LA PROVISIÓN Y EL CUIDADO DE NUESTRO PADRE CELESTIAL

"No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino".
— Lucas 12:32 (RVR60)

El versículo de Lucas 12:32 es una de esas joyas de la Escritura que nos recuerdan la bondad, el cuidado y la provisión de Dios para con sus hijos. En un mundo lleno de incertidumbre, miedos y preocupaciones, estas palabras de Jesús resuenan como un bálsamo para el alma. Él nos llama "manada pequeña", un término que refleja no solo nuestra fragilidad, sino también nuestra dependencia de Él como nuestro Buen Pastor. Pero, sobre todo, este versículo nos habla de la generosidad de nuestro Padre celestial, quien ha decidido darnos algo que va más allá de lo material: el reino de Dios.

1. La Exhortación a No Temer:
Jesús comienza con una exhortación: "No temáis". Esta frase no es una mera sugerencia, sino un mandato lleno de amor y autoridad. El miedo es una emoción natural en el ser humano, especialmente cuando enfrentamos situaciones que parecen abrumadoras: problemas económicos, enfermedades, conflictos familiares o incertidumbre sobre el futuro. Sin embargo, Jesús nos recuerda que, como hijos de Dios, no tenemos por qué vivir bajo el yugo del temor. Él es nuestro protector, nuestro proveedor y nuestro guía.

El miedo paraliza, pero la fe en Dios nos libera. Cuando confiamos en que Él está al control, podemos descansar en la certeza de que nada ocurre fuera de su voluntad. El llamado a no temer no se basa en nuestras fuerzas, sino en la fidelidad de Aquel que nos ha prometido estar con nosotros siempre (Mateo 28:20).

2. La Manada Pequeña:
Jesús nos llama "manada pequeña". Esta expresión es profundamente significativa. En primer lugar, reconoce nuestra fragilidad. Somos como ovejas, criaturas que necesitan cuidado, protección y dirección. En segundo lugar, el término "pequeña" nos recuerda que el pueblo de Dios no siempre es numeroso ni poderoso según los estándares del mundo. Sin embargo, esto no es motivo de desánimo, sino de esperanza, porque nuestra fuerza no reside en nuestro tamaño, sino en la grandeza de nuestro Pastor.

Además, ser parte de la "manada pequeña" implica pertenecer a una comunidad. No estamos solos en este camino de fe. Dios nos ha dado hermanos y hermanas en Cristo para que nos animemos mutuamente, nos apoyemos y crezcamos juntos en la fe. Somos parte de un rebaño que tiene un destino glorioso: el reino de Dios.

3. La Voluntad del Padre:
Jesús nos revela algo maravilloso: "a vuestro Padre le ha placido daros el reino". Aquí vemos el corazón generoso de Dios. No es por nuestras obras, méritos o esfuerzos que recibimos el reino, sino por la gracia y el beneplácito de nuestro Padre celestial. Él ha decidido darnos algo que trasciende lo temporal: un reino eterno, donde no habrá más lágrimas, dolor ni muerte (Apocalipsis 21:4).

El reino de Dios no es solo un destino futuro, sino una realidad presente. Dondequiera que se haga su voluntad, allí está su reino. Como hijos de Dios, somos llamados a vivir bajo su señorío, permitiendo que su reino se manifieste en nuestras vidas a través de la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17).

4. La Confianza en la Provisión de Dios:
Este versículo también nos invita a confiar en la provisión de Dios. Si Él nos ha prometido el reino, ¿cómo no nos proveerá también de todo lo que necesitamos en esta vida? (Romanos 8:32). Jesús nos enseña a buscar primero el reino de Dios y su justicia, con la seguridad de que todas las demás cosas nos serán añadidas (Mateo 6:33).

La provisión de Dios no siempre se ajusta a nuestras expectativas, pero siempre es perfecta y oportuna. Él conoce nuestras necesidades mejor que nosotros mismos y actúa conforme a su sabiduría y amor. Nuestra tarea es confiar y descansar en su cuidado.

Conclusión:
Lucas 12:32 es un recordatorio poderoso de que, aunque seamos frágiles y pequeños, tenemos un Padre celestial que nos ama profundamente y ha decidido darnos lo mejor: su reino. No tenemos por qué temer, porque Él está con nosotros, nos protege y nos provee. Como parte de su manada, somos llamados a vivir en confianza, gratitud y obediencia, sabiendo que nuestro futuro está seguro en sus manos.

Oración
Padre celestial, gracias por recordarnos que no tenemos por qué temer, porque Tú eres nuestro Buen Pastor y nos has prometido tu reino. Reconocemos nuestra fragilidad y dependencia de Ti, pero también celebramos tu fidelidad y generosidad. Ayúdanos a confiar en tu provisión, a buscar primero tu reino y a vivir como parte de tu manada, apoyándonos unos a otros en el camino de la fe. Gracias porque has puesto tu beneplácito en darnos lo mejor: una vida eterna contigo. En el nombre de Jesús, amén.

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