"Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación". Romanos 15:2 (RVR60)
El apóstol Pablo, en este versículo, nos llama a considerar cómo nuestras acciones afectan a los demás. Vivimos en una sociedad donde muchas veces prevalece el individualismo, y es fácil enfocarnos solo en nuestras propias necesidades, deseos y opiniones. Sin embargo, este pasaje nos invita a adoptar una perspectiva diferente: buscar el bienestar de nuestro prójimo y actuar de manera que construyamos a los demás en lugar de buscar solamente nuestra propia satisfacción.
La frase "Cada uno de nosotros agrade a su prójimo" nos exhorta a salir de nuestra zona de comodidad y pensar en cómo podemos agradar a los demás. Este no es un llamado a complacer a otros de manera superficial o a sacrificar nuestras convicciones para ganar aprobación. Más bien, Pablo se refiere a un deseo genuino de servir y amar a los demás, mostrando consideración hacia sus necesidades, luchas y bienestar. Esta actitud refleja el carácter de Cristo, quien no buscó complacerse a sí mismo, sino que vino a servir y dar Su vida por nosotros.
"En lo que es bueno" nos recuerda que agradar al prójimo debe hacerse dentro de los límites de lo correcto según la Palabra de Dios. No se trata de hacer lo que otros quieren si eso nos lleva a comprometer nuestra fe o valores cristianos. Más bien, se trata de buscar maneras de ser de bendición a los demás que estén alineadas con la verdad de Dios. Esto puede incluir actos de bondad, palabras de ánimo, y ser un ejemplo de fe y amor en nuestras interacciones diarias. Agradar a nuestro prójimo en lo bueno significa actuar con integridad, sabiduría y compasión, siempre buscando el bien mayor para ellos.
El propósito de agradar a los demás, según Pablo, es "para edificación". La palabra "edificación" nos lleva a la imagen de construir algo sólido y duradero. Cuando buscamos agradar a nuestro prójimo en lo que es bueno, estamos ayudándoles a crecer espiritualmente, emocionalmente y, en algunos casos, físicamente. Nuestras acciones y palabras tienen el poder de edificar o destruir, y este pasaje nos anima a usar ese poder para construir. Edificar a otros significa fortalecer su fe, animarles en sus luchas y ayudarlos a avanzar hacia los propósitos de Dios en sus vidas.
Este llamado a edificar también nos desafía a ser conscientes de cómo nuestras acciones afectan a la comunidad de fe. En el contexto de la carta a los Romanos, Pablo estaba abordando tensiones entre los creyentes judíos y gentiles, quienes tenían diferentes perspectivas sobre ciertos aspectos de la ley y la práctica cristiana. En lugar de imponer nuestras preferencias o buscar ganar debates, Pablo nos anima a enfocarnos en lo que une y fortalece a la iglesia. Esto es especialmente importante hoy, cuando las diferencias de opinión pueden generar divisiones entre los creyentes. Buscar la edificación de nuestro prójimo significa priorizar el amor, la unidad y el crecimiento mutuo por encima de nuestras diferencias.
Al aplicar este versículo a nuestra vida diaria, debemos preguntarnos: ¿Estoy buscando edificar a las personas a mi alrededor? ¿Mis palabras y acciones reflejan el amor de Cristo? ¿Estoy dispuesto a renunciar a mis propios deseos para beneficiar a los demás? Este pasaje nos desafía a adoptar una mentalidad de servicio, recordando que nuestra meta como cristianos es amar como Cristo amó y construir una comunidad que refleje Su gloria.
Oración
Señor, ayúdame a vivir con un corazón que busque agradar a mi prójimo en lo que es bueno. Enséñame a edificar a los demás con mis palabras, acciones y actitudes, reflejando Tu amor y gracia. Que mi vida sea un testimonio de servicio y unidad, y que siempre busque el bienestar y el crecimiento espiritual de quienes me rodean. Dame sabiduría para actuar con integridad y compasión, y úsame como un instrumento para edificar a Tu pueblo. En el nombre de Jesús, amén.
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