1 Samuel 12:24 (RVR60)
"Solamente temed a Jehová, y servidle de verdad con todo vuestro corazón, porque considerado cuán grandes cosas ha hecho por vosotros."
Introducción: Un Momento Decisivo en la Historia de Israel
El capítulo 12 de 1 Samuel marca un punto de inflexión crucial para la nación de Israel. El profeta Samuel, ya anciano, se desponta del liderazgo político ante la insistencia del pueblo por tener un rey "como las demás naciones". Con un corazón pesado, pero fiel a Dios, Samuel presenta al rey Saúl. En un discurso final y solemne, Samuel repasa la fidelidad histórica de Dios frente a la infidelidad recurrente del pueblo. Es en este contexto de transición, advertencia y llamado al arrepentimiento donde encontramos este versículo que funciona como un faro en la niebla, un principio rector para la vida en cualquier época.
El versículo 12:24 no es una sugerencia amable; es un imperativo urgente. Samuel condensa en una sola frase la esencia de lo que significa vivir como pueblo del Pacto. No es una lista de reglas, sino una exhortación que abarca la actitud interna, la acción externa y la motivación fundamental del creyente.
1. "Solamente temed a Jehová..." – La Prioridad Absoluta
La palabra "solamente" es radical y excluyente. Elimina la competencia. En una época donde Israel estaba tentado a poner su temor en un rey humano, en los ejércitos filisteos o en los dioses cananeos, Samuel clama por una lealtad indivisa. El "temor a Jehová" no es un terror paralizante, sino un santo respeto, una reverencia profunda que reconoce la soberanía, el poder y la santidad de Dios. Es la postura del corazón que dice: "Tú eres Dios, y yo no lo soy".
En nuestra vida moderna, los "dioses" que demandan nuestro temor son más sutiles, pero igual de reales: el temor al qué dirán, a la inestabilidad financiera, al fracaso, a la soledad, a la enfermedad. Cuando "tememos" a estas cosas, les otorgamos un poder que no merecen. Ellas no son soberanas; Dios lo es. El llamado es a transferir todo nuestro "temor" —nuestra ansiedad, nuestra preocupación, nuestra sensación de vulnerabilidad— hacia el único Ser en el universo que es absolutamente digno de confianza y cuyo poder es absoluto. Temer a Dios es, paradójicamente, el camino para liberarnos de todos los demás temores.
2. "...y servidle de verdad con todo vuestro corazón" – La Respuesta Integral
El temor santo no nos lleva a escondernos de Dios, sino a acercarnos a Él para servirle. Samuel enfatiza tres cualidades de este servicio:
"De verdad" (o "en verdad"): Esto se refiere a la autenticidad y la fidelidad. Es un servicio que no es solo apariencia o ritual. No es un show para los domingos, sino una realidad que impregna cada aspecto de nuestra vida de lunes a sábado. Es lo opuesto a la hipocresía. Es un servicio que nace de una convicción genuina, no de la obligación o el deseo de quedar bien con los demás.
"Con todo vuestro corazón": Aquí se encuentra la esencia de la devoción. Dios no quiere sobras, migajas de nuestro tiempo, energía y amor. "Todo el corazón" significa una entrega completa, sin reservas. Es una consagración que involucra nuestras emociones, nuestra voluntad y nuestro intelecto. Es servirle no por lo que podemos obtener de Él, sino por quién Él es. Un corazón dividido produce un servicio débil y inconsistente. Un corazón íntegro, entregado por completo, es un instrumento poderoso en las manos de Dios.
El Servicio en Sí: Servir a Dios es adorarle a través de la obediencia. Es hacer que Su voluntad sea nuestra brújula. Este servicio se manifiesta en nuestra vocación, en nuestras relaciones familiares, en nuestra integridad en el trabajo, en nuestra compasión hacia el necesitado y en nuestra proclamación de Su evangelio. No es un conjunto de tareas religiosas, sino una vida vivida como ofrenda continua a Él (Romanos 12:1).
3. "...porque considerado cuán grandes cosas ha hecho por vosotros" – El Fundamento de Nuestra Devoción
Samuel no da una orden arbitraria. Él la fundamenta en la historia y en la experiencia. El llamado a la devoción radical no se basa en un "debería" vacío, sino en una memoria llena de gracia. La palabra "considerad" implica una acción deliberada: hacer una pausa, reflexionar, recordar.
¿Qué "grandes cosas" había hecho Dios por Israel? Los había liberado de Egipto, los había guiado por el desierto, les había dado la tierra prometida y les había enviado jueces como Samuel para rescatarlos de sus opresores. Su historia era un testimonio viviente de la fidelidad y el poder de Dios.
Para el creyente hoy, el llamado es el mismo: ¡Considera! Detente y recuerda. Haz una lista mental de Sus grandes obras a tu favor:
La obra suprema: la cruz de Cristo, el acto más grande de amor y redención.
El perdón de tus pecados y el don de la vida eterna.
Su fidelidad en proveer, guiar y sostenerte en los valles oscuros.
Las oraciones respondidas, las oportunidades inesperadas, la paz que superó todo entendimiento en medio del caos.
Cuando nuestra devoción se enfría, casi siempre es porque hemos dejado de "considerar". Hemos permitido que las preocupaciones del presente nublen los milagros del pasado. Al recordar sistemáticamente Su bondad, nuestro corazón se llena de gratitud, y la gratitud es el combustible que enciende un servicio alegre y sacrificial.
Conclusión: Un Llamado para Hoy
El mensaje de Samuel resuena a través de los siglos. En un mundo de lealtades divididas, ansiedades crecientes y servicios superficiales, Dios todavía clama: "Solamente a Mí". Él no comparte Su trono con reyes, con riquezas, con miedos o con ídolos modernos.
La vida de devoción radical no es un camino de restricción, sino de libertad. Es la libertad de saber a Quién pertenecemos y para Quién vivimos. Es la seguridad de que el Dios que ha hecho "grandes cosas" por nosotros en el pasado es el mismo que camina con nosotros en el presente y nos guarda para el futuro.
Hoy es el día para examinar nuestro corazón. ¿A quién o a qué estamos "temiendo" realmente? ¿Es nuestro servicio a Dios auténtico y con todo el corazón, o es un ritual vacío? ¿Hemos olvidado las grandes cosas que Él ha hecho?
Que podamos, como Israel en ese día crucial, elegir el temor del Señor y el servicio integral, sostenidos por el recuerdo constante de Su asombrosa gracia.
Oración
Señor Dios y Padre nuestro,
Ante Ti nos presentamos hoy, reconociendo Tu soberanía y Tu santidad. Confesamos que con demasiada frecuencia hemos permitido que otros temores se apoderen de nuestros corazones, desplazando el lugar que solo a Ti te pertenece. Perdónanos por nuestras lealtades divididas y por un servicio que a menudo es más por rutina que por devoción genuina.
Hoy, queremos decidir "solamente temerte a Ti". Quita de nosotros el temor al hombre, a la incertidumbre y al fracaso. Llénanos de un santo temor que nos impulse a adorarte en espíritu y en verdad.
Te pedimos que nos des un corazón íntegro, dispuesto a servirte "de verdad y con todo nuestro corazón". Que cada área de nuestra vida—nuestros pensamientos, palabras, acciones y relaciones—se convierta en un acto de servicio para Tu gloria.
Y, sobre todo, aviva en nosotros la memoria. Ayúdanos a "considerar" cada día las grandes cosas que has hecho: el don inefable de Tu Hijo, Jesucristo, el perdón de nuestros pecados, y Tu fidelidad constante en cada temporada de nuestra vida. Que esta gratitud sea el motor de nuestra adoración y obediencia.
Te lo pedimos en el nombre poderoso de Jesús, Amén.
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