PAZ Y SANTIDAD: EL CAMINO PARA VER AL SEÑOR

"Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor". Hebreos 12:14 (RVR60)

El versículo de Hebreos 12:14 es una exhortación que abarca dos aspectos esenciales de la vida cristiana: la paz y la santidad. Este llamado no es simplemente un consejo, sino un mandato que tiene implicaciones eternas, ya que relaciona estas virtudes con la posibilidad de ver al Señor. Nos invita a reflexionar profundamente sobre cómo vivimos nuestras relaciones con los demás y cómo caminamos delante de Dios.

Seguid la paz con todos

La primera parte de este versículo nos llama a buscar activamente la paz con todas las personas. Este mandato nos recuerda que la paz no es algo que ocurre automáticamente; requiere esfuerzo, intencionalidad y sacrificio. Vivimos en un mundo donde los conflictos y las diferencias son inevitables, ya sea en la familia, en el trabajo o en la sociedad. Sin embargo, como cristianos, somos llamados a ser pacificadores. Jesús mismo dijo en el Sermón del Monte: "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios" (Mateo 5:9). Esto implica que debemos hacer todo lo posible por resolver conflictos, perdonar a quienes nos han ofendido y buscar la reconciliación, incluso cuando es difícil.

Buscar la paz no significa comprometer la verdad o aprobar lo incorrecto. Más bien, implica actuar con amor, gracia y humildad, siempre reflejando el carácter de Cristo. No es suficiente evitar el conflicto; debemos tomar la iniciativa de promover la paz activamente. Esto puede requerir que dejemos a un lado nuestro orgullo, que mostremos paciencia y que busquemos entender a los demás, incluso cuando no estemos de acuerdo con ellos. Al hacerlo, reflejamos el amor de Dios y damos testimonio de Su obra en nuestras vidas.

"Y la santidad"

La segunda parte del versículo nos llama a buscar la santidad. La santidad implica ser apartados para Dios, viviendo una vida que refleja Su carácter y Su pureza. No se trata solo de evitar el pecado, sino de consagrarnos completamente a Dios, permitiendo que Él transforme cada área de nuestra vida. La santidad es tanto una posición que recibimos por la obra de Cristo como un proceso continuo de ser moldeados a Su imagen por medio del Espíritu Santo.

La santidad también está directamente relacionada con nuestra relación con Dios. Él es santo, y aquellos que desean acercarse a Él deben reflejar Su santidad. Esto no significa que seamos perfectos por nuestras propias fuerzas, sino que vivamos en obediencia, dependiendo de Su gracia para vencer el pecado y crecer en justicia. Este llamado a la santidad nos recuerda que nuestra vida no nos pertenece; hemos sido comprados por precio (1 Corintios 6:20) y llamados a vivir para Su gloria.

"Sin la cual nadie verá al Señor"

Esta frase final añade una nota solemne a la exhortación. Nos dice que tanto la paz como la santidad son esenciales para nuestra relación con Dios y para la vida eterna. Ver al Señor es el anhelo de todo creyente, pero este versículo nos recuerda que no podemos esperar disfrutar de Su presencia si vivimos en conflicto con los demás o si descuidamos la santidad en nuestra vida. La santidad y la paz no son opcionales en la vida cristiana; son evidencias de una fe genuina y de una relación auténtica con Dios.

Este versículo nos desafía a evaluar nuestras vidas a la luz de estas dos verdades. ¿Estamos buscando la paz con todos, incluso con aquellos que nos han herido o que piensan diferente a nosotros? ¿Estamos viviendo en santidad, reflejando el carácter de Dios en nuestras palabras, pensamientos y acciones? Estas preguntas no deben ser tomadas a la ligera, porque el llamado a la paz y la santidad tiene implicaciones eternas.

Aplicación práctica

Para seguir la paz y la santidad, debemos depender del poder de Dios. No podemos lograrlo en nuestras propias fuerzas, pero el Espíritu Santo nos capacita para vivir de acuerdo con Su voluntad. Esto implica pasar tiempo en oración, leer la Palabra de Dios y pedir Su ayuda para perdonar, amar y reflejar Su carácter. También implica arrepentirnos cuando fallamos y confiar en Su gracia para seguir adelante. Cuando buscamos la paz y la santidad, no solo nos acercamos a Dios, sino que también nos convertimos en testigos de Su amor y poder transformador para el mundo que nos rodea.

Oración

Señor, gracias por recordarme la importancia de buscar la paz y la santidad. Ayúdame a vivir en paz con los demás, perdonando y amando como Tú me has amado. Moldéame a Tu imagen y guíame en el camino de la santidad. Quiero vivir una vida que Te honre y que refleje Tu carácter. Enséñame a depender de Tu Espíritu Santo cada día, para que pueda acercarme más a Ti y ser un testigo fiel de Tu amor. Gracias porque en Ti tengo todo lo que necesito para vivir conforme a Tu voluntad. En el nombre de Jesús, amén. 

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