ESTE ES EL DÍA QUE HIZO EL SEÑOR

Salmo 118:24 (RVR60): "Este es el día que hizo Jehová; Nos gozaremos y alegraremos en él."

Este versículo, tan frecuentemente citado, emerge como un faro de luz divina en medio de un salmo de victoria y acción de gracias. Para apreciar plenamente su profundidad, debemos contextualizarlo. El Salmo 118 es un canto de triunfo después de una gran liberación. El salmista describe haber estado rodeado de naciones enemigas, en angustia y opresión, clamando a Dios y siendo milagrosamente librado. Es en este climax de redención que proclama: "La piedra que desecharon los arquitectos ha venido a ser la piedra principal del ángulo. Obra de Jehová es esto, es maravilla a nuestros ojos. Este es el día que hizo Jehová; Nos gozaremos y alegraremos en él."

No se trataba de un día cualquiera. Era el día de la salvación manifestada, el día en que la fidelidad de Dios se hizo visible y tangible. Era el día que el Señor había diseñado desde la eternidad, orquestado en Su soberanía y ejecutado con poder. La alegría no era una emoción superficial surgida de circunstancias placenteras, sino una decisión profunda de regocijarse en el carácter y la obra de Dios.

La Soberanía de Dios en Nuestros Días
Cuando decimos "Este es el día que hizo Jehová", estamos haciendo una profunda declaración teológica sobre la soberanía de Dios. No existen los días accidentales, los días descartados o los días perdidos. Cada amanecer, con su mezcla única de gozos y cargas, triunfos y luchas, ha sido "hecho" por el Señor. Él es el Arquitecto del tiempo. Él diseña cada jornada con un propósito específico, aunque nosotros, con nuestra visión limitada, solo podamos ver una pequeña fracción del plan completo.

Esto transforma radicalmente nuestra perspectiva. El día de hoy, con su agenda predecible o su incertidumbre total, con su salud o su enfermedad, con su paz o su conflicto, es un don soberanamente entregado por las manos de nuestro Padre. No es un enemigo que deba ser temido, sino un lienzo divino donde Dios pintará Su fidelidad. Reconocer Su autoría sobre el día es el primer paso para encontrar un gozo que trasciende las circunstancias.

La Decisión del Gozo y la Alegría
El versículo no sugiere un sentimiento; ordena una acción: "Nos gozaremos y alegraremos en él". El gozo (hebreo giyl) implica un regocijo intenso, incluso saltar de alegría. La alegría (simjah) se refiere a un gozo festivo, una celebración. Es significativo que este mandato sea un acto de la voluntad. No espera a que sintamos alegría para luego expresarla; nos ordena elegir alegrarnos, confiando en que la emoción seguirá a la obediencia.

¿Cómo podemos regocijarnos en un día de dolor, de pérdida o de miedo? Solo podemos hacerlo cuando nuestra alegría no está arraigada en el día mismo, sino en el Hacedor del día. Nuestro gozo fluye de la verdad inmutable de que el Dios que hizo este día es bueno, fiel y está en control absoluto. Él ha demostrado Su amor supremo en la cruz, donde la "piedra desechada", Cristo, se convirtió en la piedra angular de nuestra salvación. Sea cual sea la naturaleza del día que enfrentamos, la realidad de nuestra redención en Jesús es una razón eterna e inamovible para el gozo.

Viviendo la Verdad del Salmo 118:24
Llevar esta verdad a la práctica significa comenzar cada mañana con una declaración de fe: "Padre, reconozco que este día, con todo lo que traerá, es una creación tuya. Yo elijo confiar en tu soberanía y bondad. Me regocijaré no en mis circunstancias, sino en ti y en tu salvación". Es una decisión de buscar Su rostro en cada momento, de agradecerle incluso por las gracias pequeñas, y de recordar que ningún día es ordinario cuando es un día "hecho por Jehová".

Este día puede ser difícil, puede ser abrumador o puede ser radiante. Pero por encima de todo, es Su día. Y porque Él está en él, tenemos una razón invencible para gozarnos y alegrarnos.

Oración
Señor Dios, Hacedor del cielo y de la tierra, y Hacedor de este día que ahora comienza.

Te damos gracias porque no existe el azar, y porque cada momento de esta jornada ha pasado por el filtro de tu amorosa soberanía. Reconocemos que este es el día que Tú hiciste, un regalo de tus manos llenas de gracia.

Perdónanos por las veces que hemos maldecido los días que nos diste, quejándonos de tu provisión y dudando de tu bondad. Hoy, por un acto de nuestra voluntad, elegimos gozarnos y alegrarnos en ti. Nuestra alegría no está en la ausencia de problemas, sino en la certeza de tu presencia. No está en nuestra fortaleza, sino en tu fidelidad. No está en lo que entendemos, sino en quién Tú eres.

Te pedimos que abras nuestros ojos para ver tu obra en este día. Ayúdanos a encontrar gozo en la belleza de la creación, en la comunión con los hermanos, en la verdad de tu Palabra y, sobre todo, en el rostro de tu Hijo Jesucristo, nuestra Piedra Angular rechazada que se ha convertido en la cabeza del ángulo.

Que cada respiro, cada tarea y cada encuentro de hoy sea una ofrenda de gozo para ti. Que nuestro regocijo sea un testimonio para un mundo que busca alegría en lugares vacíos, señalando que la verdadera fiesta del alma se encuentra solo en Ti.

En el nombre poderoso de Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, amén.

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