EL REINADO DE LA GRACIA

"Para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro." — Romanos 5:21 (RVR60)

El apóstol Pablo, en su magistral carta a los Romanos, nos presenta en este versículo una dramática comparación entre dos reinos, dos soberanos y dos destinos eternos. Es el clímax de un argumento poderoso que comienza mostrando la universalidad del pecado y la condenación, para luego revelar la sobreabundancia de la gracia y la justificación. Aquí, el contraste no podría ser más marcado: de un lado, el viejo y opresivo régimen del pecado; del otro, el nuevo y glorioso reinado de la gracia.

El Reinado del Pecado: Un Reino de Muerte

Pablo afirma que "el pecado reinó para muerte". Este es un diagnóstico sombrío de la condición humana natural. El pecado no es simplemente un error ocasional o una debilidad pasajera; es un poder soberano que ha establecido su dominio sobre la humanidad. Desde la caída de Adán, el pecado se ha entronizado en el corazón del hombre, dictando sus deseos, corrompiendo sus pensamientos y gobernando sus acciones.

Este reinado se caracteriza por la tiranía. El pecado promete libertad y placer, pero su gobierno siempre conduce a la esclavitud y, finalmente, a la muerte. La muerte física es un recordatorio tangible de este reinado, pero la muerte espiritual—la separación de Dios—es su consecuencia más terrible. Bajo el dominio del pecado, la humanidad camina en un valle de sombra de muerte, sin esperanza y sin Dios en el mundo. No hay escapatoria por esfuerzo propio, no hay reforma que pueda derrocar a este tirano.

El Reinado de la Gracia: Un Reino de Vida

Frente a este panorama desolador, surge la gloriosa contraposición: "así también la gracia reine". Notemos el paralelismo: "así como... así también". La gracia no es una mera sugerencia o una posibilidad remota; es una realidad tan poderosa—y más—que el reinado del pecado. Donde el pecado abundó, la gracia sobreabundó (Romanos 5:20).

Pero ¿cómo establece su reinado la gracia? Pablo especifica: "por la justicia". Este es el fundamento inquebrantable del nuevo reino. A diferencia del pecado que reina mediante la corrupción y el engaño, la gracia reina a través de la justicia perfecta de Cristo. En la cruz, Jesús no solo llevó nuestro pecado, sino que nos impartió su justicia (2 Corintios 5:21). El reinado de la gracia no se basa en ignorar el pecado, sino en expiarlo completamente mediante la justicia de Cristo.

El propósito de este reinado es radicalmente opuesto al anterior: "para vida eterna". Mientras el pecado reinaba para muerte, la gracia reina para vida—no una mera existencia biológica, sino la vida en su plenitud, la vida en relación restaurada con Dios, la vida que trasciende la tumba y se extiende por la eternidad.

El Mediador del Nuevo Reino

Pablo concluye señalando al soberano de este nuevo reino: "mediante Jesucristo, Señor nuestro". El reinado de la gracia no es un principio abstracto o una fuerza impersonal; está encarnado en una Persona. Jesucristo es el canal por el cual fluye la gracia, el mediador que hace posible este cambio de soberanía, y el Señor que gobierna con justicia y misericordia.

El título "Señor nuestro" es significativo. Mientras el pecado era un señor impuesto contra nuestra voluntad, Jesucristo es un Señor que reconocemos y aceptamos como nuestro. Su señorío no es opresivo sino liberador; no esclaviza sino que redime.

Viviendo Bajo el Reinado de la Gracia

¿Qué significa para nosotros hoy vivir bajo el reinado de la gracia?

Primero, significa reconocer que hemos cambiado de soberanía. Ya no estamos bajo el dominio del pecado (Romanos 6:14). Aunque el pecado todavía acecha y tienta, ya no tiene autoridad legal sobre nosotros. Su poder fue quebrantado en la cruz.

Segundo, significa vivir en la libertad de la gracia. Muchos cristianos viven como si hubieran sido transferidos del reino del pecado al reino de la ley, donde deben esforzarse por merecer el favor de Dios. Pero el evangelio nos dice que estamos en el reino de la gracia, donde Dios nos acepta completamente en Cristo y nos da su Espíritu para que podamos obedecerle por amor, no por obligación.

Tercero, significa proclamar este nuevo reino a otros. Así como los ciudadanos de un país difunden las noticias sobre su buen gobierno, nosotros estamos llamados a anunciar las buenas nuevas del reinado de la gracia a un mundo que todavía vive bajo la tiranía del pecado.

Conclusión

Romanos 5:21 nos presenta la esencia del evangelio: un cambio de reinado. Ya no estamos condenados a vivir bajo el tirano del pecado que conduce a la muerte. Por la obra de Jesucristo, hemos sido transferidos al reino de la gracia, donde somos gobernados por el amor redentor de Dios y destinados a la vida eterna.

Que hoy podamos vivir a la altura de nuestra nueva ciudadanía, recordando que aunque el pecado una vez reinó sobre nosotros, ahora—y por la eternidad—la gracia reina mediante Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Amado Padre celestial,

Te damos gracias porque en tu misericordia, nos has trasladado del reino de las tinieblas al reino de tu amado Hijo. Reconozco que por mí mismo, estaba bajo el dominio del pecado, caminando hacia la muerte eterna. Pero gracias a la obra perfecta de Jesucristo en la cruz, ahora vivo bajo el glorioso reinado de tu gracia.

Ayúdame a comprender cada día más la magnitud de este increble privilegio. Que mi vida refleje que soy ciudadano de tu reino de gracia. Cuando tropiece con el pecado, recuérdame que ya no reina sobre mí, que he sido liberado por el poder de la resurrección de Cristo.

Enséñame a vivir en la libertad de tu gracia, no como libertinaje, sino como la capacidad verdadera para obedecerte por amor. Úsame para extender las fronteras de tu reino, compartiendo las buenas nuevas de tu gracia con aquellos que todavía viven bajo el yugo del pecado.

Que cada aspecto de mi vida tribute honor y gloria a Jesucristo, mediante quien la gracia reina para vida eterna. En su nombre oro, Amén.

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