LIBERTAD CON PROPÓSITO: EL PRIVILEGIO QUE EDIFICA

"Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna."
— 1 Corintios 6:12 (RVR60)

Introducción: Un Versículo en Contexto
La ciudad de Corinto era un centro de comercio, cultura y, tristemente, de una inmensa corrupción moral. La iglesia allí estaba compuesta por nuevos creyentes que luchaban por vivir su fe en medio de una sociedad que normalizaba el pecado. En este entorno, algunos habían malinterpretado la gracia de Dios y la libertad en Cristo, usándolas como excusa para indulgencias personales. Su lema parecía ser: "Cristo nos ha liberado de la ley, ¡así que todo está permitido!".

El apóstol Pablo, con la sabiduría de un pastor y la firmeza de un padre, introduce en este versículo un principio revolucionario que trasciende su época y habla directamente a nuestra realidad actual. No es una prohibición legalista, sino una invitación a una libertad más profunda y responsable.

Reflexión 1: La Verdadera Naturaleza de la Libertad Cristiana
La repetición de "Todas las cosas me son lícitas" no es casual. Pablo primero valida la verdad teológica: en Cristo, ya no estamos bajo la ley mosaica ceremonial y civil. La salvación es por gracia, no por obras. Los creyentes de Corinto (y nosotros) somos verdaderamente libres. Esta libertad es un don precioso, un regalo de la cruz que nos libera de la culpa y la condenación.

Sin embargo, Pablo inmediatamente equilibra esta verdad con dos poderosos correctivos. La libertad cristiana nunca es un fin en sí misma; es un medio para un fin mayor: glorificar a Dios y crecer en santidad. No es la libertad para hacer lo que queremos, sino el poder para hacer lo que debemos. Es la libertad que no busca su propio beneficio, sino el bien del prójimo y la salud de la propia alma.

Reflexión 2: El Primer Filtro: "¿Realmente Conviene?"
La primera pregunta que Pablo nos instala es un filtro de sabiduría y conveniencia: "mas no todas convienen".

Esta pregunta trasciende lo meramente legal. No se trata de "¿es esto un pecado?", sino de "¿es esto beneficioso?". Implica evaluar las consecuencias de nuestras acciones en múltiples niveles:

¿Conviene a mi crecimiento espiritual? ¿Esta actividad, este programa, esta conversación, me acerca a Cristo o me entorpece? ¿Me ayuda a producir el fruto del Espíritu (amor, gozo, paz, paciencia, etc.) o siembra semillas de ansiedad, envidia o impureza?

¿Conviene a la comunidad de fe? Aunque algo no me dañe directamente, ¿podría ser una piedra de tropiezo para un hermano más débil en la fe (como Pablo profundizará en 1 Corintios 8)? Mi libertad debe estar gobernada por el amor, no por el egoísmo.

¿Conviene a mi testimonio? ¿Cómo perciben los no creyentes mis acciones? ¿Mi conducta adorna el evangelio y hace atractiva la fe, o la desacredita y confunde?

Aplicar este filtro requiere madurez y honestidad. Nos obliga a pasar de una fe reactiva ("¿qué tengo prohibido?") a una fe proactiva y consciente ("¿cómo puedo elegir lo mejor?").

Reflexión 3: El Segundo Filtro: "¿Quién Tiene el Control?"
La segunda pregunta es un filtro de dominio y señorío: "mas yo no me dejaré dominar de ninguna".

Este es el criterio más personal y poderoso. Pablo advierte sobre el peligro de que una cosa lícita se convierta en un amo ilegítimo. La libertad se corrompe cuando nosotros, que fuimos comprados por precio (1 Corintios 6:20), nos volvemos esclavos de otra cosa.

¿Qué puede dominarnos? Cualquier cosa que siente las bases de nuestro corazón, que no podemos imaginar vivir sin, o que usamos para llenar vacíos que solo Dios debe ocupar. Puede ser perfectamente lícita: el trabajo, el éxito, las redes sociales, la comida, el entretenimiento, las relaciones e, incluso, el ministerio mismo. Cuando algo controla nuestros pensamientos, nuestro tiempo, nuestras emociones y nuestras decisiones, ha dejado de ser una herramienta y se ha convertido en un ídolo. Nos domina.

La declaración "yo no me dejaré" es una afirmación de la autoridad que Cristo nos ha dado. Es una decisión deliberada de someter todas las áreas de la vida al señorío de Jesús, reconociendo que Él es el único merecedor de toda nuestra devoción.

Conclusión: Viviendo la Libertad que Edifica
1 Corintios 6:12 no es una lista de reglas, sino una guía para desarrollar un carácter semejante al de Cristo. Nos llama a una autoexaminación constante, a ser creyentes que piensan, que oran, que eligen con discernimiento.

La verdadera libertad no se encuentra en la ausencia de restricciones, sino en la sumisión gozosa a Aquel que nos ama. Es la libertad de rechazar lo que nos daña, aun cuando sea lícito. Es el poder para elegir lo que edifica, aunque requiera sacrificio. Es la gracia de vivir de tal manera que cada área de nuestra vida proclame: "Jesús es mi Señor, y nada más lo será".

Oración
Señor Dios y Padre nuestro,

Te damos gracias por el don incomparable de la libertad que tenemos en Cristo Jesús. Gracias porque tu gracia nos libera de la condenación y nos abre un camino de vida abundante.

Hoy venimos delante de ti reconociendo nuestra necesidad de sabiduría. Perdónanos por las veces en que hemos abusado de tu gracia, usando nuestra libertad como un pretexto para la carne y no como una oportunidad para servirte y amar a otros.

Espíritu Santo, afina nuestro discernimiento. Ayúdanos a aplicar honestamente los filtros que tu Palabra nos da. Cuando enfrente una decisión, llévame a preguntarme: "Señor, ¿esto conviene a mi caminar contigo? ¿Edifica a tu iglesia? ¿Glorifica tu nombre?". Y sobre todo, dame el valor y la fuerza para examinar mi corazón y preguntar: "¿Estoy permitiendo que esto me domine?".

Rompe toda cadena de toda maestría ilegítima en mi vida. Que nada ocupe el trono de mi corazón que te pertenece solo a ti. Que mi mayor anhelo sea ser dominado únicamente por tu amor y tu voluntad.

Guíame hoy a elegir lo que conviene y a rechazar lo que esclaviza, para que mi vida sea un testimonio vivo de la libertad redentora y santificadora que se encuentra solo en ti.

En el nombre poderoso de Jesús, Amén.

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