EL MISTERIO SANTIFICADOR: LA SOMBRA DEL ALTÍSIMO

"Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios."
Lucas 1:35 (RVR60)

Introducción: Un Momento Cósmico
Este versículo captura el instante más trascendental de la historia humana después de la Creación: la encarnación del Hijo de Dios. El ángel Gabriel responde a la pregunta de María sobre cómo sería posible el milagro anunciado. Su respuesta no es una explicación científica, sino una revelación teológica profunda que nos introduce en los misterios más sagrados de la fe.

I. La Venida del Espíritu Santo: Presencia Activa y Transformadora
"El Espíritu Santo vendrá sobre ti..."

El ángel no habla de una influencia pasiva, sino de una venida activa y personal. El mismo Espíritu que "se movía sobre la faz de las aguas" en la Creación (Génesis 1:2), ahora viene sobre una humilde doncella de Nazaret. El Dios que formó al primer Adán del polvo de la tierra, ahora formaría al "segundo Adán" (1 Corintios 15:45) en el vientre de una virgen.

Reflexión: Así como el Espíritu Santo vino sobre María para lo imposible, Él desea venir sobre nosotros para realizar en nuestras vidas lo que humanamente no podemos lograr. ¿Hay áreas en tu vida que parecen imposibles? El mismo Espíritu que cubrió a María está disponible para obrar en ti.

II. El Poder del Altísimo: La Fuerza que Capacita
"...y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra..."

La imagen de "cubrir con su sombra" es profundamente significativa. En el Antiguo Testamento, la "sombra" de Dios representaba Su presencia protectora y gloriosa:

La nube que cubrió el tabernáculo (Éxodo 40:35)

Las alas del Omnipotente bajo las cuales nos refugiamos (Salmos 91:1)

Esta sombra no es de oscuridad, sino de presencia divina. María sería envuelta, protegida y capacitada por el poder mismo de Dios. El término "Altísimo" (Hypsistos en griego) enfatiza la soberanía absoluta de Dios sobre todas las cosas.

Reflexión: En un mundo que valora el poder humano, la influencia y los recursos propios, Dios nos invita a descansar bajo la sombra de Su poder soberano. No es nuestro esfuerzo, sino Su poder obrando en nuestra debilidad lo que produce resultados eternos.

III. El Resultado Eterno: La Santidad Encarnada
"...por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios."

La conjunción causal "por lo cual" une indisolublemente la obra del Espíritu con el resultado: la santidad absoluta de Jesús. La naturaleza humana que nacería sería santa, no por mérito propio, sino por la acción divina que la concibió.

Dos verdades fundamentales:

La humanidad real de Jesús: "el Santo Ser que nacerá" - sería completamente humano, nacido como cualquier niño.

La divinidad esencial de Jesús: "será llamado Hijo de Dios" - no solo un título honorífico, sino una declaración de Su naturaleza divina.

La santidad de Cristo no era una adquisición progresiva, sino una cualidad intrínseca desde Su concepción. En Él, la humanidad y la divinidad se unen misteriosamente.

Aplicación para Nuestra Vida
Lo sobrenatural en lo cotidiano: Dios escogió el escenario más común - una aldea desconocida, una mujer joven - para realizar Su obra más extraordinaria. Nuestra vida "común" puede ser el escenario de lo sobrenatural cuando permitimos que el Espíritu Santo venga sobre nosotros.

La santidad como obra divina: Así como la santidad de Jesús fue obra exclusiva del Espíritu, nuestra santificación también depende de Su obra en nosotros. No es por esfuerzo humano, sino por la morada y acción del Espíritu Santo.

El valor de la obediencia vulnerable: María respondió: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra" (Lucas 1:38). Su obediencia vulnerable permitió que el plan de redención se cumpliera.

Conclusión: Bajo Su Sombra
Hoy, el mismo Espíritu Santo que cubrió a María desea cubrirnos a nosotros. El mismo poder del Altísimo que formó a Cristo en el vientre virginal, quiere formar a Cristo en nosotros (Gálatas 4:19). Vivimos en un mundo que necesita desesperadamente ver la manifestación de lo divino en lo humano. Y esto solo ocurre cuando nos colocamos bajo la sombra del Altísimo, permitiendo que Su Espíritu obre en nosotros lo que agrada al Padre.

Oración

Padre Altísimo,
te adoramos por el misterio insondable de la encarnación.
Gracias porque tu Espíritu Santo vino sobre María
y el poder de tu presencia la cubrió con tu sombra.

Hoy venimos ante ti reconociendo nuestra necesidad de tu Espíritu.
Así como cubriste a María, te pedimos que vengas sobre nosotros.
Cúbrenos con tu sombra protectora y santificadora.
Realiza en nosotros lo que humanamente es imposible.

Que tu Santo Espíritu forme a Cristo en nuestros corazones.
Que vivamos bajo el poder del Altísimo,
no confiando en nuestras fuerzas,
sino en tu gracia soberana.

Ayúdanos a ser obedientes como María,
diciendo "hágase" a tu voluntad,
aunque no comprendamos completamente tus caminos.

Que nuestras vidas, cubiertas por tu sombra,
lleven el aroma de Cristo a un mundo necesitado.
En el nombre precioso de Jesús, el Santo Hijo de Dios,
Amén.

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