VERDADERAMENTE LIBRES: LA LIBERTAD COMPLETA EN CRISTO

"Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" Juan 8:36 (RVR60).

Este versículo, pronunciado por Jesús, contiene una de las declaraciones más poderosas sobre la libertad que Él ofrece. En el contexto de este pasaje, Jesús está hablando con los judíos que habían creído en Él, enseñándoles sobre la verdad que trae libertad. Su declaración trasciende el tiempo y sigue siendo una verdad transformadora para nosotros hoy. Jesús no solo promete libertad, sino que afirma que la verdadera libertad solo se encuentra en Él.

La frase "si el Hijo os libertare" apunta directamente a la obra redentora de Cristo. Jesús es el Hijo de Dios, enviado al mundo para liberar a la humanidad del pecado y de la muerte espiritual. Esta libertad no es algo que podamos ganar o merecer por nuestros propios esfuerzos; es un regalo que solo el Hijo puede otorgar. Desde el principio, el pecado ha esclavizado a la humanidad, separándonos de Dios y llevándonos a vivir bajo la opresión de nuestros deseos y del enemigo. Sin embargo, Jesús vino para romper esas cadenas. A través de Su muerte en la cruz y Su resurrección, Él venció el poder del pecado y abrió el camino para que podamos experimentar una relación libre y plena con Dios.

La segunda parte del versículo, "seréis verdaderamente libres", enfatiza la calidad y profundidad de la libertad que Jesús da. No se trata de una libertad superficial o temporal, sino de una libertad completa y eterna. A menudo, el mundo define la libertad como la capacidad de hacer lo que queremos, pero esta idea está lejos de la verdadera libertad que Cristo ofrece. La libertad en Jesús no es simplemente independencia; es la capacidad de vivir conforme a la voluntad de Dios, libres de la esclavitud del pecado, la culpa y el miedo. Es una libertad que transforma nuestro corazón, nuestra mente y nuestra vida, dándonos propósito y plenitud en Él.

Esta verdadera libertad también implica una restauración de nuestra identidad. Cuando somos liberados por Jesús, somos restaurados como hijos e hijas de Dios. Ya no somos definidos por nuestras fallas, nuestros pecados o nuestras circunstancias. En Cristo, somos hechos nuevos (2 Corintios 5:17) y somos capacitados para vivir en la verdad. Esto significa que no tenemos que ser esclavos del pasado, de nuestros errores, o de las expectativas del mundo. Podemos caminar en la certeza de que somos amados, perdonados y aceptados por Dios.

Sin embargo, esta libertad requiere de nuestra respuesta. Jesús ofrece libertad, pero debemos estar dispuestos a recibirla. Esto implica reconocer nuestra necesidad de Él y entregar nuestras vidas a Su señorío. A menudo, las cadenas que nos atan son aquellas que hemos permitido que permanezcan en nuestra vida, ya sea por orgullo, miedo o incredulidad. Jesús nos llama a dejar todo a Sus pies y a confiar en que Su sacrificio es suficiente para romper cualquier atadura.

Este versículo también nos desafía a reflexionar sobre las áreas de nuestra vida donde quizás no hemos permitido que Jesús traiga Su libertad. ¿Estamos todavía cargando con la culpa de nuestros pecados, aunque Jesús ya nos ha perdonado? ¿Estamos permitiendo que el temor o las preocupaciones dominen nuestra mente, en lugar de confiar en la paz que Él nos da? La verdadera libertad en Cristo no solo se experimenta al principio de nuestra fe, sino que es un proceso continuo mientras permitimos que Su verdad y Su Espíritu transformen cada aspecto de nuestra vida.

Finalmente, esta libertad nos da un propósito. No somos liberados simplemente para nuestro beneficio personal, sino para glorificar a Dios y para ayudar a otros a conocer la libertad que solo Jesús puede ofrecer. Como creyentes, somos llamados a ser testigos de Su poder liberador, compartiendo con otros el mensaje del evangelio y mostrándoles que la verdadera libertad está disponible para todos aquellos que ponen su fe en Cristo.

Oración

Señor Jesús, gracias porque en Ti encontramos la verdadera libertad. Gracias por liberarme del poder del pecado, de la culpa y del temor. Hoy me rindo completamente a Ti, entregándote cualquier área de mi vida que aún no haya sido transformada por Tu verdad. Ayúdame a caminar en la plenitud de la libertad que has ganado para mí, y úsame para compartir Tu mensaje de esperanza con aquellos que todavía necesitan ser liberados. Gracias por Tu amor y Tu sacrificio. En Tu nombre oro, amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aclaración

Este Blog no tiene fines de lucro, ni propósitos comerciales, el único interés es compartir los gustos y las preferencias de su autor, con personas afines. Julio Carreto. Predicador