QUIETUD EN LA TORMENTA

"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra." (Salmo 46:10, RVR60).

Este versículo, un faro de esperanza y paz en medio del tumulto del Salmo 46, nos invita a una profunda reflexión. En un mundo caracterizado por la prisa, el ruido constante y la incesante búsqueda de control, la exhortación a "estar quietos" resuena con una fuerza particular. Pero, ¿qué significa realmente "estar quietos" y cómo podemos aplicar esta verdad a nuestras vidas cotidianas?

Despojándonos del Ruido Exterior

En primer lugar, "estar quietos" implica un acto de despojamiento. Debemos despojarnos del ruido exterior que constantemente bombardea nuestros sentidos: las notificaciones del teléfono, las exigencias del trabajo, las preocupaciones financieras, las presiones sociales y las expectativas autoimpuestas. Todo esto compite por nuestra atención, robándonos la paz y nublando nuestra capacidad de escuchar la voz suave y apacible de Dios.

Este despojamiento no es una tarea fácil. Requiere disciplina, intención y una firme decisión de priorizar nuestra relación con Dios por encima de las distracciones del mundo. Podemos comenzar reservando momentos específicos cada día para desconectarnos del mundo digital, apagar la televisión y buscar un lugar tranquilo donde podamos estar a solas con Dios.

Calma Interior: Un Viaje Profundo

Pero "estar quietos" va más allá de simplemente silenciar el ruido exterior. También implica aquietar el tumulto interior: los miedos, las ansiedades, las dudas, los resentimientos y los deseos insatisfechos que agitan nuestra alma. Estos pensamientos y emociones pueden ser como un mar embravecido, amenazando con hundirnos en la desesperación.

Para aquietar este mar interior, necesitamos practicar la introspección y la auto-reflexión. Debemos ser honestos con nosotros mismos acerca de nuestras luchas y vulnerabilidades, y llevarlas a la presencia de Dios en oración. Él es el único que puede calmar la tormenta dentro de nosotros y traernos una paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7).

Conociendo a Dios en la Quietud

Una vez que hemos logrado aquietar el ruido exterior e interior, estamos en una mejor posición para "conocer que yo soy Dios". Este conocimiento no es simplemente intelectual, sino experiencial. Es un encuentro personal y transformador con el Dios vivo, que se revela a aquellos que le buscan con un corazón sincero.

En la quietud, podemos escuchar la voz de Dios en las Escrituras, en la oración, en la naturaleza y en las circunstancias de nuestra vida. Podemos discernir su voluntad para nosotros y recibir la guía y la sabiduría que necesitamos para enfrentar los desafíos que se nos presentan.

Dios Exaltado: Nuestra Respuesta

La segunda parte del versículo, "seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra", nos revela el propósito último de nuestra quietud. No se trata simplemente de encontrar paz y tranquilidad para nosotros mismos, sino de permitir que Dios sea glorificado en nuestras vidas y a través de nosotros.

Cuando estamos quietos y conocemos a Dios, nuestra vida se convierte en un testimonio de su poder y su amor. Irradiamos su paz y su alegría a los demás, y los atraemos a él con nuestra forma de ser y de actuar. De esta manera, contribuimos a que su nombre sea exaltado entre las naciones y enaltecido en la tierra.

Aplicación Práctica

¿Cómo podemos aplicar este versículo a nuestra vida diaria? Aquí hay algunas sugerencias prácticas:

*Reserva tiempo diario para la quietud: Dedica al menos 15-20 minutos cada día para estar a solas con Dios en oración y meditación.
*Practica la atención plena: Presta atención al momento presente, sin juzgar ni analizar. Observa tus pensamientos y emociones sin dejarte arrastrar por ellos.
*Desconéctate del mundo digital: Apaga tu teléfono y otros dispositivos electrónicos durante tus momentos de quietud.
*Pasa tiempo en la naturaleza: Camina por el bosque, siéntate junto al mar o simplemente observa el cielo. La naturaleza puede ser un poderosoRecordatorio de la presencia y la grandeza de Dios.
*Busca un mentor espiritual: Habla con un líder espiritual o un amigo de confianza que pueda ayudarte a crecer en tu fe y a practicar la quietud.

En resumen, el Salmo 46:10 nos invita a encontrar un refugio en la quietud, donde podemos conocer a Dios y permitir que su paz transforme nuestras vidas. Al hacerlo, contribuimos a que su nombre sea exaltado entre las naciones y enaltecido en la tierra.

Oración

Amado Dios, reconocemos que en medio del ajetreo y el bullicio de la vida, a menudo olvidamos buscar tu presencia. Te pedimos que nos ayudes a aquietar nuestras mentes y nuestros corazones, para que podamos escucharte con claridad. Ayúdanos a conocerte íntimamente y a experimentar tu paz que sobrepasa todo entendimiento. Que nuestra vida sea un reflejo de tu amor y tu poder, para que tu nombre sea exaltado entre las naciones y enaltecido en la tierra. En el nombre de Jesús, amén.

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