4. LA PROVISIÓN DE SANIDAD

Isaías 53

Este es el cuarto sermón de la serie “El poder de la fe”, es una buena aventura el caminar en la fe verdadera. Estoy seguro que cada vez hay una nueva expectativa sobre el aprender a vivir conforme a la fe. Ahora es un nuevo tema que en los últimos años ha sido polémico y no sólo polémico, es un medio para timar a las personas, para beneficiarse económicamente; también como método proselitista, para atraer personas a la iglesia.

Cuando suceden eventos donde la anuncia el don de sanidad, la gente acude con la esperanza de ser sanado, se llenan estadios, auditorios, salas. En esos eventos se dan casi las mismas cosas: alabanza, predicación sobre la fe en la sanidad con ejemplos bíblicos, oración de preparación para ambientar y que las personas se predispongan al acto “milagroso”, luego piden a una persona del público en silla de ruedas se ponga de pie para demostrar el milagro de la sanidad, en ocasiones son personas contratadas para fingir sanidad.

Les comparto todo esto para alertarlos y no les tomen el pelo, en este tipo de eventos tiene como finalidad enajenar a las personas y sacarles dinero. Este tipo de predicadores viven de estos eventos donde hay un lleno total del estadio o auditorio. Utilizan técnicas de mercadotecnia y manipulación psicológica. Ellos saben que el 85% de nuestras enfermedades son psicosomáticas, así que si convencen a las personas a cerrar círculos emocionales y convencerlas que no hay enfermedad, ellos desactivan su mecanismo interno (emocional) que provocó la enfermedad, se debilita y se desarticula para romper con la codependencia con la enfermedad.

Con esto no quiero decir que no existan milagros de sanidad, Dios puede sanar en cualquier momento y a cualquier persona. El propósito de este sermón es que distingas entre sanidad de Dios y la sanidad que manejan estos vendedores del evangelio de Jesús. Una de las mejores evidencias para ventanear a estos charlatanes, es que la gente termina creyendo y teniendo fe en el sanador en vez que al Dios de la sanidad.

El profeta Isaías describe al Señor Jesús como el Siervo sufriente. En  Isaías 53  se ilustra gráficamente el sufrimiento de nuestro Señor en la cruz. Observa lo que dice el siguiente versículo Isaías 53:4 Ciertamente él ha llevado nuestros padecimientos, y con nuestros dolores él se cargó; mas nosotros le reputamos como herido, castigado de Dios y afligido. Los padecimientos en hebreo (choliy), se puede traducir como dolencia, ansiedad, calamidad, y significa aflicción, enfermedad, quebranto. El siguiente término importante en el versículo, es dolores (makob). Esta palabra a menudo se traduce, «dolor», «quebranto», y parece que se refiere al dolor emocional, mientras que la palabra que antecede parece indicar dolor físico.

Isaías 53  enseña con claridad que la sanidad corporal está incluida en la obra expiatoria, el sufrimiento y la cruz de Cristo. Las palabras hebreas para «dolores» y «enfermedades» (v.  4) se refieren específicamente a la aflicción física. Esto se verifica en el hecho de que Mateo 8:17 De modo que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías, que dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y cargó con nuestras dolencias. Son los actos de sanidad que efectuó Jesús.

Además, está claro que las palabras «llevó» y «sufrió» se refieren a la obra expiatoria de Jesús, porque son las mismas que se utilizan para describir a Cristo cargado con nuestros pecados. Isaías 53:5 Pero El fue herido (traspasado) por nuestras transgresiones, Molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre El, Y por Sus heridas (llagas) hemos sido sanados. Estos textos vinculan inequívocamente la base de la provisión, tanto de nuestra salvación como de nuestra sanidad, con la obra expiatoria del Calvario. Sin embargo, ninguna de estas cosas se recibe automáticamente, porque ambas deben alcanzarse por la fe. La obra de Cristo en la cruz las pone a nuestra disposición, y las recibimos, según sea nuestra elección, mediante un acto sencillo de fe.

De qué manera Dios hace provisión de la sanidad sin necesidad de acudir a un show o un espectáculo bien fabricado para sanar a las personas. Cómo se da la sanidad que proviene de Dios, qué efectos tiene, cuál es su origen. Veamos tres aspectos bíblicos de la fe sanadora.

  1. La sanidad proviene de la salvación.

En el poder de la fe, Dios nos da la seguridad de que él está interesado por nuestra salud. Cuando Dios creó al ser humano, lo hizo perfecto y libre, en su libertad se incluye sobre la enfermedad. La primera generación de humanos creados por Dios, no se enfermaban, sólo la entrada del pecado provocó no sólo un distanciamiento con la presencia de Dios, también las enfermedades se apoderarían de nosotros.

Todos los virus, parásitos, bacterias, y aquello que nos provoca enfermedad, son producto del pecado. Por eso, Dios se interesa por nuestra sanidad porque se interesa por nuestra salvación. Antes de darte la sanidad, él quiere darte la salvación. En muchos versículos de la Biblia, salvación y sanidad son sinónimas, la salvación implica sanidad, la sanidad significa salvación, operan de manera similar.

Por esta razón, él desea primero que conozcas la salvación por medio de la conversión. La salud es consecuencia de la conversión a Dios, cuando tu corazón se convierte o se dirige a la voz de Dios, él empieza a provocar salud plena en tu vida; observa este texto: Hechos 28:27 Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible, y con dificultad oyen con sus oídos; y sus ojos han cerrado; de otro modo verían con los ojos, y oirían con los oídos, y entenderían con el corazón, y se convertirían, y yo los sanaría. Cuando experimentas la salvación en tu vida, Dios empieza a operar tu sanidad interior y exterior por medio de la fe. Eso decía el apóstol, si tan sólo se convierten, el Señor los sanaría.

En el poder de la fe, la sanidad proviene de la salvación, no de una persona, nadie tiene el poder para sanar. La sanidad divina opera por la conversión del corazón de piedra a carne. En poder de la fe se hace una realidad por la obra salvadora de Cristo en la cruz por ti. Él entregó todo para que gozaras de vida eterna y sanidad. Sólo Dios puede cambiar una realidad de enfermedad. La persona enferma no es el resultado de su descuido o influencia genética, es consecuencia de su pecado. La manera en cómo opera la fe sanadora es por la salvación. 2 Crónicas 7:14 Si se humillare mi pueblo, sobre los cuales ni nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.

Quieres conocer la verdadera sanidad que proviene de Dios, debes conocer primero la salvación.

La sanidad es prometida en la Biblia.

La sanidad es una promesa para los hijos de Dios, pero no es un fin en sí mismo. El problema de los shows de sanidad masiva, es que la sanidad se convierte en un fin para adquirir nuevos adeptos que para los sanadores significa dinero, mejores entradas y fama. La sanidad, Dios no la utiliza como un fin para hacerse fama, lo utiliza como un medio para mostrar su salvación y el cumplimiento de sus promesas.

Recuerda que salvación y sanidad están estrechamente relacionadas, sus promesas de sanidad están basadas en la acción de salvación. La salvación te la da Jesús para gozar de sus beneficios. Cuando te eligió desde antes de la creación del mundo, también decretó sanidad en tu vida. Dios no necesita de nadie para cumplir sus promesas, cuando él usa instrumentos, siempre es Dios quien está al centro y no el instrumento. Él puede usar cualquier ser como un medio para cumplir sus promesas, hasta la misma naturaleza, Apocalipsis 22:2 Y sus aguas pasaban por en medio de la calle principal de la ciudad. A cada lado del río había árboles que daban su fruto una vez al mes, o sea, doce veces al año. Sus frutos dan vida eterna, y sus hojas sirven para sanar las enfermedades de todo el mundo.

Dios obra milagrosamente en toda edad cuando y como le plazca. En tiempos de enfermedad, debe ejercitarse la fe en Dios para que, siendo su voluntad, Él sane. Las enfermedades, como todas las otras aflicciones y pruebas, son frecuentemente medios para perfeccionar y ejercitar tu fe. La fe sanadora no es exhibición, es edificación.

El énfasis de la promesa sanadora no está en el sanador, porque si un hombre tuviera el don de sanidad de parte de Dios, entonces la responsabilidad de la curación recaería sobre él, y no sobre el enfermo. No depende de sanadores, sino de la promesa del Señor.

La provisión amorosa de Dios para sanidad está enraizada en la obra propiciatoria de su Hijo sobre la cruz, en el poder de Dios por medio del ministerio del Espíritu Santo y en el carácter de Dios, quien está comprometido a buscar la sanidad completa del ser humano. Mirándolo desde otro punto de vista, Dios en su naturaleza es un Dios de sanidad. En cuanto al poder, no hay nada imposible para Dios. En lo legal, la obra de Cristo en la cruz abrió la puerta para que el Dios santo opere su misericordia sanadora en personas que de otra manera estarían descalificadas para recibir su toque sanador.

El tercer aspecto de la provisión de sanidad es…

La sanidad refuerza nuestra confianza.

En las últimas décadas se han construidos nuevos hospitales de diversas especialidades para atender a la gran demanda de población de necesidad de salud. Debemos reconocer que también se tratado de atender a la población de escasos recursos, sin embargo, el Estado no se da abasto de tantos enfermos. Todavía existen muchas personas que no tienen acceso a la atención médica. Qué esperanzas tienen. Mucha gente clama por las calles por su salud. En las iglesias siempre vemos y escuchamos a hermanos quebrantados por su salud.

A veces nos preguntamos, ¿Dios tiene compasión de ellos? Por supuesto, pero algunos cuestionan, ¿Por qué Dios no me sana o porqué me envía esta enfermedad? Lo primero que debes de entender es que Dios no te castiga enviándote enfermedades, dice el Salmo 103 que él jamás nos ha cobrado conforme a nuestros pecados. Así que no pienses que tus enfermedades se debe algún pecado que cometiste, sólo aquellas que te provocaste por ti mismo por descuido o deliberadamente. Las enfermedades como los problemas son tribulaciones o pruebas por las que pasamos de manera temporal. Las enfermedades son un medio para aprender a confiar en Dios, a depender de su gracia y misericordia.

Muchos predicadores del don de sanidad se dirigen a Dios exigiéndole sanidad por el enfermo porque él lo prometió en la Biblia. No puedes exigir a Dios que te sane porque sus propósitos son más grandes que tus expectativas y anhelos, porque sus propósitos son más grandes que tus enfermedades. Por supuesto, él puede sanarte en estos momentos, pero primero debes de entender que su plan es perfecto, que sus caminos son más amplios que los tuyos. Las enfermedades son un medio para aprender a confiar nuestra vida al Creador y dador de la vida, porque el que te dio el crecimiento en el vientre de tu madre, es el mismo que sabe de tus quebrantos.

El apóstol Pablo viajó durante muchos años predicando el Evangelio, pasó por peligros, amenazas de muerte, fríos, encarcelamientos, persecución, hambres, y todo vivió con alegría y gozo, porque sabía que era por la causa de Cristo. Sólo tuvo una queja, él decía que tenía un aguijón en la carne o un sufrimiento. Era una enfermedad que cargó con ella el resto de su vida, algunos decían que era migraña, otros decían alguna enfermedad estomacal. Realmente nadie sabía, pero lo que sí era cierto que en muchas ocasiones se quejaba. ¿Cómo un hombre que sirvió a Jesús arriesgándolo todo, que hizo milagros, predicó a miles, tenía una enfermedad? ¿A caso Dios no tenía compasión de Pablo? ¿Se quiso cobrar las que Pablo le hizo antes de su conversión? Por supuesto que no, Dios amaba entrañablemente a Pablo, sólo una cosa le dijo: "Mi gracia te es suficiente, porque mi poder se perfecciona en la debilidad". Dios no le quitó la enfermedad no porque lo castigara, sino para que Pablo siempre recordara que la gracia de Dios es lo único que nos sostiene. Las enfermedades nos enseñan a tener fe, a practicar el poder de la fe, a depender del poder de la fe, a vivir conforme al poder de la fe.

Cuando Dios te devuelve la salud en su misericordia, no es porque te lo merecías o porque presionaste a Dios a cumplir sus promesas; es simplemente que antes de la sanidad ya confiabas, pero en la sanidad es para que tu fe se refuerce o se fortalezca más que al principio, para que observes con tus propios ojos la misericordia. No tiene que esperar la salud para confiar en Dios, la confianza la adquieres en medio de la enfermedad, pero en la salud, refuerzas tu sistema de confianza, de seguridad en él.

Tu salud es gracias al poder de Dios en tu vida, no importa si usó a los médicos o algún hermano, ellos son solamente instrumentos de la gracia de Dios, lo importante es que te acerques con confianza a él y haga su obra en ti. Este versículo nos confirma esto, Santiago 5:15 Si oran con confianza, Dios les responderá y sanará al enfermo, y si ha pecado también lo perdonará.

Fuente: Pastor Alberto Arenas

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