"Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal." (Mateo 6:34, RVR60)
Este versículo, parte del Sermón del Monte, es una joya de sabiduría práctica y consuelo divino. En medio de un discurso donde Jesús aborda temas como la limosna, la oración y el ayuno, emerge esta promesa que nos invita a reconsiderar nuestra relación con el tiempo y nuestras preocupaciones.
El Afán: Un Ladrón Silencioso
El "afán" al que se refiere Jesús no es simplemente una preocupación momentánea, sino una ansiedad persistente que nos roba la paz y consume nuestras energías. Es esa voz interna que nos bombardea con "y si…", proyectando escenarios futuros llenos de incertidumbre y temor. El afán nos paraliza, nos impide disfrutar del presente y nos ciega a las bendiciones que nos rodean.
En nuestra sociedad moderna, el afán se ha convertido en una epidemia. Las presiones laborales, las responsabilidades familiares, las expectativas sociales y la constante comparación con los demás nos llevan a vivir en un estado de estrés crónico. Nos preocupamos por el futuro financiero, la salud, el bienestar de nuestros hijos y un sinfín de cosas más. Pero, ¿cuánto de este afán es realmente productivo? ¿Cuánto de él es simplemente un círculo vicioso de pensamientos negativos que nos impiden avanzar?
El Día de Mañana: Un Territorio Desconocido
Jesús nos recuerda que el día de mañana es un territorio desconocido. No sabemos qué nos deparará, qué desafíos enfrentaremos o qué oportunidades se presentarán. Preocuparnos por el mañana no tiene sentido, porque no podemos controlarlo. Intentar anticipar y controlar cada detalle de nuestro futuro es una tarea inútil que solo nos genera frustración y ansiedad.
Además, el afán por el mañana nos impide vivir plenamente el presente. Nos perdemos de los pequeños momentos de alegría, de las oportunidades de amar y servir a los demás, de la belleza que nos rodea. Vivimos en una constante anticipación, esperando que llegue un futuro mejor, sin darnos cuenta de que la vida está sucediendo aquí y ahora.
"Basta a Cada Día Su Propio Mal"
Esta frase, a menudo malinterpretada, no significa que cada día estará lleno de sufrimiento y dificultades. Más bien, implica que cada día tiene sus propios desafíos y que tenemos la capacidad de enfrentarlos uno a la vez. No necesitamos cargar con el peso del futuro, sino concentrarnos en resolver los problemas que se presentan en el presente.
Dios nos ha prometido su presencia y su ayuda en cada momento de nuestra vida. Él nos dará la fuerza, la sabiduría y la gracia que necesitamos para superar cualquier obstáculo. No estamos solos en esta jornada. Podemos confiar en que Dios tiene un plan para nosotros y que nos guiará en cada paso del camino.
Viviendo en el Presente: Un Llamado a la Confianza
Mateo 6:34 es un llamado a la confianza en Dios y a la aceptación del presente. Es una invitación a dejar de lado el afán y a vivir cada día con gratitud y alegría. Para lograrlo, podemos seguir estos consejos prácticos:
1. Entrega tus preocupaciones a Dios: Reconoce que no tienes el control de todo y confía en que Dios tiene un plan para ti.
2. Vive un día a la vez: No te preocupes por el futuro, concéntrate en las tareas y responsabilidades del presente.
3. Practica la gratitud: Reconoce y agradece las bendiciones que recibes cada día.
4. Cuida tu salud física y mental: Duerme lo suficiente, aliméntate bien, haz ejercicio y dedica tiempo a actividades que te relajen y te hagan feliz.
5. Busca el apoyo de otros: Comparte tus preocupaciones con amigos, familiares o un consejero.
6. Medita en la Palabra de Dios: La Biblia es una fuente de consuelo, sabiduría y esperanza.
Vivir en el presente no es fácil, pero es posible. Con la ayuda de Dios y la práctica constante, podemos liberarnos del afán y disfrutar de una vida plena y abundante.
Oración
Amado Dios, gracias por tu promesa de estar con nosotros cada día. Te pedimos que nos ayudes a confiar en ti y a dejar de lado el afán por el futuro. Danos la sabiduría y la fuerza para enfrentar los desafíos del presente y la gratitud para reconocer tus bendiciones. Ayúdanos a vivir un día a la vez, confiando en tu amor y tu provisión. En el nombre de Jesús, amén.
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