"No juzguéis, para que no seáis juzgados." — Mateo 7:1 (RVR60)
Introducción
En un mundo donde las opiniones se comparten con facilidad y las críticas abundan, las palabras de Jesús en Mateo 7:1 resuenan con una urgencia atemporal. Este versículo no solo es una advertencia, sino una invitación a examinar nuestro corazón y nuestras actitudes hacia los demás. ¿Por qué nos inclinamos a juzgar? ¿Qué revela esto sobre nuestra propia necesidad de gracia?
1. El Peligro del Juicio Injusto
Jesús comienza este pasaje con un imperativo claro: "No juzguéis". La palabra griega utilizada aquí ("krinete") implica condenar, discriminar o sentenciar. No se refiere a discernir entre lo bueno y lo malo (algo que la Biblia aprueba, como en Juan 7:24), sino a una actitud farisaica de superioridad moral.
Cuando juzgamos duramente a otros, asumimos un rol que solo le pertenece a Dios (Romanos 14:10). Olvidamos que nuestra visión es limitada: no conocemos las luchas, motivos o circunstancias completas de quienes nos rodean.
2. La Paradoja del Juicio Propio
Jesús añade una consecuencia solemne: "para que no seáis juzgados". Esto no solo habla del juicio divino, sino también del humano. La medida que usamos para evaluar a otros será la misma que se aplicará a nosotros (Mateo 7:2).
¿Cuántas veces hemos señalado un error ajeno mientras ignoramos nuestros propios pecados? Jesús ilustra esto más adelante con la imagen de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio (Mateo 7:3-5). La humildad nos recuerda que todos estamos en necesidad de misericordia.
3. El Camino de la Gracia y la Restauración
El llamado de Jesús no es a una tolerancia pasiva del mal, sino a un amor activo que busca restaurar (Gálatas 6:1). En lugar de condenar, somos llamados a:
Mirarnos primero a nosotros mismos (autoevaluación sincera).
Orar por quienes fallan (1 Timoteo 2:1).
Extender la misma gracia que hemos recibido (Efesios 4:32).
Conclusión: Vivir como Hijos de Misericordia
Mateo 7:1 es un recordatorio de que el evangelio transforma nuestros corazones de jueces en intercesores. La próxima vez que sintamos la tentación de juzgar, preguntémonos: "¿Cómo respondería Jesús?" Él, siendo sin pecado, no vino a condenar, sino a salvar (Juan 3:17).
Oración Final
Señor Jesús, hoy reconozco que muchas veces he fallado al juzgar a otros con dureza. Perdóname por olvidar tu misericordia hacia mí. Ayúdame a ver a los demás con tus ojos de amor, a extender gracia en lugar de condena, y a recordar que solo tú eres el Juez justo. Enséñame a vivir en humildad, corrigiendo con amor y caminando en tu ejemplo. Amén.
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