SI DIOS ES POR NOSOTROS, ¿QUIÉN CONTRA NOSOTROS

"Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31 RVR60)

El apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, nos regala una de las declaraciones más poderosas y alentadoras de toda la Escritura: "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31 RVR60). Estas palabras no son solo un consuelo superficial, sino un fundamento inquebrantable para nuestra fe, especialmente en medio de las pruebas, las dudas y las batallas de la vida.

1. La seguridad del respaldo divino
La frase "Si Dios es por nosotros" no expresa duda, sino una realidad absoluta. En Cristo, Dios ha tomado una postura clara a favor de nosotros. No estamos solos ni desamparados; el Creador del universo, el Rey de reyes, está de nuestro lado. Esto nos recuerda las palabras de Josué cuando Dios le dijo: "Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé" (Josué 1:5). Si el Señor está con nosotros, ninguna fuerza terrenal o espiritual puede derrotarnos.

2. La impotencia del enemigo frente a Dios
La pregunta retórica "¿quién contra nosotros?" revela una verdad profunda: ningún adversario, por poderoso que parezca, puede prevalecer contra el que tiene el respaldo divino. El salmista declaró: "El Señor es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?" (Salmo 27:1). Cuando enfrentamos oposición, calumnias, enfermedades o crisis, podemos descansar en que Dios tiene la última palabra.

3. El contexto del amor redentor
Romanos 8 no se limita a una promisa aislada; es parte de un mensaje más amplio sobre el amor inquebrantable de Dios. Versículos anteriores nos recuerdan que "a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo" (Romanos 8:29). Y más adelante, Pablo afirma que "ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios" (Romanos 8:39). Por lo tanto, esta seguridad no se basa en nuestras fuerzas, sino en la fidelidad de Aquel que nos amó primero.

4. Una vida de confianza y victoria
Saber que Dios está por nosotros debe transformar nuestra manera de vivir:

En la debilidad, recordamos que su poder se perfecciona en nosotros (2 Corintios 12:9).

En la incertidumbre, confiamos en que Él obra todas las cosas para nuestro bien (Romanos 8:28).

En la batalla, levantamos nuestra espada espiritual con la certeza de que la victoria ya es nuestra en Cristo (1 Juan 5:4).

Conclusión: ¿Quién podrá condenarnos?
El versículo no solo habla de protección, sino de justificación. Si Dios justificó a los pecadores por la sangre de Jesús (Romanos 5:9), ninguna acusación del enemigo tendrá validez. Como dijo Pablo: "¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica" (Romanos 8:33). Por eso, vivamos con audacia, fe y gratitud, sabiendo que nuestro Padre celestial es nuestro defensor eterno.

Oración final:
Padre celestial, gracias porque hoy puedo afirmar con confianza que Tú estás por mí. En medio de las luchas, recuérdame que ningún enemigo, ninguna circunstancia y ningún temor puede prevalecer contra mí, porque Tú eres mi escudo y mi fortaleza. Perdóname cuando he dudado de tu cuidado y ayúdame a vivir cada día bajo la seguridad de tu amor. Que mi vida declare tu fidelidad y que, pase lo que pase, nunca olvide que eres mi victoria. En el nombre de Jesús, amén.

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