DEVOCIÓN EN LA VIDA COTIDIANA

"No perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor."

Romanos 12:11 (RVR60)

Introducción: Un Llamado a la Excelencia
El capítulo 12 de Romanos marca un punto de inflexión en la epístola. Después de once capítulos de profunda teología sobre la gracia, la fe y los propósitos soberanos de Dios, Pablo da un giro práctico y urgente: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo..." (12:1). Es a la luz de esas "misericordias de Dios" (todo lo explicado antes) que debemos vivir. El versículo 11 es una de las pinceladas cruciales en este cuadro de la vida cristiana práctica. No es un mandamiento aislado, sino parte de una descripción integral de cómo debe verse un corazón transformado por el Evangelio. Nos habla de una fe vibrante, activa y apasionada.

Análisis del Versículo: Tres Dimensiones de un Mismo Mandato
Romanos 12:11 contiene tres instrucciones entrelazadas que se refuerzan mutuamente. Podemos verlo como una progresión: una negación, una cualidad interior y una expresión exterior.

1. La Negación: "No perezosos en lo que requiere diligencia..."

La palabra "perezoso" (en griego, oknēroi) implica más que simple lentitud. Sugiere tardanza, renuencia, aversión al trabajo o al esfuerzo. Es la mentalidad de posponer, de hacer el mínimo indispensable, de buscar la comodidad. Pero Pablo lo califica con una frase poderosa: "en lo que requiere diligencia". Se refiere a los asuntos serios, los negocios importantes, las cosas que exponen lo que verdaderamente valoramos.

¿Qué "requiere diligencia" en nuestra vida? Nuestra relación con Dios (oración, estudio de la Palabra), nuestro servicio a los demás (usando nuestros dones, 12:6-8), nuestra responsabilidad en el trabajo, nuestra familia, nuestra santificación. La pereza espiritual es un cáncer que apaga el fervor. Nos llama a examinar nuestras vidas: ¿En qué áreas he sido negligente? ¿Qué he estado posponiendo en mi caminar con Dios que Él considera un "asunto serio"?

2. El Fuego Interior: "...fervientes en espíritu..."

Este es el antídoto contra la pereza. "Fervientes" proviene del griego zeó, que significa hervir, estar ardiente, bullir. Es una palabra que denota calor intenso, pasión y energía. No se refiere a un arrebato emocional momentáneo, sino a un fuego constante que arde en lo profundo del ser ("en espíritu"). Es la misma palabra que se usa en Hechos 18:25 cuando Apolos es descrito como "ferviente de espíritu" mientras enseñaba.

Este fervor es la chispa del Espíritu Santo dentro de nosotros, que debemos avivar constantemente (2 Timoteo 1:6). Es lo opuesto a la tibieza que Dios detesta (Apocalipsis 3:16). Un corazón ferviente se caracteriza por el entusiasmo, la pasión por las cosas de Dios y un amor que se active. Es una disposición interna que impulsa la acción externa. ¿Cómo está tu temperatura espiritual? ¿Ardes por Cristo o te has enfriado por las distracciones del mundo, el cansancio o el pecado?

3. La Expresión Práctica: "...sirviendo al Señor."

El fervor interior no es para una experiencia mística privada. Tiene un propósito y una dirección: el servicio. La frase "sirviendo al Señor" (en griego, douleuontes tō Kyriō) utiliza la palabra para esclavitud (douleuō). Implica una consagración total, un servicio dedicado y exclusivo. Aquí es donde la teología se convierte en práctica.

Este servicio no se limita a actividades dentro de la iglesia. Es una mentalidad que transforma cada acción—barriendo una casa, escribiendo un informe, cuidando de un niño, mostrando amabilidad a un extraño—en un acto de adoración hecho para el Señor y no para los hombres (Colosenses 3:23). El "fervor en el espíritu" es el combustible, y el "servir al Señor" es la maquinaria que ese combustible pone en marcha. Un cristiano ferviente es, por definición, un cristiano que sirve.

La Conexión con el Todo: El Contexto de Romanos 12
Este versículo no está solo. Está rodeado de otras exhortaciones que le dan color y textura.

Está precedido por el versículo 10: "Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros." El servicio ferviente comienza con una actitud humilde de poner a los demás primero.

Le sigue el versículo 12: "Gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración." El servicio no siempre es fácil. La esperanza, la perseverancia y la oración son los sostenes que mantienen vivo nuestro fervor en tiempos de prueba.

Aplicación para Hoy: Avivando la Llama
En un mundo que promueve el agotamiento, el cinismo y el "quiet quitting" (abandono silencioso), el mandato de Romanos 12:11 es radicalmente contracultural. Nos llama a:

Examinarnos: Identificar las áreas de pereza o negligencia en nuestra vida espiritual y práctica.

Avivar el fuego: Buscar intencionalmente la presencia de Dios through la oración, la adoración, la Palabra y la comunión con otros creyentes fervientes. No podemos generar este fuego nosotros mismos; es obra del Espíritu, pero debemos cooperar.

Redirigir nuestra motivación: Recordar que nuestro servicio más mundano es en realidad "para el Señor". Esto le da dignidad eterna a cada tarea.

Buscar el balance: El fervor no es sobreactivación hasta el agotamiento. El mismo Señor a quien servimos nos invita a descansar en Él (Mateo 11:28). Un fuego ardiente pero sostenible es el objetivo.

Conclusión: Un Sacrificio Vivo y Ardiente
Todo se remonta a Romanos 12:1. Un "sacrificio vivo" no es uno que se consume y se apaga rápidamente en un solo momento de gloria. Es un fuego que debe arder constantemente en el altar, alimentado día y noche (Levítico 6:12). Romanos 12:11 es la descripción de cómo se mantiene ese fuego: rechazando la pereza que lo sofoca, alimentando la llama interior del Espíritu y dejando que ese calor se irradie en un servicio práctico y amoroso a nuestro Señor.

Oración
Señor Dios y Padre nuestro,

Te damos gracias por tu Palabra, que es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino. Gracias por el llamado claro de Romanos 12:11, que nos desafía a no conformarnos con una vida espiritual mediocre.

Reconocemos, Padre, que a menudo hemos cedido a la pereza. Hemos sido negligentes en las cosas que a Ti te importan. Hemos permitido que el fuego de nuestro primer amor se enfríe bajo las preocupaciones de este mundo. Perdónanos.

Te pedimos hoy, Espíritu Santo, que avives la llama en nuestro interior. Haz que nuestro espíritu bulla de fervor por Ti, por tu Palabra, por tu obra y por tu gente. Lléname de una pasión santa que no se pueda contener.

Guíame a vivir este día, y todos los días, con una mentalidad de servicio. Que cada tarea, grande o pequeña, sea hecha como para Ti y no para los hombres. Que mi vida sea un sacrificio vivo, ardiente y continuo, que te glorifique.

Ayúdame a preferir a otros, a perseverar en la tribulación con gozo y a ser constante en la oración, para que mi servicio sea sostenido por tu gracia.

Que todo lo que haga sea impulsado por un corazón agradecido por tus misericordias.

En el nombre de Jesús, el siervo perfecto y ferviente, Amén.

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