"Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; sobre toda la tierra sea tu gloria". Salmo 57:5 (RVR60)
El Salmo 57 es una hermosa oración escrita por David durante un tiempo de gran angustia. Se cree que este salmo fue compuesto cuando David se encontraba escondido en una cueva, huyendo de la persecución del rey Saúl. A pesar de su situación, este salmo es un canto de alabanza y confianza en Dios, mostrando cómo la fe y la adoración pueden superar incluso los momentos más oscuros.
En el versículo 5, David clama: "Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; sobre toda la tierra sea tu gloria". Esta declaración es una expresión de adoración y reverencia hacia Dios, quien es digno de toda exaltación, sin importar las circunstancias. A través de estas palabras, David nos enseña una lección crucial: en medio de nuestras dificultades, podemos elegir levantar nuestra mirada hacia Dios y proclamar Su grandeza, sabiendo que Él es soberano y fiel.
"Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios"
Esta frase muestra que David reconoce la grandeza y la majestad de Dios. Cuando dice "sobre los cielos", está señalando que Dios está por encima de toda creación, reinando con poder y autoridad. No importa cuán caótica sea nuestra vida, Dios sigue siendo el Rey del universo, el Todopoderoso que gobierna sobre todo. En tiempos de angustia, es fácil enfocarnos en nuestros problemas y sentirnos abrumados, pero David nos recuerda que debemos elevar nuestra mirada y recordar quién es Dios. Exaltarlo significa reconocer Su soberanía y Su carácter inmutable: Él es santo, justo, amoroso y fiel.
"Sobre toda la tierra sea tu gloria"
La gloria de Dios no se limita a un lugar o a un momento específico; está destinada a llenar toda la tierra. David desea que el nombre de Dios sea conocido y honrado en cada rincón del mundo, y esta debería ser también nuestra oración. Cuando enfrentamos pruebas, nuestra reacción natural puede ser centrarnos en nuestras dificultades, pero David nos enseña a poner el foco en Dios y Su gloria. Al hacerlo, nuestras preocupaciones disminuyen en comparación con la magnificencia de Dios.
Proclamar la gloria de Dios en nuestras vidas también significa vivir de una manera que lo refleje a Él. Nuestra confianza en medio de las pruebas, nuestra adoración sincera y nuestra fe en Su poder para obrar, son formas en las que podemos mostrar Su gloria al mundo. Incluso en tiempos de dificultad, nuestra alabanza puede ser un testimonio poderoso de la bondad y la grandeza de Dios.
Un corazón que exalta a Dios en medio de las pruebas
Lo que hace este versículo aún más impactante es el contexto en el que David lo escribe. Es un hombre perseguido, viviendo en una cueva, sin saber qué será de su futuro. Sin embargo, su enfoque no está en su sufrimiento, sino en la gloria de Dios. Este es un ejemplo poderoso de cómo debemos reaccionar ante los desafíos de la vida. En lugar de dejarnos dominar por el miedo o la desesperación, podemos elegir confiar en Dios, alabarlo y exaltar Su nombre.
La alabanza no significa ignorar nuestras dificultades, sino reconocer que Dios es más grande que cualquier problema que enfrentemos. Al proclamar Su gloria y exaltarlo, encontramos fuerza y esperanza. Nos recuerda que nuestra situación actual no define nuestro destino y que el Dios que está por encima de los cielos es también el que camina con nosotros en nuestras luchas.
Aplicación práctica
En nuestras vidas, enfrentamos momentos de incertidumbre y desafíos. En esos momentos, ¿dónde ponemos nuestra atención? ¿En el problema o en el Dios que está por encima de todo? Este versículo nos invita a levantar nuestra mirada hacia Dios y proclamar Su grandeza. Cada vez que lo hacemos, renovamos nuestra fe y nos alineamos con Su propósito eterno.
También nos reta a ser testigos de Su gloria. ¿Cómo estamos mostrando a los demás que Dios es digno de toda exaltación? Nuestras palabras, actitudes y acciones deben reflejar que creemos en un Dios soberano que merece toda nuestra adoración.
Oración
Señor, exaltado seas sobre los cielos, y que Tu gloria sea conocida en toda la tierra. Ayúdame a mantener mi mirada fija en Ti, especialmente en los momentos de dificultad. Enséñame a confiar en Tu soberanía y a proclamar Tu grandeza con mi vida. Que mi alabanza y fe en Ti sean un testimonio de Tu poder y amor. Gracias porque Tú eres digno de toda exaltación, y porque en Ti encuentro esperanza y fortaleza. En el nombre de Jesús, amén.
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