LA SOBERANÍA UNIVERSAL DE Cris6to

Romanos 14:11 (RVR60)
"Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios."

Introducción: Un Anuncio Ineludible
El apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, aborda un conflicto comunitario entre cristianos "fuertes" y "débiles" en la fe, principalmente sobre cuestiones de dieta y días sagrados. En medio de esta instrucción práctica sobre la convivencia y la mutua aceptación, él inserta una verdad teológica de proporciones cósmicas. El versículo 11 no es solo un consejo piadoso; es un anuncio solemne, una cita combinada de Isaías 49:18 y 45:23 que declara una realidad futura e ineludible. Nos recuerda que, más allá de nuestras disputas y diferencias temporales, existe un horizonte final donde solo una cosa importa: el reconocimiento universal de la soberanía de Dios.

I. La Fuente de la Declaración: "Vivo yo, dice el Señor"
La declaración comienza con la fórmula más autoritativa posible: "Vivo yo, dice el Señor". No es la opinión de Pablo, ni una sugerencia para considerar. Es un juramento divino. Dios apela a Su propia vida eterna e inmutable como garantía de esta verdad. En un mundo donde las promesas humanas se quiebran y las certezas se desvanecen, esta palabra se sostiene sobre el carácter del Dios que no puede mentir y cuya existencia es la base de toda la realidad. Nos habla de un testigo fiel, un juez incorruptible y un rey cuyo reinado no tiene fin. Este recordatorio nos humilla y nos asegura al mismo tiempo: nuestras vidas no están sujetas al caos, sino a la palabra del que Vive por siempre.

II. El Acto de Sumisión: "Ante mí se doblará toda rodilla"
La imagen de doblar la rodilla es universalmente comprendida como un acto de sumisión, reverencia y homenaje. El texto declara que este acto no será opcional ni estará limitado a un grupo selecto. "Toda rodilla" se doblará. Esto incluye a los creyentes y a los ateos, a los santos y a los pecadores, a los ángeles y a los demonios, a los vivos y a los muertos. No habrá excepciones.

Para el creyente, esta es una verdad gozosa. Nosotros practicamos doblar nuestras rodillas ahora, en oración, en adoración, en momentos de necesidad. Nuestra sumisión, aunque a veces sea titubeante, es un anticipo de aquel día cuando será perfecta, espontánea y llena de alegría. Será la consumación de una relación que ya disfrutamos.

Para el incrédulo, esta es la más solemne de las advertencias. La rodilla que se rehúsa a doblarse hoy en fe y arrepentimiento, se doblará entonces en forced reconocimiento y terror ante el Juez de toda la tierra. La soberanía de Dios no es negociable. Podemos reconocerla voluntariamente hoy y recibir gracia, o ser forzados a reconocerla mañana y enfrentar la justicia.

III. El Acto de Confesión: "Y toda lengua confesará a Dios"
Así como no hay rodilla exenta, no hay lengua excluida. El acto interno de sumisión (la rodilla) se expresa en el acto externo de confesión (la lengua). Toda lengua, sin excepción, proclamará la verdad suprema de que Jesús es el Señor, para la gloria de Dios Padre (Filipenses 2:10-11).

Para aquellos que en vida han confesado a Cristo como Salvador, este será el momento culminante de su fe. Será la confesión final y perfecta, uniéndose al coro universal en una sinfonía de alabanza eterna. Será la respuesta natural a verle cara a cara.

Para aquellos que lo negaron, ridiculizaron o ignoraron, esta confesión no será una expresión de fe salvadora, sino un reconocimiento forzoso de la realidad que siempre supieron pero suprimieron (Romanos 1:21). Será el testimonio final de su propia condenación, admitiendo ante el universo que Dios era justo y ellos fueron los rebeldes.

IV. Aplicación para Hoy: Viviendo a la Luz del Mañana
Pablo usa esta verdad escatológica para resolver un problema práctico en la iglesia. ¿Cómo debe impactar esta verdad en nosotros hoy?

Nos Humilla: Saber que todos, sin excepción, estaremos ante Cristo, elimina cualquier sentido de superioridad espiritual. No podemos juzgar a un hermano más débil en la fe (el contexto de Romanos 14), porque ambos estaremos ante el mismo Juez. Nuestra posición no es la de jueces, sino la de siervos que pronto rendiremos cuentas.

Nos Impulsa a la Evangelización: La realidad de que toda rodilla se doblará y toda lengua confesará, debería llenarnos de un sentido de urgencia compasiva. Queremos que las personas doblen la rodilla ahora, en fe, para que aquel día sea uno de gozo y no de terror.

Nos Consuela en la Injusticia: Al ver un mundo donde el mal parece triunfar y donde los enemigos de Dios blasfeman impunemente, esta verdad nos asegura que la justicia final llegará. Ningún burlador, ningún perseguidor, escapará. Toda injusticia será reconocida y vindicada ante el tribunal de Cristo.

Nos Enfoque en la Adoración: Nuestra vida hoy es un ensayo para la eternidad. Cada vez que doblamos nuestra rodilla en oración y cada vez que nuestra lengua le confiesa como Señor en la adoración corporativa o el testimonio personal, estamos alineando nuestra vida con la realidad final del universo.

Conclusión: La Elección Ante Nosotros
Romanos 14:11 no nos deja con una opción sobre si reconoceremos a Dios, sino con una elección crucial sobre cuándo y cómo lo haremos. Podemos elegir el camino de la gracia, doblando la rodilla hoy en fe y amor, confesando con nuestra lengua que Jesús es el Señor para salvación. O podemos elegir el camino del juicio, siendo compelidos a hacerlo en el último día, cuando ya no haya oportunidad para el arrepentimiento.

La soberanía universal de Cristo no es una doctría para atemorizarnos, sino para invitarnos. Es una invitación a someterse voluntariamente al Rey cuyo gobierno es perfecto, cuyo amor es eterno y cuya victoria es absoluta.

Oración
Señor Dios Eterno,

Ante ti, cuya existencia es la fuente de toda vida, nos postramos hoy. Reconocemos con humildad y reverencia que tú eres el Soberano del universo, el Juez de toda la tierra, y el Rey ante quien toda rodilla se doblará.

Te damos gracias porque, por tu gracia, nuestras rodillas se doblan hoy no por obligación, sino por amor; no con terror, sino con gratitud. Que nuestra sumisión diaria sea un anticipo gozoso de aquel día de adoración perfecta.

Convicenos de la urgencia de compartir tu verdad. Que la certeza de que toda lengua confesará tu nombre, llene nuestros corazones de compasión por aquellos que aún no te conocen, impulsándonos a testificar de tu amor y tu señorío.

En los momentos de duda, injusticia o dolor, recuérdanos esta verdad. Afianza nuestra fe en tu promesa de que un día veremos tu justicia y toda boca será sellada ante tu sabiduría y poder.

Mientras esperamos ese día, que nuestras vidas sean una continua confesión de que Jesús es el Señor. Que cada palabra de nuestra lengua y cada acto de nuestra voluntad declare tu gloria.

En el nombre poderoso de Jesús, ante cuyo nombre se doblará toda rodilla, Amén.

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