EL CONSOLADOR: LA GUÍA Y MEMORIA DEL CREYENTE

"Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho." (Juan 14:26, RVR60)

Introducción
En medio de la incertidumbre y el dolor, los discípulos de Jesús escucharon estas palabras llenas de esperanza. El Señor, anticipando su partida, les promete algo—o más bien, a Alguien—que no solo los acompañaría, sino que los guiaría, enseñaría y recordaría las verdades eternas. Hoy, esta promesa sigue vigente para todo creyente: el Espíritu Santo no es una fuerza impersonal, sino la presencia misma de Dios en nosotros.

1. La Identidad del Consolador
Jesús lo llama "el Consolador" (en griego, Paraklētos), que también puede traducirse como Abogado, Ayudador o Intercesor. Este título revela su función:

Consuela en la aflicción (Hechos 9:31).

Defiende al creyente ante las acusaciones del enemigo (Romanos 8:26-27).

Camina a nuestro lado, como Jesús lo hizo con sus discípulos.

El Espíritu no fue enviado como un remplazo de Cristo, sino como su representante: "a quien el Padre enviará en mi nombre". Su presencia asegura que, aunque Jesús está a la diestra del Padre, nunca estamos solos.

2. El Espíritu Santo como Maestro
"Él os enseñará todas las cosas":

Ilumina la Palabra: Sin su revelación, la Biblia es un libro cerrado (1 Corintios 2:14).

Guía a la verdad completa (Juan 16:13), corrigiendo nuestros errores y dándonos discernimiento.

Nos instruye en la vida práctica, desde decisiones cotidianas hasta el llamado de Dios.

No dependemos de nuestra sabiduría, porque el Maestro divino mora en nosotros.

3. El Espíritu Santo como Memoria Viva
"Os recordará todo lo que yo os he dicho":
Los discípulos no entendían muchas de las enseñanzas de Jesús en el momento (Juan 2:22), pero después, el Espíritu les trajo a la memoria:

Las promesas de Cristo en momentos de duda.

Los mandamientos en situaciones que requerían obediencia.

La identidad de Jesús cuando la fe era probada.

Hoy, Él sigue haciéndolo: cuando oramos, predicamos o enfrentamos pruebas, el Espíritu nos "recuerda" las palabras de Jesús con poder transformador.

4. Una Promesa para Hoy
Esta promesa no fue solo para los apóstoles. Todo aquel que ha nacido de nuevo recibe al Espíritu (Romanos 8:9). Él:

Nos asegura que pertenecemos a Dios (Efesios 1:13-14).

Nos capacita para ser testigos (Hechos 1:8).

Produce fruto espiritual en nosotros (Gálatas 5:22-23).

Conclusión: Dependiendo del Consolador
Vivimos en una época donde la información abunda, pero la verdad escasea. Necesitamos más que nunca al Espíritu Santo para enseñarnos, recordarnos y guiarnos. ¿Estamos dispuestos a escucharle? ¿A someternos a su dirección?

Oración
Padre celestial, gracias por el don inefable de tu Espíritu Santo. Reconozco que sin Él, no puedo comprender tu voluntad ni recordar tus promesas en los momentos difíciles. Hoy te pido que el Consolador llene mi vida, me enseñe con claridad y traiga a mi mente las palabras de Jesús cuando más las necesite. Que camine en dependencia de tu Espíritu, confiando en que Tú nunca me dejarás sin dirección. En el nombre de Jesús, Amén.

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