¡LA PRUEBA DE QUE JESÚS ES EL MESÍAS!

Los profetas del Antiguo Testamento predijeron la venida de Jesús cientos y hasta miles de años antes de Su nacimiento en Belén. Sus predicciones no se hicieron solo en términos generales, como que: «vendrá un Mesías, un Salvador» etc., sino que profetizaron específicamente acerca de lugares, fechas y sucesos cumplidos en una única persona, de entre todas las que han venido al mundo: ¡Jesús de Nazaret! En esta breve lección hemos ordenado cronológicamente varias de las más destacadas profecías mesiánicas del Antiguo Testamento, extraídas textualmente de las Escrituras y seguidas de sus cumplimientos en el Nuevo Testamento.

SU NACIMIENTO

Profecía: Casi 750 años antes del nacimiento de Cristo, el profeta Isaías del Antiguo Testamento, profetizó: «Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un Hijo, y llamará su nombre Emanuel» (Isaías 7:14).

Cumplimiento: En cumplimiento exacto de esta profecía, María era una joven virgen, comprometida a casarse con José, carpintero de Nazaret, cuando el ángel Gabriel se le apareció diciéndole que iba a tener un niño. «Entonces dijo María al ángel, `¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón?` El ángel le contestó, `¡El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con Su sombra! Por lo cual también el santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.» (Lucas 1:26-35) (Emanuel significa: «Dios con nosotros». Y eso precisamente es Jesús para nosotros, los que le recibimos: ¡Dios está con nosotros!)

Profecía: «Porque un niño nos es nacido, Hijo nos es dado, y el principado sobre Su hombro; y se llamará Su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz» (Isaías 9:6. Profecía dada en el año 740 a.C.).

Cumplimiento: Esto demuestra que los judíos de antaño, a diferencia de los de hoy, creían que Dios tenía un Hijo, el cual habría de nacer de carne, Quien, según decía la profecía, sería llamado: «Dios Fuerte».

Profecía: En el siglo VIII a.C., Miqueas predijo exactamente en qué aldea iba a nacer el Mesías: «Pero tú, Belén, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será señor en Israel, cuya existencia es desde el principio, desde los días de la eternidad» (Miqueas 5:2. Profecía dada en el año 710 a.C.).

Cumplimiento: El Evangelio dice: «Jesús nació en Belén de Judea» (Mateo 2:1). Aunque los judíos sabían que su Mesías habría de nacer en ese pueblito (Mateo 2:4-6), ellos, como nación, no aceptaron que Jesús era su señor. Sin embargo, la profecía dice que «será Señor». Esto se cumple ya espiritualmente, entre aquellos que de voluntad le acepten como Mesías; ¡y pronto se cumplirá materialmente, cuando imponga Su Reino, a la fuerza, después de Su Segunda Venida!
La existencia de Jesús, como dice la profecía, «es desde el principio, desde los días de la eternidad». Jesús dijo: «Antes que Abraham fuese (alrededor del año 2.000 a.C.), Yo SOY.» (Juan 8:58) En ese pasaje El se refiría a sí mismo como el Dios eterno que se apareció a Moisés en la zarza ardiente, diciendo: «YO SOY EL QUE SOY» (Exodo 3:14), ¡el eterno Hijo de Dios! (Véase también Juan 1:1-3,14.)

ENTRADA TRIUNFAL EN JERUSALÉN

Profecía: El profeta Zacarías mandó al pueblo, mediante el Espíritu del Señor: «¡Alégrate mucho, hija de Sion! ¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén! He aquí, tu Rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna» (Zacarías 9:9. Profecía dada en el año 487 a.C.).

Cumplimiento: Cinco días antes de Su crucifixión, Jesús regresó a Jerusalén y dijo a Sus discípulos: «Id a la aldea que está en frente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó, y trajeron el asna y el pollino... y Jesús se sentó encima... y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: `¡Hosana al Hijo de David! ¡Bendito El que viene en el nombre del Señor!`» (Mateo 21:2- 10)
¡Imagínate! El Rey de reyes, la encarnación de Dios, entró humildemente en Jerusalén montado en un simple pollino de asna, ¡tal como había predicho 500 años antes Zacarías, profeta de Dios! Y esta parte de la profecía no sólo la cumplió Jesús, sino las muchedumbres, el pueblo de Jerusalén, que «se alegró mucho» y «dio voces de júbilo» y de alabanza al entrar él en la ciudad, ¡lo cual constituyó una prueba más de que en efecto Jesús de Nazaret era «el Rey» sobre el que había profetizado Zacarías!

SU TRAICIÓN

Profecía: Nuevamente Zacarías predice: «Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata.» (Zacarías 11:12. Profecía dada en el año 487 a.C.)

Cumplimiento: «Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: `¿qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?` Y ellos le asignaron treinta piezas de plata» (Mateo 26:14,15).

Profecía: «Y me dijo el Señor: `Echalo al tesoro, ¡hermoso precio con que me han apreciado!` Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa del Señor al tesoro.» (Zacarías 11:13. Profecía dada en el año 487 a.C.)

Cumplimiento: «Entonces Judas, el que le había entregado (a Jesús), viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes, y a los ancianos... y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. Y los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero para sepultura de los extranjeros.» (Mateo 27:3-6). ¡Las treinta piezas de plata «fueron echadas en la casa del Señor, al tesoro»!

SU JUICIO

Profecía: «Por arresto y por juicio fue arrebatado; y de Sus descendientes, ¿quién hablará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido» (Isaías 53:8. Profecía dada en el año 712 a.C.).

Cumplimiento: Jesús fue arrestado por los soldados del Sumo Sacerdote (Mateo 26:57). Tras juzgarlo en el tribunal religioso y condenarlo a muerte, lo ataron y lo entregaron a Pilato, el gobernador romano (Mateo 27:1-2). «Estando Pilato sentado en el tribunal... los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la gente... para que se ejecutase a Jesús» (Mateo 27:19-20). «Finalmente Pilato se lo entregó para que fuese crucificado» (Juan 19:16).
Pilato mismo sabía que Jesús era inocente, que no había hecho nada digno de muerte y que era únicamente por envidia que los jefes religiosos judíos querían que Jesús fuese ejecutado; de todos modos, éstos se valieron de su influencia política para forzar a Pilato a crucificarlo (Juan 18:28- 40; 19:1-16; Lucas 23:13-25; Mateo 27:18).

SU CRUCIFIXIÓN

Profecía: El rey David profetizó lo siguiente aproximadamente en el año 1.000 a.C.: «Perros Me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malvados, horadaron Mis manos y Mis pies. Puedo contar todos Mis huesos; entre tanto, la gente Me observa recreándose. Se han repartido Mis vestidos, y echan suertes sobre Mi ropa» (Salmo 22:16-18. Profecía dada alrededor del año 1.000 a.C.) (Véase también Zacarías 12:10; 13:6.)

Cumplimiento: Lo anterior fue escrito por el rey David, quien murió de muerte natural (como lo registra 1 Reyes Capítulo 1); de manera que no se refería a sí mismo, sino que, como profeta que era, ¡predijo el tipo de muerte que Cristo padecería! Como dice el Nuevo Testamento: «Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús (horadado sus manos y pies), tomaron sus vestidos, y los repartieron en cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también Su ropa interior, la cual era sin costura, de una sola pieza de arriba abajo. Entonces se dijeron unos a otros: No la partamos, sino echemos suerte sobre ella, a ver de quién será» (Juan 19:23,24).
Cabe añadir que los judíos de la época de David no practicaban la crucifixión —más bien apedreaban a los delincuentes—; sin embargo, David previó que el Mesías padecería ese tipo de muerte, ¡que diez siglos después habría de convertirse en el principal método de ejecución aplicado por el imperio Romano!

Profecía: A continuación tenemos otra profecía de David relacionada con «el Justo», o Mesías. Dice: «Muchas son las aflicciones del Justo, pero... él (Dios) guarda todos Sus huesos; ni uno de ellos será quebrantado» (Salmo 34:19,20. Profecía dada alrededor del año 1.000 a.C.).

Cumplimiento: A muchos de los justos siervos de Dios les han roto los huesos, especialmente al momento de su muerte y martirio, pero Jesús era «El Justo», «Mi Siervo justo» como le llamó Dios, Quien por medio de Su muerte «justificaría —o haría justos— a muchos» (Isaías 53:11,12). Dios, para probar que él era «El Justo» Quien «justificaría a muchos», ¡no permitió que ninguno de Sus huesos fuera quebrado!
Jesús fue crucificado en víspera de la Pascua de los hebreos; y para cercionarse de que los cuerpos de los ladrones y el de Jesús no quedaran colgados en la cruz durante el día sagrado de los judíos —ya que a veces la crucifixión duraba días— quebraron las piernas a los ladrones, lo cual hizo que sus cuerpos se combaran, obstaculizando la respiración y causando una muerte rápida. «Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas» (Juan 19:31- 33).
Jesús fue «el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29), y fue crucificado en la época de la Pascua judía, fiesta religiosa en la que todas las familias hebreas mataban un cordero como ofrenda por sus pecados. En ese mismísimo momento, Jesús, «el Cordero de Dios», moría por los pecados de la humanidad. Por decreto divino al cordero pascual no se debía quebrar ningún hueso (Exodo 12:46), ¡detalle que se cumplió también en la muerte de Jesús!

SU SEPULTURA

Profecía: «Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte» (Isaías 53:9).

Cumplimiento: A los ojos de Sus implacables enemigos religiosos, Jesús fue un criminal, un impío, ya que «crucificaron con él a dos ladrones» (Mateo 27:38). Después de Su muerte, «vino un hombre rico llamado José... éste fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús... y tomando José el cuerpo... lo puso en su sepulcro nuevo», ¡¡¡un sepulcro de los ricos!!! (Mateo 27:57-60)

SU RESURRECCION

Profecía: «Porque no dejarás mi alma en el seol (la tumba, la muerte), ni permitirás que Tu Santo vea corrupción (descomposición).» (Salmo 16:10. Profecía que data aproximadamente del año 1.000 a.C.)

Cumplimiento: El rey David, quien dio la profecía, murió, fue enterrado, y su carne vio corrupción y se descompuso. Pero Jesús fue levantado de la tumba y del seol tres días después de Su muerte y «Su alma no fue dejada en el hades (o la tumba), ni su carne vio corrución» (Hechos 2:27-31). Como dijo el ángel a los plañideros que acudieron a la tumba de Jesús: «¡No está aquí, sino que ha resucitado! ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?» (Lucas 24:6,5).
¡Jesús está vivo! ¡Las Escrituras demuestran que anduvo por la tierra durante 40 días después de Su resurrección y fue visto por centenares de seguidores! (Hechos 1:3; 1 Corintios 15:4-6) Luego ascendió hacia los Cielos, donde está sentado a la diestra del trono de Dios (Marcos 16:19).

AÑO EXACTO DE SU CRUCIFIXIÓN

Profecía: «Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete hebdómadas (espacio de siete años), y sesenta y dos hebdómadas (un total de 69); se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las 62 hebdómadas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí» (Daniel 9:25,26). (Profecía dada en el año 538 a.C.)
Los ejércitos de Babilonia destruyeron por completo la ciudad de Jerusalén en el año 586 a.C., cuando los judíos fueron deportados y llevados en cautiverio. Pero al cabo de 133 años, en el año 453 a.C., Artajerjes Longímano, rey del imperio Persa, dio a los judíos la orden de marcharse (del cautiverio rumbo a la tierra de Israel), «para restaurar y edificar a Jerusalén».
Sabemos que la orden se emitió en el año 453 a.C. y que a Jesús «le fue quitada la vida» en el año 30 d.C. Total que si sumamos 453 años a.C. a 30 años d.C. equivale a 483 años. Veamos ahora si la profecía específica y el calendario anunciado por Daniel coinciden con esta cifra:
La profecía anunció que desde el momento en que se diera la orden hasta la muerte del Mesías Príncipe, transcurriría ¿cuánto tiempo? «7 hebdómadas más 62 hebdómadas», o sea, 69 hebdómadas. 69 hebdómadas serían 69 x 7 = 483. En otras palabras, Daniel predijo que transcurrirían 69 hebdómadas (espacios de siete años) , o sea 483 años, desde el momento en que saliera la orden de edificar Jerusalén hasta que se le «quitara la vida» al Mesías. ¡Y ése fue exactamente el número de años transcurridos entre las fechas 453 a.C. y 30 d.C., cuando murió Jesús! ¡Qué cumplimiento tan exacto y asombroso de la profecía! Vale decir que esta sorprendente profecía fue recibida en el año 538 a.C., ¡casi 600 años antes de que Jesús el Mesías fuera crucificado!
Asimismo es interesante observar que este período de 483 años se dividía en dos partes: primero una de 7 hebdómadas (49 años), seguida de otra de 62 (434 años). La historia revela que a partir del momento en que se emitió la orden de «reedificar los muros y las plazas de Jerusalén», los judíos en efecto tardaron 49 años. Una vez reconstruida la ciudad, ¡transcurrieron exactamente 434 años (62 hebdómadas) hasta que fue crucificado Jesús, el Mesías!
36. La profecía de Daniel prosigue, aportando pruebas innegables de que aquel Mesías de que hablaba tuvo que ser Jesús:

DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN DESPUÉS DE SU VENIDA

Profecía: «Y después de las 62 hebdómadas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí, y el pueblo de un principe que ha de venir destruirá la ciudad (de Jerusalén) y el Santuario (el templo judío)» (Daniel 9:26). Dicho de otro modo, según esta profecía, ¡después de la muerte del Mesías, la ciudad de Jerusalén y el templo de los judíos serían destruidos! ¿Lo fueron? ¡Sí! ¡Apenas 40 años después!

Cumplimiento: Después de quitársele la vida a Jesús (cuando fue crucificado en el año 30 d.C.), «no por sí», sino por los pecados del mundo, ¿sabes qué le sucedió a Jerusalén y al templo de los judíos? En el año 70 d.C. la legiones romanas del emperador Vespasiano («el pueblo del príncipe»), al mando de su hijo —el general Tito—, entraron en Jerusalén y la quemaron totalmente, ¡destruyendo tan devastadoramente su Santuario que no quedó piedra sobre piedra!
¡Jesús mismo, en una serie de profecías asombrosamente detalladas, pronunciadas 40 años antes de estos catastróficos sucesos, predijo con exactitud lo que iba a suceder! (Véase Mateo 24:1-2; Lucas 19:42-44; 21:20- 24)

CIERRE DE LA PUERTA ORIENTAL DESPUÉS DE SU VENIDA

Profecía: «Me hizo volver hacia la puerta exterior del Santuario, la cual mira hacia el Oriente, y estaba cerrada. Me dijo el Señor: Esta puerta estará cerrada; no se abrirá, ni entrará por ella hombre, porque el Señor Dios de Israel entró por ella; estará, por tanto, cerrada» (Ezequiel 44:1,2. Profecía dada en el año 572 a.C.).

Cumplimiento: Cuando Jesús («el Señor Dios de Israel») hizo Su entrada triunfal en Jerusalén sobre el lomo de un pollino de asna, vino del monte de los Olivos e ingresó por la Puerta Oriental (Mateo 21:9-12), la cual desemboca en los atrios del Templo, como dice aquí: «la puerta exterior del Santuario, la cual mira hacia el Oriente».
En el año 70 d.C., la ciudad de Jerusalén fue completamente destruida y permaneció en ruinas hasta siglos después. Pero en el año 542, el sultán Solimán, reconstruyó los muros de la ciudad. Como los judíos que habían rechazado a Cristo todavía creían que su Mesías habría de venir y haría aún su entrada triunfal en Jerusalén, Solimán (deseoso de evitar que los judíos se agrupasen en torno a un Mesías» para luego rebelarse) amuralló la «Puerta Oriental» cerrándola por completo, cumpliendo así inadvertidamente la antigua profecía de Ezequiel: «Estará cerrada... porque el Señor (Jesús), Dios de Israel, entró por ella». ¡Así, pues, la Puerta Oriental permanece sellada hasta la fecha!
La mayoría de los judíos creen que el Mesías aún no ha venido, pero según estos dos datos históricos ya cumplidos: 1) la destrucción de Jerusalén y 2) el cierre de la Puerta Oriental, el Mesías ya vino; y si no es Jesús de Nazaret, ¿quién es?
¿Quién más nació de una virgen en Belén, fue llamado Dios, hizo su entrada triunfal en Jerusalén montado en una asna, fue traicionado por 30 piezas de plata, proclamado inocente, y sin embargo, condenado injustamente a ser crucificado, tras lo cual los soldados repartieron entre sí Sus vestidos? ¿Quién más fue confundido con los impíos en su muerte, enterrado en la tumba de un rico para luego resucitar de entre los muertos, todo esto como cumplimiento de una profecía mesiánica? ¡La respuesta, es nada más y nada menos que Jesucristo! ¡Nótese además que las profecías expuestas aquí no son sino unas pocas de las casi 300 predicciones específicas del Antiguo Testamento que se vieron cristalizadas en Jesús!

¿POR QUÉ?

¿Por qué murió Jesús en aquella cruz? ¡Porque te amaba! ¡Te amó tanto como para ser castigado en tu lugar, morir y separarse temporalmente de Su Padre y así concederte a tí el Amor de Dios y Vida Eterna! Como dice otra profecía: «Todos como ovejas nos descarriamos, cada cual se apartó por su camino; mas el Señor cargó en él el pecado de todos nosotros. No hubo engaño en su boca. Con todo eso, el Señor quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. ¡Cuando haya puesto Su vida (la de Jesús) en expiación por el pecado, a través de su conocimiento justificará mi Siervo justo a muchos, y llevará él las iniquidades de ellos!» (Isaías 53:6,9- 11. Profecía dada en el año 750 a.C.)
¡Jesús murió por ti; y Dios pronunció todas estas profecías e hizo que se escribiesen y se conservasen a través de siglos y milenios para que mediante ellas cobraras fe y creyeras que «de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16). ¿Y tú? ¿Crees? ¿Tienes Vida Eterna?
Dios te ama y Jesús está a la puerta de tu corazón, esperando que le abras. él dijo: «He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz, y abre la puerta, entraré en él y cenaré con él y él conmigo» (Apoc. 3:20).

¿Te gustaría recibir a Jesús en tu corazón? De ser así, repite desde lo profundo de tu corazón esta sencilla oración:

Querido Jesús, sé que he cometido errores y lo lamento. Creo que Tú moriste por mis pecados y te pido, por favor, que entres en mi corazón y me perdones. ¡Ayúdame a vivir por Ti y por los demás, leyendo Tu Palabra y contándole a otros sobre Tu Amor! En el Nombre de Jesús, amén.

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