TESTIGOS VALIENTES: OBEDIENCIA Y PODER DEL ESPÍRITU SANTO

"Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen". Hechos 5:32 (RVR60).

Este versículo es una declaración poderosa de los apóstoles, quienes valientemente proclamaron su fe frente al concilio judío. A pesar de la oposición, reafirmaron su compromiso con Cristo y el papel del Espíritu Santo en sus vidas. Este texto destaca dos elementos fundamentales en la vida cristiana: el llamado a ser testigos y la obra del Espíritu Santo en los que obedecen a Dios.

Ser testigos de Cristo

La primera parte del versículo dice: "Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas". Los apóstoles se refieren a su experiencia directa con Jesús: caminaron con Él, escucharon Sus enseñanzas, fueron testigos de Su muerte en la cruz y de Su gloriosa resurrección. Ellos no hablaban de oídas, sino de lo que habían visto y experimentado personalmente. Este llamado a ser testigos no se limita a los apóstoles, sino que se extiende a todos los creyentes. Aunque no hemos visto físicamente a Jesús, somos testigos de Su obra en nuestras vidas y en las vidas de los demás.  

Ser un testigo significa compartir lo que hemos recibido y experimentado: el amor, el perdón, y la gracia de Dios. Nuestro testimonio no es solo verbal, sino también visible en la manera en que vivimos. Cada creyente tiene una historia que contar sobre cómo Dios lo ha rescatado, transformado y sostenido. Ser testigos es tanto un privilegio como una responsabilidad; es nuestra forma de glorificar a Dios y señalar a otros hacia la verdad del evangelio.

El papel del Espíritu Santo

La segunda parte del versículo añade: "y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen". Este es un recordatorio de que no estamos solos en nuestra misión de ser testigos. El Espíritu Santo es el regalo de Dios para todos los que obedecen Su palabra y siguen a Cristo.  

El Espíritu Santo es quien nos capacita para testificar con valentía, incluso en medio de la oposición. En el contexto de este pasaje, los apóstoles enfrentaban amenazas y persecución, pero no retrocedieron porque el Espíritu Santo les daba fortaleza y sabiduría. Del mismo modo, hoy el Espíritu Santo nos guía, nos da poder y nos ayuda a vivir en obediencia a Dios.  

La obediencia es clave para experimentar la plenitud del Espíritu Santo en nuestras vidas. Cuando obedecemos a Dios, abrimos nuestras vidas para que Su Espíritu trabaje en nosotros, moldeando nuestro carácter, revelándonos Su voluntad y capacitándonos para cumplir Su propósito. La obediencia no significa perfección, sino una disposición constante a someternos a Su dirección y confiar en Su plan.  

Un llamado a la valentía y la obediencia

Este versículo también nos desafía a vivir una vida de valentía y obediencia. Los apóstoles estaban dispuestos a enfrentar cualquier consecuencia por proclamar el evangelio, porque sabían que estaban respaldados por Dios. De la misma manera, somos llamados a no avergonzarnos de nuestra fe y a confiar en que el Espíritu Santo nos dará las palabras y el coraje necesarios en cada situación.  

Además, el Espíritu Santo no solo testifica junto con nosotros, sino que también transforma nuestras vidas para que reflejen la naturaleza de Cristo. Esto significa que nuestro testimonio no se limita a palabras, sino que se manifiesta en nuestras acciones y en nuestra obediencia diaria. Una vida rendida a Dios es el testimonio más poderoso que podemos ofrecer.  

Este versículo nos recuerda que, al ser testigos y obedecer a Dios, no estamos actuando por nuestras propias fuerzas. Dios nos ha dado el Espíritu Santo para que camine con nosotros, nos guíe y nos fortalezca en todo momento. Esto nos da la confianza de que nuestra vida puede impactar a otros y glorificar a Dios, independientemente de los desafíos que enfrentemos.

Oración

Señor, gracias por el privilegio de ser testigo de Tu amor y de Tu obra en mi vida. Ayúdame a vivir con valentía y a proclamar Tu verdad sin temor. Gracias por el regalo del Espíritu Santo, quien me guía, me fortalece y me transforma. Enséñame a obedecerte cada día y a confiar en Tu poder para cumplir con Tu propósito. Que mi vida refleje Tu gloria y que otros puedan conocerte a través de mi testimonio. En el nombre de Jesús, amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aclaración

Este Blog no tiene fines de lucro, ni propósitos comerciales, el único interés es compartir los gustos y las preferencias de su autor, con personas afines. Julio Carreto. Predicador