LA PAZ QUE SOLO EL SEÑOR PUEDE DAR

"Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros". 2 Tesalonicenses 3:16 (RVR60)

Este versículo es una bendición llena de profundidad y esperanza. El apóstol Pablo, al escribir a la iglesia en Tesalónica, les deja estas palabras finales como un recordatorio de la paz que solo el Señor puede dar. En un mundo lleno de incertidumbres, conflictos y desafíos, esta declaración nos invita a encontrar nuestra paz no en las circunstancias externas, sino en el Señor mismo.

"El mismo Señor de paz"

Pablo comienza este versículo recordándonos quién es la fuente de la paz: Dios mismo. En las Escrituras, Dios es descrito como el Dios de paz (Romanos 15:33; Hebreos 13:20). Esto significa que la paz no es solo un don que Él nos da, sino que es una parte esencial de Su carácter. Él no solo ofrece paz, Él es la paz. Su presencia trae calma en medio de la tormenta, seguridad en tiempos de incertidumbre y consuelo en medio del dolor.

La paz que proviene de Dios no es como la que el mundo ofrece, que es frágil y depende de las circunstancias. Es una paz profunda y duradera que trasciende todo entendimiento humano (Filipenses 4:7). Es una paz que guarda nuestros corazones y mentes, incluso cuando enfrentamos dificultades o tiempos de espera. Reconocer que Dios es el Señor de paz nos lleva a depender de Él como nuestra única fuente de tranquilidad y estabilidad.

"Os dé siempre paz en toda manera"

La palabra "siempre" enfatiza la continuidad de esta paz. No es algo temporal o condicionado a nuestras emociones o situaciones externas. Pablo declara que esta paz está disponible para nosotros en todo momento y de todas las maneras posibles. Esto incluye la paz espiritual, emocional y relacional. Dios desea que vivamos en Su paz en cada aspecto de nuestra vida: en nuestros pensamientos, en nuestras decisiones, en nuestras relaciones y en nuestras circunstancias.

Sin embargo, es importante destacar que esta paz no significa la ausencia de problemas. Jesús mismo dijo: "En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). La paz de Dios coexiste con las tribulaciones, dándonos fuerza y esperanza en medio de ellas. Es una paz que nos sostiene, nos da claridad y nos permite confiar en Su control soberano, incluso cuando no entendemos lo que sucede.

"El Señor sea con todos vosotros"

Esta es una promesa de Su presencia constante. La presencia del Señor es la clave para experimentar Su paz. Cuando Dios está con nosotros, no hay nada que temer. En el Antiguo Testamento, Dios le dijo a Josué: "No temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas" (Josué 1:9). Esta misma promesa se extiende a nosotros hoy.

La presencia de Dios es una fuente de fortaleza, guía y consuelo. Saber que Él está con nosotros nos permite caminar con confianza, incluso en medio de la incertidumbre. Su presencia nos recuerda que no estamos solos y que Él tiene cuidado de nosotros. Esta bendición final de Pablo es un recordatorio de que la paz de Dios está profundamente conectada con Su presencia activa en nuestras vidas.

Aplicación práctica

1. Buscar a Dios diariamente: La paz de Dios fluye de una relación íntima con Él. A medida que buscamos Su presencia en oración y en Su Palabra, encontramos la paz que necesitamos para enfrentar cada día.

2. Confiar en Su control soberano: Cuando enfrentamos desafíos, debemos recordar que Dios está en control. Su paz nos ayuda a entregar nuestras preocupaciones y confiar en que Él tiene un plan perfecto.

3. Compartir Su paz con otros: Como receptores de la paz de Dios, estamos llamados a ser instrumentos de Su paz en un mundo necesitado. Podemos compartir Su amor, consuelo y esperanza con quienes nos rodean.

4. Permanecer en comunidad: La presencia de Dios también se experimenta a través del cuerpo de Cristo. Al estar en comunión con otros creyentes, podemos apoyarnos mutuamente y recordar las promesas de Dios.

Oración

Señor de paz, gracias porque Tú eres la fuente de la verdadera paz que mi corazón necesita. Te pido que me llenes de Tu paz en todo momento y de todas las maneras, incluso en medio de las dificultades y las incertidumbres de la vida. Ayúdame a confiar en Tu control soberano y a recordar que Tu presencia está siempre conmigo. Que Tu paz gobierne mi corazón y mi mente, y que, a través de mí, otros puedan experimentar también Tu amor y consuelo. En el nombre de Jesús, amén.

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