Proverbios 4:7 (RVR60)
"Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia."
En el ajetreo de la vida, nos afanamos por adquirir tantas cosas: educación, estabilidad financiera, relaciones, reconocimiento. Nuestras listas de metas y posesiones deseadas son largas. Sin embargo, en medio de esta búsqueda humana universal, el libro de Proverbios arroja una verdad eterna que desafía nuestra perspectiva mundana. El versículo no sugiere, sino que declara con la autoridad de quien conoce el principio fundamental de una vida bien vivida: "Sabiduría ante todo".
Fíjate en la urgencia y el énfasis de la declaración. La palabra "ante todo" (o "principal" en otras versiones) establece una prioridad absoluta. La sabiduría no es un elemento más en la lista de compras de la vida; es el carro de la compra mismo. Es el fundamento sobre el cual todo lo demás debe construirse. Es la lente a través de la cual debemos evaluar todas nuestras demás adquisiciones. El rey Salomón, el autor de estos proverbios, a quien Dios le concedió sabiduría sobre cualquier otro hombre, no nos está dando un consejo opcional. Nos está entregando el secreto mejor guardado para una vida de propósito, integridad y paz.
La Adquisición más Importante
El mandato es activo: "Adquiere sabiduría". Esto implica un esfuerzo deliberado, un costo, una búsqueda. La sabiduría no cae del cielo de forma pasiva sobre nosotros mientras nos dedicamos a nuestras distracciones diarias. Debe ser adquirida. ¿Cómo? A través del temor de Dios (Proverbios 1:7), mediante la meditación en Su Palabra (Salmo 119:98-100), a través de la oración pidiendo discernimiento (Santiago 1:5), y aprendiendo de la disciplina y las experiencias que Dios permite en nuestro camino.
La sabiduría de la que habla la Biblia no es meramente conocimiento intelectual. Un hombre puede tener múltiples títulos universitarios y ser un necio en la vida. La sabiduría bíblica es la habilidad dada por Dios para ver la vida desde Su perspectiva y tomar decisiones que estén alineadas con Su carácter y Su voluntad. Es saber aplicar la verdad eterna a las circunstancias temporales.
Sobre Todas Tus Posesiones
La segunda parte del versículo profundiza en esta idea: "Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia". La "inteligencia" o "entendimiento" aquí es el discernimiento práctico que surge de poseer la sabiduría. Es la capacidad de analizar, juzgar y actuar correctamente.
Dios nos dice que coloquemos esta adquisición por encima de todas nuestras otras posesiones. Piensa en lo que más valoras: tu cuenta bancaria, tu carrera, tu herencia familiar, tu reputación. El texto es radical: el discernimiento es más valioso que todo ello. ¿Por qué? Porque sin discernimiento, es probable que malgastemos nuestra cuenta bancaria, arruinemos nuestra carrera, dañemos nuestras relaciones y manchemos nuestra reputación. La sabiduría protege, guía y santifica todas nuestras demás posesiones.
Una casa sin cimientos se derrumbará cuando lleguen las tormentas. De la misma manera, una vida de logros y posesiones materiales, pero construida sin el cimiento de la sabiduría divina, está en ruinas inminentes. La sabiduría es el cimiento; el entendimiento son las paredes sólidas que nos mantienen seguros.
Un Llamado a la Evaluación
Hoy, este versículo nos invita a hacer una pausa y evaluar nuestras prioridades. ¿Qué estamos buscando ardientemente? ¿Estamos sacrificando la búsqueda de la sabiduría en el altar de la productividad, el éxito o el placer? ¿Estamos tan ocupados acumulando bienes que hemos descuidado la única posesión que puede hacer que todo lo demás tenga un sentido verdadero y duradero?
Que podamos reorientar nuestros corazones. Que nos levantemos cada día con la determinación de que nuestra principal adquisición no será un aumento de sueldo, una nueva pertenencia o la aprobación de los demás, sino una medida más profunda de la sabiduría que viene de lo alto (Santiago 3:17), una sabiduría que es primeramente pura, luego pacífica, amable y llena de buenos frutos.
Oración:
Padre Celestial,
Te damos gracias por tu Palabra que es lámpara a nuestros pies y luz en nuestro camino. Reconozco delante de ti que a menudo he invertido mi tiempo, energía y corazón en adquirir posesiones temporales, descuidando la sabiduría eterna que solo Tú puedes dar.
Perdóname por las veces que he confiado en mi propio entendimiento. Hoy, clamo a ti como lo hizo Salomón: concédeme un corazón sabio y entendido. Coloca en mí un anhelo insaciable por Tu verdad. Que Tu Espíritu Santo me guíe a toda justicia y me enseñe a valorar el discernimiento por encima de toda riqueza terrenal.
Ayúdame a buscar primero Tu reino y Tu justicia, confiando en que todas las cosas que necesito serán añadidas. Que mi vida esté cimentada en el temor de Ti, que es el principio de la sabiduría.
En el nombre de Jesús, la sabiduría personificada,
Amén.
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