EL SEÑOR ESTÁ CONMIGO: VIVIR SIN TEMOR EN UN MUNDO INCIERTO

"Jehová está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre." — Salmo 118:6 (RVR60)

Introducción: Un Grito de Confianza en Medio del Conflicto
El Salmo 118 es un canto de victoria y acción de gracias, tradicionalmente cantado durante la Pascua. Es probable que fueran estas mismas palabras las que Jesús y sus discípulos cantaron antes de salir hacia el Monte de los Olivos (Mateo 26:30), horas antes de que el Salvador enfrentara la máxima oposición del hombre. En este contexto, el versículo 6 emerge no como una declaración teórica, sino como un grito de guerra espiritual forjado en el yunque de la adversidad. Es una confesión que divide la realidad en dos campos: la abrumadora presencia de Dios y la limitada capacidad del hombre.

1. La Proclamación Fundamental: "Jehová está conmigo"
Todo el edificio de nuestra seguridad se edifica sobre este cimiento. La declaración "Jehová está conmigo" no es un deseo piadoso, sino una realidad teológica inquebrantable. No dice "Dios está cerca" o "Dios me escucha desde lejos", sino que usa la preposición más íntima y personal: "conmigo".

En las Escrituras, la presencia de Dios es el sello distintivo de su pueblo. Fue la promesa a Jacob en Betel (Génesis 28:15), a Israel en el desierto (Éxodo 33:14), a Josué al entrar en Canaán (Josué 1:9), y a nosotros hoy a través del Espíritu Santo (Juan 14:16-17). Esta presencia no es pasiva; es activa, poderosa y transformadora. Significa que el Creador del universo, el Rey de reyes, ha puesto Su tienda en los alrededores de nuestra vida. Él es un general en el campo de batalla, un padre en la casa, un amigo en la jornada.

Reflexiona: ¿Vives tu día a día con la conciencia palpable de que el Dios infinito está contigo en la oficina, en el hogar, en la soledad y en la multitud?

2. La Respuesta Lógica: "No Temeré"
La segunda parte del versículo es una consecuencia inevitable de la primera. El "no temeré" no es una exhortación a base de pura fuerza de voluntad, sino la conclusión natural de un corazón que ha comprendido la primera verdad. El temor es un tirano que nos paraliza, nos lleva a tomar decisiones equivocadas y nubla nuestra fe. Pero el antídoto divino para el temor no es la valentía humana, sino la presencia divina.

El salmista no dice "soy tan fuerte que no temo", sino "Dios es tan grande que no temeré". La fe reconoce el peligro, la oposición y el dolor potencial, pero los coloca al lado de la majestad de Dios y declara que Él es más grande. Cuando miramos las tormentas de la vida a través del lente de la presencia de Dios, su tamaño relativo se reduce drásticamente. El hombre puede amenazar nuestro bienestar, nuestra reputación, nuestra seguridad financiera e incluso nuestra vida física, pero no puede tocar nuestra identidad en Cristo ni nuestra herencia eterna.

3. La Amenaza Identificada: "Lo que me pueda hacer el hombre"
El salmista es realista. No ignora la capacidad del hombre para hacer daño. La Biblia está llena de ejemplos de la maldad humana: José fue vendido por sus hermanos, David fue perseguido por Saúl, los profetas fueron apedreados, y Cristo fue crucificado. El hombre puede hacer mucho daño. Puede herirnos con palabras, traicionar nuestra confianza, perseguirnos injustamente y causarnos un profundo dolor.

Sin embargo, el versículo enmarca el poder del hombre dentro de un límite crucial: "lo que me pueda hacer". Hay una línea que la oposición humana no puede cruzar sin el permiso soberano de Dios. El apóstol Pablo lo expresa con una lógica divina: "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31). El hombre puede tocar el cuerpo, pero no el alma; puede arrebatar posesiones temporales, pero no la herencia eterna; puede causar muerte física, pero no puede separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús (Romanos 8:38-39).

4. Vivir la Verdad: Aplicación Práctica
¿Cómo se traduce esta verdad en nuestra vida diaria?

En la Inseguridad: Cuando dudas de tu valía, recuerda que el Rey del universo está contigo. Tu valor no lo determina la aceptación humana, sino la presencia divina.

En la Oposición: Cuando enfrentes críticas, calumnias o persecución por tu fe, clama esta verdad. Tu defensa no está en tu elocuencia, sino en tu Abogado celestial.

En la Toma de Decisiones: El temor al "qué dirán" o al fracaso pierde su poder cuando nuestra prioridad suprema es agradar a Aquel que está con nosotros. Podemos dar pasos de fe, sabiendo que no caminamos solos.

En la Enfermedad y la Pérdida: Aun cuando el cuerpo falle, y los diagnósticos sean desalentadores, la presencia de Dios es nuestro consuelo y fortaleza. Él está con nosotros en el valle de sombra de muerte (Salmo 23:4).

Conclusión: Un Eco Eterno
La declaración "Jehová está conmigo" encuentra su máxima expresión en la persona de Jesucristo, quien fue llamado "Emanuel", que significa "Dios con nosotros" (Mateo 1:23). En la cruz, Él experimentó el abandono total para que nosotros jamás tuviéramos que hacerlo. Por Su sacrificio, la presencia de Dios ya no es solo un escudo protector externo, sino una realidad interna por medio de Su Espíritu que mora en nosotros.

Por lo tanto, sea cual sea el "hombre" o la circunstancia que enfrentes hoy, puedes declarar con una fe que viene de lo alto: Jehová está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre. Esta no es una afirmación de arrogancia, sino de una dependencia humilde y radical en el Dios que lo es todo.

Oración
Padre Celestial,

Te damos gracias porque tu Palabra es verdadera y eterna. En un mundo lleno de incertidumbre y oposición, nos aferramos a la roca sólida de tu promesa: que tú estás con nosotros.

Perdónanos por las veces que hemos vivido dominados por el temor, mirando más a la fuerza de nuestros enemigos que a la inmensidad de tu poder y tu fiel presencia. Hoy, elegimos creer. Declaramos por fe que tú, Jehová, el Dios Altísimo, estás con nosotros.

Por tu Espíritu, graba esta verdad en lo más profundo de nuestros corazones. Que no sea solo un versículo que memorizamos, sino la atmósfera en la que respiramos y la lente a través de la cual vemos cada desafío. Cuando la ansiedad quiera apoderarse de nosotros, que tu paz, que sobrepasa todo entendimiento, guarde nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Fortalece nuestra fe para que, frente a cualquier amenaza, podamos decir con confianza: "No temeré", no porque seamos fuertes, sino porque Tú eres nuestro Dios y estás a nuestro lado.

Te lo pedimos en el nombre poderoso de Jesús, nuestro Emanuel, Amén.

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