EL MATRIMONIO: UN DON SAGRADO

"Pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido". (1 Corintios 7:2, RVR60)

Introducción
En una sociedad donde las relaciones humanas son cada vez más complejas y efímeras, el apóstol Pablo nos recuerda la importancia del matrimonio como un diseño divino. Este versículo no solo aborda la pureza sexual, sino que también resalta el valor de la fidelidad y el compromiso en el plan de Dios para el hombre y la mujer.

1. El Matrimonio como Protección
Pablo escribe a una iglesia en Corinto, una ciudad conocida por su inmoralidad sexual. Ante la tentación de caer en la fornicación (relaciones sexuales fuera del matrimonio), el apóstol presenta el matrimonio como un medio de protección. Dios, en su sabiduría, estableció el vínculo matrimonial para que el hombre y la mujer se complementen, se apoyen y se guarden mutuamente en santidad.

El matrimonio no es solo una institución social, sino un pacto sagrado que refleja la relación entre Cristo y su Iglesia (Efesios 5:31-32). Cuando cada uno tiene "su propia esposa" o "su propio esposo", se evita el pecado y se honra a Dios con el cuerpo (1 Corintios 6:18-20).

2. La Importancia de la Exclusividad
La frase "cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido" subraya la exclusividad en el matrimonio. No se trata de una unión abierta o temporal, sino de un compromiso de por vida entre un hombre y una mujer.

En un mundo que promueve el amor libre y las relaciones múltiples, la Palabra de Dios sigue siendo clara: el matrimonio es entre dos personas, y dentro de este marco, la intimidad es bendecida. La fidelidad no es una restricción, sino un acto de amor y obediencia a Dios.

3. El Matrimonio como Expresión de Amor y Santidad
Dios no solo nos llama a evitar el pecado, sino a vivir en santidad. El matrimonio es un espacio donde el amor, el respeto y la entrega mutua deben florecer. Pablo más adelante (en 1 Corintios 7:3-5) habla de la importancia de la intimidad en el matrimonio como algo que debe ser cultivado con responsabilidad y afecto.

Cuando un esposo y una esposa se aman como Cristo ama a la Iglesia, su relación se convierte en un testimonio poderoso del evangelio. El matrimonio no es solo para satisfacción personal, sino para glorificar a Dios.

Conclusión
Dios nos ha dado el matrimonio como un don sagrado, un refugio de amor y pureza en un mundo corrompido. Si estás casado, valora este regalo y honra a Dios siendo fiel, amoroso y comprometido. Si aún no lo estás, recuerda que la pureza es el camino que agrada a Dios, y Él tiene el mejor plan para tu vida.

Oración
Padre celestial, gracias por el don del matrimonio, por diseñarlo como una unión santa y pura. Ayúdanos a valorar este pacto, a ser fieles y a honrarte en nuestras relaciones. Si estamos solteros, guíanos en pureza; si estamos casados, fortalécenos para amar como Tú nos amas. Que nuestras vidas reflejen tu gracia y verdad. En el nombre de Jesús, amén.

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