"Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén."
— Filipenses 4:20 (RVR60)
Introducción: Un Corazón que Proclama Gloria
En medio de una carta llena de exhortaciones prácticas, consejos sobre el gozo y la paz, y expresiones de gratitud, el apóstol Pablo concluye una sección importante con una doxología: una declaración de alabanza a Dios. Filipenses 4:20 no es solo una frase ceremonial, sino un recordatorio poderoso de que toda la vida del creyente debe estar marcada por la adoración.
1. La Gloria que Pertenece a Dios
La palabra "gloria" (en griego, "doxa") se refiere al esplendor, la honra y la majestad que solo merece el Creador. Pablo no atribuye esta gloria a los logros humanos, a las circunstancias favorables o a las bendiciones recibidas, sino "al Dios y Padre nuestro".
Dios como Padre: Nos recuerda que Él no es un ser distante, sino un Padre amoroso que cuida de Sus hijos (Filipenses 4:19).
Gloria eterna: La expresión "por los siglos de los siglos" enfatiza que Su grandeza trasciende el tiempo. No hay principio ni fin en Su dignidad.
Reflexión: ¿Estás dando a Dios la gloria en cada área de tu vida, incluso en las pruebas?
2. Un "Amén" de Fe
Pablo cierra este versículo con un "Amén", palabra hebrea que significa "así sea" o "en verdad". Este no es un simple final religioso, sino una afirmación de fe:
Confianza: Reconocemos que Él es digno de toda adoración.
Sumisión: Aceptamos que Su voluntad es perfecta.
Aplicación: Cuando decimos "Amén", estamos alineando nuestro corazón con la verdad de Dios.
3. Gloria en Todo Tiempo
El contexto de Filipenses 4 muestra que Pablo escribió esto después de hablar del contentamiento (4:11-13), de la provisión divina (4:19) y de la paz que sobrepasa todo entendimiento (4:7). Aun en la escasez, el conflicto o la incertidumbre, la gloria de Dios sigue siendo el enfoque.
Ejemplo: Job, en medio de su sufrimiento, declaró: "Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito" (Job 1:21).
Conclusión: Vivir para Su Gloria
Filipenses 4:20 nos desafía a vivir con una perspectiva eterna, donde cada oración, trabajo y sueño lleve el sello de "Soli Deo Gloria" (Solo a Dios la gloria). No importa la situación, Él merece nuestra alabanza perpetua.
Oración
Padre celestial, hoy te reconozco como el único digno de toda gloria y honra. Ayúdame a recordar, en las alegrías y en las luchas, que Tú reinas por siempre. Que mi vida sea un eco constante de Filipenses 4:20, proclamando tu grandeza con gratitud y humildad. Amén.
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