DE LAS TINIEBLAS A LA LUZ MARAVILLOSA

"Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz" (Efesios 5:8, RVR60).

Introducción: Un Contraste Radical
El apóstol Pablo, en su carta a los Efesios, emplea uno de los contrastes más poderosos de las Escrituras: las tinieblas y la luz. Este versículo no es solo una bella metáfora; es una declaración teológica profunda sobre la identidad del creyente en Cristo. No se trata de un simple cambio de comportamiento, sino de una transformación ontológica, un cambio de esencia y reino. "En otro tiempo erais tinieblas". Pablo no dice "andabais en tinieblas", lo que ya sería significativo, sino que declara con audacia que eran tinieblas. Nuestra condición anterior al encuentro con Cristo no era meramente de desorientación o ignorancia; era una identidad fundada en la oscuridad del pecado, la rebelión y la separación de Dios. Éramos parte del dominio de las tinieblas, gobernados por el príncipe de este mundo, y nuestra naturaleza misma estaba entenebrecida (Efesios 2:1-3).

Reflexión 1: "En Otro Tiempo Erais Tinieblas"
Es crucial que recordemos nuestro pasado no para vivir en culpa, sino para apreciar la magnitud de la gracia. Ser "tinieblas" implica:

Ceguera Espiritual: Incapacidad para ver la verdad de Dios, Su reino y nuestro propio estado de perdición. Vivíamos guiados por la ceguera de nuestro entendimiento.

Peregrinación en la Oscuridad: Andar sin rumbo, tropezando con el pecado y sus consecuencias, sin un destino eterno ni esperanza verdadera.

Obras de las Tinieblas: Nuestras acciones, aunque pudieran parecer "buenas" a los ojos del mundo, estaban contaminadas por el egoísmo, el orgullo y la autosuficiencia, carentes del propósito de glorificar a Dios.

Comunión Rota: Las tinieblas representan aislamiento, soledad y ocultamiento, tal como Adán y Eva se escondieron de Dios. Éramos extranjeros y enemigos en nuestra mente (Colosenses 1:21).

Reflexionar en esto nos humilla y nos impide cualquier atisbo de superioridad. Nos recuerda que no nos "reformamos" a nosotros mismos; fuimos rescatados, trasladados y transformados.

Reflexión 2: "Mas Ahora Sois Luz en el Señor"
Aquí reside el núcleo del evangelio: un "pero ahora" divino que lo cambia todo. La conjunción adversativa "mas" marca el punto de inflexión que la gracia de Dios opera en la vida del creyente. No es un cambio superficial, sino una nueva creación (2 Corintios 5:17).

Fíjate en la precisión del lenguaje:

Sois Luz: Al igual que antes éramos tinieblas, ahora somos luz. No es que simplemente tengamos luz o nos rodee la luz; nuestra identidad fundamental ha sido alterada. Hemos sido hechos partícipes de la naturaleza divina (2 Pedro 1:4). Cristo, la Luz del mundo (Juan 8:12), ahora vive en nosotros, y Su luz se ha convertido en nuestra esencia.

En el Señor: Este es el elemento crucial. No somos luz por nuestro propio esfuerzo, mérito o positividad. Somos luz únicamente "en el Señor". Fuera de Él, volvemos a la oscuridad. Es nuestra unión con Cristo, nuestra permanencia en la Vid verdadera, lo que nos constituye como luminares en el mundo (Filipenses 2:15). Él es la fuente; nosotros somos los reflectores.

Ser luz significa que ahora tenemos:

Revelación: Podemos ver y entender las verdades espirituales porque el Espíritu Santo nos ilumina (1 Corintios 2:12).

Dirección: La Palabra de Dios es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino (Salmo 119:105). Ya no andamos a tientas.

Vida y Verdad: La luz está asociada con la vida (Juan 1:4) y la verdad. Nuestra nueva naturaleza está fundada en la realidad de Dios.

Exposición: La luz revela. Nuestra vida y testimonio exponen la futilidad de las obras infructuosas de las tinieblas (Efesios 5:11).

Reflexión 3: "Andad Como Hijos de Luz"
La nueva identidad debe manifestarse en una nueva conducta. La teología (lo que creemos) siempre conduce a la doxología (adoración) y a la práctica (cómo vivimos). El imperativo "andad" se basa en el indicativo "sois". Porque somos luz, debemos andar como tales.

"Andar" en la Biblia se refiere al patrón de vida, a la rutina diaria, a las decisiones, palabras y acciones que conforman nuestro existir. Andar como hijos de luz implica:

Imitar al Padre: Así como los hijos imitan a sus padres, nosotros debemos imitar a nuestro Padre celestial (Efesios 5:1), quien es luz y en Él no hay tinieblas alguna (1 Juan 1:5).

Producir el Fruto de la Luz: El versículo 9 lo explica: "Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad". Andar en luz es manifestar el carácter de Cristo a través de nuestra vida, permitiendo que el Espíritu Santo produzca en nosotros Su fruto (Gálatas 5:22-23). La bondad, la justicia y la verdad son las evidencias tangibles de que la luz de Cristo brilla en nosotros.

Examinar lo que Agrada al Señor: Efesios 5:10 nos insta a "comprobar lo que es agradable al Señor". Nuestro criterio para tomar decisiones ya no es "¿Esto es pecado?", sino la pregunta más elevada: "¿Esto agrada a Cristo? ¿Refleja Su luz?".

Tener Comunión con la Luz: Andar en luz significa vivir en honestidad y transparencia delante de Dios y de los demás, lo cual nos permite tener verdadera comunión (1 Juan 1:7).

Conclusión: Un Llamado a Brillar
Efesios 5:8 es un resumen poderoso de la obra completa de Cristo en nosotros: un cambio de identidad pasado ("erais"), una realidad presente ("sois") y un llamado práctico futuro ("andad"). No podemos conformarnos con saber que somos luz; debemos vivir de acuerdo con esa verdad. El mundo que nos rodea está sumido en tinieblas, y nosotros hemos sido puestos en él como ciudades en un monte, como lámparas en un lugar oscuro (Mateo 5:14-16). Nuestra vida, nuestras palabras y nuestras acciones deben brillar de tal manera que los demás glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos.

Oración
Padre Celestial, te damos gracias con un corazón lleno de asombro y gratitud por el milagro de Tu gracia. Reconozco que en otro tiempo fui tinieblas, vivía en ceguera y alejado de Ti. Pero gracias a la obra redentora de Tu Hijo Jesucristo en la cruz, ahora soy luz en Él.

Te ruego, Señor, que me ayudes a vivir consistentemente con esta nueva identidad que me has dado. Perdóname cuando permito que las sombras del viejo hombre nublen el brillo de Tu luz en mí. Lléname de Tu Espíritu Santo para que cada día ande como un verdadero hijo de luz.

Que mi vida produzca el fruto de la luz: bondad hacia los demás, justicia en mis acciones y verdad en mis palabras. Ayúdame a examinar cada decisión, cada pensamiento y cada palabra, a la luz de lo que te agrada a Ti. Úsame para alumbrar en este mundo de tinieblas, para que otros puedan ver Tu amor y Tu gloria a través de mí, y sean atraídos a Tu maravillosa luz.

En el nombre poderoso de Jesús, la Luz del Mundo, Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aclaración

Este Blog no tiene fines de lucro, ni propósitos comerciales, el único interés es compartir los gustos y las preferencias de su autor, con personas afines. Julio Carreto. Predicador