"Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz". Romanos 8:6 (RVR60).
El apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, nos presenta una verdad profunda y transformadora: nuestra mente tiene el poder de determinar si vivimos en muerte o en vida, en caos o en paz. Romanos 8:6 es un versículo que contrasta dos formas de pensar y vivir: una centrada en la carne y otra enfocada en el Espíritu. Este devocional busca explorar este contraste y ayudarnos a entender cómo podemos vivir en la plenitud de la vida y la paz que Dios nos ofrece.
1. La Mente Puesta en la Carne: Muerte
Pablo comienza advirtiéndonos sobre el peligro de ocuparnos de la carne. ¿Qué significa esto? La "carne" no se refiere simplemente a nuestro cuerpo físico, sino a nuestra naturaleza humana caída, inclinada al pecado y alejada de Dios. Cuando nuestra mente se enfoca en los deseos egoístas, las pasiones desordenadas y las cosas temporales del mundo, el resultado es muerte. No necesariamente una muerte física inmediata, sino una muerte espiritual y emocional que se manifiesta en vacío, angustia y separación de Dios.
La mente puesta en la carne es aquella que busca satisfacción en lo material, en el placer momentáneo o en la autosuficiencia. Es una mente que ignora a Dios y sus principios, y que, al final, solo conduce a la desesperación. Pablo nos recuerda que este camino no tiene futuro, porque la carne es débil y está destinada a perecer.
2. La Mente Puesta en el Espíritu: Vida y Paz
En contraste, Pablo nos habla de la mente puesta en el Espíritu. Aquellos que permiten que el Espíritu Santo guíe sus pensamientos y decisiones experimentan vida y paz. La vida a la que se refiere no es simplemente existencia biológica, sino una vida abundante, llena de propósito, gozo y comunión con Dios. Es una vida que trasciende las circunstancias y que encuentra su significado en Cristo.
La paz que proviene del Espíritu no es la ausencia de problemas, sino la presencia de Dios en medio de ellos. Es una paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7), que guarda nuestros corazones y mentes en Cristo Jesús. Cuando nuestra mente está enfocada en el Espíritu, somos capaces de ver las cosas desde la perspectiva de Dios, confiar en sus promesas y descansar en su amor.
3. ¿Cómo Poner la Mente en el Espíritu?
Poner la mente en el Espíritu no es algo que ocurre automáticamente; requiere intencionalidad y disciplina. Aquí hay algunas prácticas que nos ayudan a lograrlo:
- Meditar en la Palabra de Dios: La Biblia es la herramienta principal que el Espíritu Santo usa para transformar nuestra mente. Al leerla, estudiarla y meditar en ella, comenzamos a pensar como Dios piensa.
- Orar sin cesar: La oración nos mantiene conectados con Dios y nos ayuda a alinear nuestros pensamientos con los suyos.
- Renovar la mente diariamente: Pablo nos exhorta en Romanos 12:2 a no conformarnos a este mundo, sino a ser transformados mediante la renovación de nuestra mente. Esto implica rechazar pensamientos negativos, pecaminosos o derrotistas y reemplazarlos con verdades bíblicas.
- Vivir en comunión con otros creyentes: La comunidad cristiana nos anima y nos ayuda a mantener nuestra mente enfocada en las cosas del Espíritu.
4. El Resultado: Vida y Paz
Cuando nuestra mente está puesta en el Espíritu, experimentamos los frutos de esta elección: vida y paz. La vida en el Espíritu es una vida de libertad, donde ya no estamos esclavizados por los deseos de la carne. Es una vida de propósito, donde cada día tiene significado porque vivimos para glorificar a Dios. Y es una vida de esperanza, porque sabemos que nuestro futuro está seguro en Cristo.
La paz que viene del Espíritu nos sostiene en los momentos difíciles. Nos recuerda que Dios está en control, que sus planes son buenos y que nada puede separarnos de su amor (Romanos 8:38-39). Esta paz nos permite enfrentar los desafíos con confianza y serenidad, sabiendo que Dios obra todas las cosas para nuestro bien (Romanos 8:28).
Conclusión
Romanos 8:6 nos desafía a examinar en qué estamos ocupando nuestra mente. ¿Estamos enfocados en las cosas de la carne, que conducen a la muerte, o en las cosas del Espíritu, que nos dan vida y paz? La elección es nuestra, pero la invitación de Dios es clara: pongamos nuestra mente en el Espíritu y experimentemos la plenitud de su vida y paz.
Oración
Padre celestial, gracias por recordarnos que nuestra mente tiene el poder de determinar si vivimos en muerte o en vida, en caos o en paz. Hoy te pedimos que nos ayudes a poner nuestra mente en el Espíritu Santo. Renueva nuestros pensamientos, guíanos con tu verdad y llénanos de tu paz que sobrepasa todo entendimiento. Que cada día vivamos enfocados en ti, experimentando la vida abundante que solo tú puedes dar. En el nombre de Jesús, amén.
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