LA BONDAD PERFECTA DE UN DIOS FIEL

"Justo es Jehová en todos sus caminos, Y misericordioso en todas sus obras."
*Salmos 145:17 (Reina-Valera 1960)*

Introducción: La Necesidad de un Fundamento Sólido
En un mundo de relatividad moral, donde los conceptos de justicia y bondad son constantemente redefinidos según conveniencias humanas, el alma anhela un punto de referencia inmutable. Buscamos desesperadamente algo, o alguien, en quien podamos confiar plenamente, cuya naturaleza sea tan constante como el amanecer. Es en esta búsqueda universal que el salmista David nos presenta una verdad monumental que sirve de ancla para el corazón atribulado: la combinación perfecta e inquebrantable de la justicia y la misericordia de Dios.

I. La Justicia de Jehová: Un Refugio de Equidad
La justicia de Dios no es como la nuestra. La justicia humana a menudo está teñida de parcialidad, prejuicios, intereses ocultos o simple ignorancia. Es fluctuante y falible. Pero cuando el Salmo 145:17 declara que Jehová es "justo en todos sus caminos", está afirmando que cada acción, cada decisión, cada decreto y cada sendero que Dios toma está perfectamente alineado con lo que es correcto, bueno y verdadero.

Sus caminos—sus métodos, su gobierno, su trato con la humanidad y su plan para la creación—son la definición misma de la equidad. A veces, sus caminos nos parecen inescrutables. El dolor, la espera, la pérdida o la disciplina pueden hacernos cuestionar: "¿Es esto justo?". Este versículo nos llama a recordar que nuestra perspectiva es limitada, mientras que la suya es eterna. Lo que desde nuestro ángulo parece una sombra confusa, desde el suyo es un perfecto cuadro de sabiduría y equidad. Su justicia es nuestro refugio, porque significa que nunca seremos tratados con arbitrariedad o crueldad. Él es el Juez imparcial que nunca se equivoca.

II. La Misericordia de Jehová: El Corazón de Sus Obras
Si la justicia de Dios fuera lo único que conociéramos, podríamos vivir con un temor paralizante. La justicia perfecta exige un estándar perfecto, uno que nosotros, como seres humanos imperfectos, no podemos alcanzar. ¡Pero la declaración no termina ahí! El salmista añade, en un giro glorioso: "Y misericordioso en todas sus obras".

La misericordia (o "bondad amorosa", "clemencia") es la compasión en acción. Es la voluntad de Dios de tratar a las personas no como merecen (justicia), sino con gracia, amor y favor inmerecido. Y note el lenguaje absoluto: no es misericordioso en algunas de sus obras, o solo en las que nos parecen buenas. Lo es en todas.

Esto significa que incluso sus actos de disciplina están impregnados de misericordia, diseñados para restaurar y redimir, no para destruir. Sus actos de juicio final estarán mezclados con lágrimas de compasión. Su gobierno de las naciones, aunque justo, está motivado por un amor profundo por su creación. La cruz de Cristo es el ejemplo supremo de esta fusión: la justicia de Dios exigía el pago por el pecado, y su misericordia proveyó el Cordero para pagarlo Él mismo.

III. La Fusión Perfecta: Donde la Justicia y la Misericordia se Besan
La verdadera maravilla de este versículo no está solo en sus dos atributos por separado, sino en su coexistencia perfecta. En la lógica humana, la justicia y la misericordia suelen estar en conflicto. Perdonar (misericordia) a un criminal parece injusto para la víctima. Castigar (justicia) parece excluir la clemencia.

Sin embargo, en el carácter de Dios, estos dos atributos no se contradicen; se complementan y realzan mutuamente. Su justicia está temperada por su misericordia, y su misericordia está cimentada en su justicia. Él nunca es misericordioso a expensas de la justicia (eso sería indulgencia), ni es justo a expensas de la misericordia (eso sería dureza). Cada acto de Dios es 100% justo y 100% misericordioso al mismo tiempo. Es el misterio y la belleza de Su ser. Él es el Gobernante que puede perdonar completamente al pecador arrepentido porque la deuda de justicia fue saldada en la cruz, demostrando así ser "justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús" (Romanos 3:26).

Conclusión: Descansando en Sus Caminos y Obras
¿Qué significa esto para nosotros hoy? Es una invitación a confiar. A confiar cuando no entendemos sus caminos, porque sabemos que son justos. A confiar cuando enfrentamos consecuencias, porque sabemos que sus obras son misericordiosas. Nos libera de la necesidad de juzgar a Dios por nuestras circunstancias y, en cambio, nos invita a adorarlo por su carácter.

Cuando dudes de Su bondad en medio del dolor, recuerda: Él es justo.
Cuando te sientas condenado por tu pecado, recuerda: Él es misericordioso.
Siempre, en todo, sin excepción, Él es ambas cosas. Ese es el Dios que servimos, y en Él podemos depositar toda nuestra confianza.

Oración
Padre Celestial,

Te adoramos hoy porque tú eres perfecto en todos tus caminos y misericordioso en todas tus obras. Reconozco que a menudo, con mi visión limitada, cuestiono tus designios y me pregunto por el "por qué" de las circunstancias que me rodean. Hoy, tu Palabra me recuerda que puedo descansar en el carácter inquebrantable de quien tú eres.

Perdóname por las veces que he dudado de tu justicia, pensando que habías olvidado lo que es correcto, o de tu misericordia, creyendo que me habías abandonado. Ayúdame a confiar, incluso en la penumbra, que cada paso que das es recto y que cada obra que realizas en mi vida está saturada de tu bondad amorosa.

Ancla mi corazón en esta verdad: que en la cruz, tu justicia y tu misericordia se encontraron de la manera más gloriosa. Que esta sea la base de mi fe, mi esperanza y mi adoración. Cuando lleguen las pruebas, que mi primer instinto sea recordar que tú eres justo y misericordioso, y por tanto, puedo descansar plenamente en ti.

En el nombre de Jesús, el máximo ejemplo de tu justicia y misericordia,
Amén.

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