"Sean llena mi boca de tu alabanza y de tu gloria todo el día." — Salmo 71:8 (RVR60)
Introducción: Un Anhelo que Trasciende las Circunstancias
El Salmo 71 es un canto de confianza en la vejez, una oración impregnada de la experiencia de una vida caminando con Dios. El versículo 8 no surge de un corazón ingenuo o de un momento de pura felicidad. Por el contrario, brota de un hombre que ha conocido el peligro, la incomprensión y la fragilidad (versículos 1-7). Es en este contexto donde el salmista expresa un anhelo profundo y decidido: que su boca esté llena de la alabanza y la gloria de Dios "todo el día". Esta no es una petición casual, sino la declaración de un propósito de vida. Es el deseo de que la alabanza sea la esencia misma de su existencia, la respuesta natural de un corazón que reconoce de dónde viene su verdadero auxilio.
1. La Alabanza como Contenido: "Sean llena mi boca..."
La imagen que utiliza el salmista es poderosa: "Sean llena mi boca". No pide que su boca pronuncie ocasionalmente alabanzas, sino que esté llena de ellas. Esto habla de abundancia, de saturación. Así como un vaso lleno de agua solo puede derramar agua, un corazón y una boca llenos de la alabanza de Dios solo pueden proclamar lo que contienen.
En nuestro mundo, es fácil que nuestras bocas se llenen de otras cosas: de quejas ante las dificultades, de palabras de ansiedad por el futuro, de críticas hacia los demás, o simplemente de la trivialidad de las conversaciones cotidianas. El salmista nos desafía a examinar con qué estamos llenando el depósito de nuestras palabras. La alabanza a Dios no es un complemento opcional en la vida del creyente; es el contenido principal. Es un acto de fe que elige llenar el espacio de la palabra con la verdad de quién es Dios, desplazando así toda otra narrativa que no se ajuste a Su carácter.
2. La Alabanza como Objeto: "...de tu alabanza y de tu gloria"
El salmista no desea llenar su boca de cualquier alabanza. Específicamente, es "de tu alabanza" y "de tu gloria". La alabanza no se centra en las bendiciones recibidas, sino en el Bendecidor. No se enfoca principalmente en lo que Dios hace, sino en quién es Él. Su gloria es el peso de Su presencia, la suma total de Sus atributos: Su amor, santidad, poder, fidelidad y gracia.
Al pedir que su boca esté llena de la gloria de Dios, el salmista está pidiendo que sus palabras revelen el carácter de Dios al mundo. Cada acción de gracias, cada declaración de fe, cada canto en la tribulación, se convierte en un vehículo que manifiesta un aspecto de la gloria divina. Nuestra alabanza, entonces, se transforma en un testimonio. No decimos "Mira lo feliz que soy", sino "Mira lo grande que es mi Dios". Es una alabanza que lo exalta a Él como el tesoro supremo, mucho más valioso que cualquier respuesta a la oración o circunstancia favorable.
3. La Alabanza como Perseverancia: "...todo el día"
Quizás la parte más desafiante de este versículo es su dimensión temporal: "todo el día". La alabanza no está confinada al momento de la adoración congregacional o a los devocionales matutinos. Es una actitud continua, un hilo dorado que debe tejer cada hora, cada momento, de nuestro día.
"Todo el día" incluye la mañana, con su frescura y esperanza, pero también la tarde, con su cansancio y las frustraciones acumuladas. Incluye los momentos de éxito y los de fracaso, los de salud y los de enfermedad. La alabanza "todo el día" es la que persevera. Es la que, como Job, puede decir: "Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito" (Job 1:21). Es un estilo de vida consciente y deliberado de encontrar razones para glorificar a Dios en cada estación, confiando en que Su carácter es inmutable aunque nuestras circunstancias no lo sean.
Conclusión: Una Vida Moldeada por la Alabanza
El Salmo 71:8 nos pinta el cuadro de una vida cuyo discurso está tan saturado de Dios que no puede evitar hablar de Él. Es una vida que, independientemente de la etapa o la situación, ha decidido que su narrativa principal será la grandeza de Dios. Este tipo de vida no nace de un esfuerzo voluntarista, sino de una profunda convicción, forjada en la experiencia, de que Dios es el único refugio seguro (Salmo 71:1, 3, 7). Cuando hemos probado y visto que el Señor es bueno, cuando hemos sido sostenidos por Su justicia una y otra vez, llenar nuestra boca de Su alabanza se convierte en la respuesta más lógica y gozosa.
Oración
Señor Dios, Padre nuestro,
Te damos gracias por Tu Palabra que nos desafía y nos instruye. Reconozco que a menudo mi boca se llena de tantas otras cosas: preocupaciones, quejas y palabras vacías. Hoy, con un corazón humilde, te pido que transformes lo más profundo de mi ser.
Llena, oh Señor, mi boca de Tu alabanza. Que no sean solo palabras rituales, sino la desbordante expresión de un corazón que te conoce y te ama. Que cada palabra que salga de mis labios esté saturada de la verdad de quién Tú eres: Tu fidelidad, Tu poder, Tu amor inmutable y Tu gracia salvadora.
Que Tu gloria sea el tema central de mi vida. En el silencio de la mañana, en el ajetreo del mediodía, en la quietud de la noche, que mi alma encuentre razones para magnificarte. Ayúdame a alabarte no solo por lo que haces, sino simplemente porque Tú eres Dios.
Que esta alabanza perseverante sea mi testimonio ante un mundo que necesita desesperadamente ver Tu gloria. Te lo pedimos en el nombre poderoso de Jesús, Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario