"Esté con nosotros Jehová nuestro Dios, como estuvo con nuestros padres, y no nos desampare ni nos deje". 1 Reyes 8:57 (RVR60)
Este versículo se encuentra en medio de la oración de dedicación que Salomón ofrece a Dios tras la construcción del templo en Jerusalén. Es un momento solemne y significativo para el pueblo de Israel, ya que el templo representaba la presencia de Dios en medio de Su pueblo. Las palabras de Salomón no son solo una oración, sino también una afirmación de fe en el Dios que ha sido fiel a través de las generaciones. Aquí, Salomón pide que Dios permanezca con ellos, tal como lo hizo con sus antepasados.
“Esté con nosotros Jehová nuestro Dios”
La primera parte del versículo refleja un deseo profundo de experimentar la presencia continua de Dios. Salomón sabía que la verdadera seguridad y fortaleza de Israel no provenían de su poder militar, riqueza o sabiduría humana, sino de la presencia de Dios. A lo largo de la historia de Israel, la presencia de Dios fue el factor decisivo en cada victoria, cada provisión y cada momento de restauración.
Esta oración es un recordatorio para nosotros de que necesitamos la presencia de Dios en cada área de nuestra vida. En un mundo lleno de incertidumbre y desafíos, nuestra seguridad no depende de nuestras propias habilidades o recursos, sino de la cercanía de Dios con nosotros. Como creyentes, podemos vivir con confianza porque sabemos que Dios está presente, guiándonos y fortaleciéndonos en cada paso del camino.
“Como estuvo con nuestros padres”
Aquí, Salomón hace referencia al Dios de la historia, el Dios que fue fiel a sus antepasados. Él recuerda cómo Dios estuvo con Abraham, Isaac, Jacob, Moisés y David, guiándolos y cumpliendo Sus promesas. Este recordatorio nos invita a reflexionar sobre cómo Dios ha sido fiel en el pasado, tanto en la historia bíblica como en nuestra propia vida.
Cuando enfrentamos tiempos de incertidumbre, es fácil olvidar la fidelidad de Dios en el pasado. Sin embargo, mirar atrás y recordar Su mano obrando en nuestras vidas nos fortalece y nos llena de esperanza. El mismo Dios que fue fiel con nuestros padres espirituales será fiel con nosotros. Él no cambia, y Sus promesas permanecen firmes.
“Y no nos desampare ni nos deje”
Estas palabras reflejan una petición sincera de que Dios permanezca cerca y nunca abandone a Su pueblo. Salomón sabía que, aunque Dios es fiel, el ser humano tiende a desviarse. Por eso, esta oración incluye un clamor para que Dios no retire Su presencia, incluso si el pueblo falla. Es una muestra de dependencia total en Dios y una confesión de la necesidad constante de Su gracia y guía.
En nuestra vida, también podemos sentir temor de ser abandonados, especialmente en momentos de dificultad o prueba. Sin embargo, la Biblia nos asegura repetidamente que Dios nunca desampara a Sus hijos. Hebreos 13:5 nos recuerda Su promesa: "No te desampararé ni te dejaré." Podemos descansar en la certeza de que, aunque enfrentemos tormentas, Dios estará con nosotros, sosteniéndonos y guiándonos.
Aplicación práctica
Este versículo nos invita a vivir una vida de dependencia y confianza en Dios. Nos recuerda que Su presencia es esencial para todo lo que hacemos. También nos desafía a mirar atrás y recordar Su fidelidad, lo que nos da esperanza para el presente y el futuro. Finalmente, nos anima a buscar Su presencia continuamente, sabiendo que en Su compañía encontramos fortaleza, paz y dirección.
Reflexión
¿Cómo estás cultivando la presencia de Dios en tu vida diaria? ¿Estás confiando en Su fidelidad, recordando cómo te ha sostenido en el pasado? Tómate un momento para renovar tu dependencia de Él y para agradecerle por Su promesa de nunca desampararte.
Oración
Señor, gracias por estar siempre con nosotros, como estuviste con nuestros padres en la fe. Te pido que nunca nos desampares ni nos dejes, incluso cuando fallamos. Ayúdame a vivir consciente de Tu presencia, confiando en Tu fidelidad y descansando en Tus promesas. Que Tu presencia me guíe y me fortalezca cada día, y que pueda ser un testimonio de Tu amor y fidelidad para los demás. En el nombre de Jesús, amén.
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