"Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén". Mateo 6:13 (RVR60).
Este versículo es parte de la oración modelo que Jesús enseñó a sus discípulos, conocida como el Padre Nuestro. En esta breve pero profunda frase, encontramos una súplica llena de humildad, dependencia y reconocimiento de la soberanía de Dios. Jesús nos instruye a pedir a Dios protección contra la tentación y el mal, reconociendo que necesitamos Su poder para vivir una vida que le honra.
Y no nos metas en tentación"
Esta petición no significa que Dios nos lleva a pecar, pues sabemos por Santiago 1:13 que Dios no tienta a nadie. Más bien, es un ruego para que Él nos guíe lejos de situaciones donde nuestra fe pueda ser debilitada o donde el enemigo pueda encontrar terreno para hacernos caer. Es un reconocimiento de nuestra debilidad humana y nuestra total dependencia de Dios. Por nosotros mismos, somos incapaces de resistir las tentaciones; pero cuando pedimos la ayuda de Dios, Él nos da la fuerza y el discernimiento para enfrentarlas.
Esta parte de la oración nos recuerda que debemos estar siempre vigilantes y conscientes de nuestras limitaciones. La tentación es una realidad en la vida cristiana, pero al pedir a Dios que no permita que caigamos en ella, estamos declarando nuestra confianza en Su capacidad para guardarnos. Además, nos invita a vivir con un corazón humilde, reconociendo que sin Él no podemos vencer.
Mas líbranos del mal"
La segunda parte de este versículo es un ruego por protección y liberación. Aquí pedimos a Dios que nos guarde del mal en todas sus formas: las acechanzas del enemigo, las pruebas que pueden destruirnos, las influencias dañinas del mundo y nuestra propia inclinación al pecado. Es una oración por seguridad espiritual, física y emocional. Al orar esto, reconocemos que no solo necesitamos evitar la tentación, sino también ser liberados de los ataques del maligno.
El "mal" al que se refiere Jesús incluye tanto las fuerzas externas como las internas. Por un lado, está el enemigo, Satanás, quien busca constantemente nuestra destrucción (1 Pedro 5:8). Por otro lado, están las influencias de un mundo caído y nuestras propias luchas internas con el pecado. Pero al orar esta frase, recordamos que Dios es nuestra fortaleza y refugio, y que Su poder es suficiente para protegernos de cualquier ataque. En Cristo, tenemos la victoria sobre el mal, y esta oración nos recuerda que debemos vivir en esa verdad.
"Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos"
Esta doxología final nos lleva a la adoración y la rendición total. Después de presentar nuestras súplicas, volvemos a enfocarnos en quién es Dios. Él es el Rey soberano, el único que tiene el poder absoluto y la gloria eterna. Reconocer esto nos da confianza en nuestras peticiones, porque sabemos que estamos orando al Dios que gobierna sobre todas las cosas. Él tiene el poder para protegernos del mal y para darnos la victoria sobre la tentación.
Estas palabras también nos recuerdan que todo en nuestra vida debe apuntar a la gloria de Dios. La oración no es solo para satisfacer nuestras necesidades o deseos, sino para alinear nuestro corazón con Su voluntad y para que Su nombre sea glorificado. Vivir con esta perspectiva transforma nuestra manera de enfrentar las pruebas y tentaciones, porque sabemos que todo lo que hacemos tiene un propósito eterno: glorificar a nuestro Rey.
Reflexión final
Mateo 6:13 nos enseña a vivir en una actitud de humildad y dependencia de Dios. Nos recuerda que las tentaciones y el mal son realidades constantes en la vida cristiana, pero también que tenemos un Padre celestial que está dispuesto y es capaz de guardarnos. Al pedirle protección y liberación, declaramos nuestra fe en Su poder y soberanía. Y al reconocer que Suya es la gloria, afirmamos que nuestra vida está en Sus manos y que todo lo que enfrentamos tiene un propósito eterno.
Cada vez que ores el Padre Nuestro, permite que estas palabras sean más que una repetición. Que sean una declaración de fe, una súplica sincera y un recordatorio de la grandeza de Dios. En tiempos de prueba, recuerda que no estás solo y que puedes confiar en Su cuidado y dirección.
Oración
Señor, guíame lejos de la tentación y protégeme del mal que me rodea. Reconozco mi debilidad y mi necesidad de Tu poder para resistir y vencer. Gracias porque eres mi refugio y mi fortaleza en tiempos de prueba. Tuyo es el reino, el poder y la gloria por siempre, y en Ti confío plenamente. Ayúdame a vivir cada día para Tu gloria y en total dependencia de Ti. En el nombre de Jesús, amén.
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