La Biblia en el arte

La influencia de la Biblia en la literatura, la música, la escultura y la arquitectura ha sido inmensa, apasionada y sorprendente. Bastaría mencionar algunos clásicos.

En la literatura:
• Las obras inmortales de John Milton, sobre todo El Paraíso perdido (1667), uno de los grandes poemas de la literatura universal, donde se narra la historia de la caída de Adán.
• Las bellas traducciones del libro de Job y del Cantar de los cantares, logradas por Fray Luis de León.
• El incomparable Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz.
• El prólogo del Fausto de Goethe, inspirado en el libro de Job.
• Los cuentos de Tolstoi.
• Las novelas de Dostoievsky.
El progreso del peregrino, de Juan Bunyan.

Grandes obras de la música, de igual forma, están basadas en temas bíblicos, como:
• Los corales y pasiones de Juan Sebastián Bach. En su lecho de muerte (1750), Bach dictó a su hijo político Cristián la música de la coral Estoy ante tu trono, y cuando terminó dijo: “Será la última música que componga en este mundo.”
• Los oratorios del compositor alemán Haendel.
• En el terreno de la música popular, los Negro spirituals de los Estados Unidos, los villancicos y muchas otras tonadas religiosas.

Aunque la escultura se originó en el paganismo, pueden admirarse grandes obras con temas de la Biblia:
• El Moisés de Miguel Angel es un bellísimo ejemplo.
• También los Cristos de piedra de las catedrales de Chartres y de Amiens.

Pero donde la influencia de la Biblia ha sido mayor es en la arquitectura de los templos, especialmente en los de estilo gótico y de la Edad Media.

A las catedrales de ese tiempo, decoradas con infinidad de motivos bíblicos (aunque junto a temas seculares e incluso paganos), se las ha llamado “Biblias de piedras”. Sus tímpanos, vitrales y fachadas exponían pasajes bíblicos de manera gráfica a un pueblo en su mayoría analfabeto.

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