LA PARADOJA QUE CONDUCE A LA VIDA

"Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará." — Mateo 16:25 (RVR60)

Introducción: La Lógica del Reino

En un mundo que nos grita constantemente que debemos buscar nuestra propia felicidad, proteger nuestros intereses y asegurar nuestra comodidad, las palabras de Jesús en Mateo 16:25 suenan a una contradicción absoluta. Es una paradoja divina que desafía la sabiduría humana. ¿Cómo es posible que perder sea ganar? ¿Que soltar sea asegurar? ¿Que morir sea vivir? Esta declaración no es un simple juego de palabras; es la clave fundamental para entender la vida auténtica que Dios ofrece. Surge en un contexto crucial: Pedro acaba de confesar a Jesús como el Mesías, y Jesús comienza a revelar el verdadero propósito de su venida: el sufrimiento, la cruz y la resurrección. Pedro, representando nuestra mentalidad terrenal, lo reprende, y Jesús le responde con una firme corrección que culmina en este principio eterno.

1. El Intento Fútil: Querer Salvar la Vida Propia

"Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá..."

Jesús identifica aquí nuestra tendencia humana más profunda: el instinto de autoconservación y autogratificación. "Salvar la vida" se refiere a una vida centrada en el "yo". Es la búsqueda incesante de seguridad en las posesiones, la identidad en los logros, la felicidad en las relaciones humanas o el placer en los sentidos, todo ello al margen de Dios. Es construir nuestro propio reino, donde nosotros somos el soberano.

Esta búsqueda es fútil por dos razones principales. Primero, porque es una batalla perdida. La vida física es temporal y frágil. Por más que nos aferremos a ella, acumulemos riquezas o preservemos nuestra juventud, el tiempo y la muerte eventualmente la reclamarán. Segundo, y más importante, porque una vida autorreferencial, aunque parezca "exitosa" ante los ojos del mundo, está espiritualmente muerta. Es como decorar elegantemente una casa cuyo cimiento se está resquebrajando. Al centrarnos solo en lo temporal, perdemos de vista lo eterno; al aferrarnos a la sombra, perdemos la sustancia. Perdemos nuestra verdadera "vida", el propósito para el cual fuimos creados: comunión con Dios.

2. La Entrega Radical: Perder la Vida por Su Causa

"...y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará."

La contrapropuesta de Jesús es revolucionaria. No se trata de un ascetismo mórbido o de buscar el sufrimiento por el sufrimiento mismo. La clave está en la frase "por causa de mí". La pérdida a la que se refiere Jesús es una entrega voluntaria, un acto de fe y amor. Es la decisión consciente de quitar el "yo" del trono de nuestro corazón y colocar a Cristo en su lugar.

"Perder la vida" significa:

Renunciar al derecho de autogobernarnos: Entregar nuestros planes, sueños, ambiciones y voluntad a la soberanía de Dios, confiando en que sus designios son mejores.

Morir al pecado y al ego: Negarnos diariamente a nosotros mismos, tomando nuestra cruz (Mateo 16:24), lo que implica un rechazo continuo a la vieja naturaleza pecaminosa.

Vivir para los demás: Dejar de vivir para nuestra propia comodidad y usar nuestra tiempo, talentos y recursos para servir a Dios y al prójimo.

Esta "pérdida" no es un vacío, sino un despojamiento que hace espacio para algo infinitamente mejor.

3. El Hallazgo Glorioso: La Verdadera Vida Encontrada

La promesa es categórica: "...la hallará". Lo que se halla no es simplemente la vida eterna futura (que también), sino una vida de calidad radicalmente diferente aquí y ahora. Es la vida en abundancia que Jesús prometió (Juan 10:10).

Al "perder" nuestra vida por Cristo, la "hallamos" porque:

Descubrimos nuestra verdadera identidad: Ya no estamos definidos por nuestros éxitos o fracasos, sino por ser amados por Dios y llamados sus hijos.

Experimentamos una paz profunda: La ansiedad de controlar todo se disipa cuando descansamos en las manos del que todo lo controla.

Encontramos un propósito eterno: Nuestra vida deja de ser una serie de eventos aleatorios y se convierte en parte del gran plan redentor de Dios.

Recibimos gozo verdadero: Un gozo que no depende de las circunstancias, porque su fuente es la presencia permanente de Cristo en nosotros.

Perder la vida por Cristo es, en realidad, el único camino para salvarla. Es cambiar una existencia centrada en lo temporal y perecedero por una vida conectada a la eternidad.

Conclusión: La Elección ante Nosotros

Cada día se nos presenta esta elección. ¿Intentaremos aferrarnos a nuestro pequeño reino de control y comodidad, arriesgándonos a perder lo esencial? ¿O tendremos la fe suficiente para soltar, para "perder" nuestra vida en los brazos de Aquel que la creó y la redimió? La cruz es el ejemplo supremo de esta paradoja: Jesús perdió su vida física para ganar la vida eterna para todos nosotros. Al seguirle, estamos invitados a participar del mismo principio.

La paradoja de Jesús no es una teoría, sino una invitación a confiar. Confiar en que el Diseñador de la vida sabe mejor que nosotros lo que significa vivirla de verdad.

Oración

Señor Jesús, hoy frente a tus palabras, reconozco la tendencia de mi corazón a querer salvar mi vida, a proteger mis planes y a buscar mi propia gloria. Confieso que muchas veces he vivido para mí mismo, creyendo que así encontraría satisfacción.

Te doy gracias porque tu camino no es el mío, y que tu paradoja contiene la verdad más liberadora. Hoy, con tu ayuda, elijo perder mi vida por causa tuya. Me despojo de mis ambiciones egoístas, de mi necesidad de control y de mi temor a la entrega. Toma el trono de mi corazón.

Ayúdame a tomar mi cruz diariamente, a negarme a mí mismo y a seguirte a ti, confiando plenamente en que en esta aparente pérdida está la ganancia suprema. Que mi vida sea hallada en ti, llena de tu propósito, tu paz y tu gozo. Gracias porque tu promesa es fiel: el que pierde, halla. En el nombre poderoso de Jesús, Amén.

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