tu voluntad", como Jesús nos enseñó, estamos invitando a Dios a moldear nuestros deseos para que reflejen los Suyos. Preguntémonos: ¿Estoy pidiendo para gratificar mis pasiones (Santiago 4:3) o estoy pidiendo que el Reino de Dios avance y Su nombre sea glorificado en mi vida?

La Segunda Certeza: "Sabemos que Tenemos las Peticiones"

Aquí reside la fe audaz. Juan no dice "esperamos tener" o "quizás tendremos". Él declara que, en el momento mismo de orar con esta confianza alineada, ya poseemos lo que hemos pedido. Es una posesión en el ámbito espiritual, una realidad garantizada que se manifestará en el tiempo y la manera perfectos de Dios.

Es como cuando un padre le promete un regalo a su hijo para su cumpleaños. Desde el momento de la promesa, el niño puede decir con confianza: "Es mío", aunque no lo tenga físicamente en sus manos hasta el día señalado. De la misma manera, cuando Dios nos da Su seguridad en el corazón, podemos descansar en que la respuesta está en camino, incluso si nuestros ojos físicos aún no la ven. Esto es lo opuesto a la ansiedad; es el reposo del corazón en la fidelidad de Dios.

Viviendo en esta Confianza

¿Cómo se ve una vida fundada en esta verdad? Es una vida de oración caracterizada por la paz en lugar del pánico, por la acción de gracias incluso antes de ver la respuesta. Dejamos de orar con desesperación y comenzamos a orar con expectación. Nuestra oración se convierte en una colaboración con Dios, donde presentamos nuestras necesidades y Él, en Su sabiduría infinita, responde de la manera que más glorifica Su nombre y que, en última instancia, es para nuestro bien supremo (Romanos 8:28).

Hoy, trae tus cargas, tus sueños, tus luchas y tus peticiones delante de Él. Acércate con la confianza de un hijo amado, sabiendo que Su oído está inclinado hacia ti. Busca Su voluntad en Su Palabra, pide con fe y luego descansa, sabiendo que si Él te ha oído, la respuesta más perfecta ya está asegurada.

Oración

Padre Celestial, te damos gracias porque, a través de Jesús, tenemos el increíble privilegio de acercarnos a Tu trono de gracia con confianza. Perdónanos por las veces que hemos orado con duda, tratando la oración como un ritual vacío en lugar de una conversación íntima contigo.

Ayúdanos a comprender, en lo más profundo de nuestro ser, la verdad transformadora de que Tú nos escuchas. Enséñanos a orar conforme a Tu voluntad, a alinear nuestros deseos con los Tuos. Que Tu Espíritu Santo guíe nuestras peticiones y moldee nuestro corazón.

Hoy, depositamos en Tus manos [menciona aquí tus peticiones específicas]. Confiamos en que nos has oído. Por fe, te damos gracias porque ya tenemos la petición, y descansamos en Tu tiempo perfecto y en Tu manera perfecta de responder. Fortalece nuestra fe para vivir en la certeza de Tu amor y Tu fidelidad. En el nombre poderoso de Jesús, Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aclaración

Este Blog no tiene fines de lucro, ni propósitos comerciales, el único interés es compartir los gustos y las preferencias de su autor, con personas afines. Julio Carreto. Predicador