"Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará." (Marcos 8:35, RVR60)
Introducción: La Paradoja del Evangelio
El versículo de Marcos 8:35 encierra una de las paradojas más profundas del cristianismo: perder para ganar, morir para vivir. En un mundo que promueve el éxito personal, la acumulación y la autopreservación, las palabras de Jesús suenan radicales. Pero en ellas está la esencia del discipulado verdadero.
Jesús pronunció estas palabras después de anunciar Su sufrimiento venidero (Marcos 8:31) y de reprender a Pedro por pensar "no en las cosas de Dios, sino en las de los hombres" (v. 33). El Señor nos enseña que seguirle implica un cambio de mentalidad: dejar atrás el egoísmo y abrazar el camino de la cruz.
1. El Peligro de Salvar Nuestra Vida
Jesús advierte que "todo el que quiera salvar su vida, la perderá". Esto habla de quienes ponen su seguridad, placeres o ambiciones por encima de la voluntad de Dios.
Ejemplo bíblico: El joven rico (Marcos 10:17-22) prefirió sus riquezas antes que seguir a Jesús y "se fue triste". Quiso salvar su vida (su comodidad), pero perdió la vida eterna.
Aplicación hoy: Cuando priorizamos el éxito mundano, el reconocimiento o el miedo al sacrificio, terminamos vacíos. Como dijo Agustín de Hipona: "Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti."
2. La Bendición de Perderla por Cristo
La segunda parte del versículo promete: "el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará."
Ejemplo bíblico: Pablo escribió: "Por amor a Cristo perdí todas las cosas […] para ganar a Cristo" (Filipenses 3:7-8). Aunque sufrió persecución, encontró gozo en servir al Señor.
Aplicación hoy: Perder nuestra vida puede significar:
Renunciar a pecados que nos atan.
Servir a otros en amor, aunque no se note.
Obedecer a Dios cuando cuesta.
Jesús no pide sacrificio sin propósito. ¡Él mismo dio Su vida por nosotros! (Marcos 10:45). Perder por Él es invertir en eternidad.
3. La Recompensa Eterna
Jesús no habla de un mero intercambio terrenal. La vida que se gana es "vida abundante" (Juan 10:10) aquí y vida eterna después (Juan 3:16).
Promesa: Dios honra a quienes Le honran (1 Samuel 2:30). Como Job, que después de perder todo, recibió el doble (Job 42:10).
Verdad clave: Aunque el camino sea estrecho (Mateo 7:14), termina en la presencia de Dios, donde "no habrá más muerte, ni llanto" (Apocalipsis 21:4).
Conclusión: ¿Qué Estás Aferrando?
Jesús nos invita a soltar lo que nos impide seguirle plenamente. Tal vez sea:
El miedo al qué dirán.
El apego a lo material.
La comodidad que nos estanca.
Hoy es el día para decir como Pedro: "He aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido" (Marcos 10:28), confiando en que "nuestra leve tribulación produce un eterno peso de gloria" (2 Corintios 4:17).
Oración
Señor Jesús, gracias por recordarme que la verdadera vida se encuentra en rendirme a Ti. Perdóname cuando he priorizado mis planes sobre los Tuyos, cuando el temor ha sido mayor que mi fe. Ayúdame a soltar todo lo que me impide seguirte con integridad. Que mi corazón anhele más Tu reino que los tesoros pasajeros de este mundo. Refresca mi alma con la certeza de que, al perder por Ti, gano algo infinitamente mejor: Tu presencia y propósito. En Tu nombre, amén.
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