LA BENDICIÓN ASCENDENTE DE JESÚS

 (Lucas 24:50-51 RVR60):
"Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo."

Introducción: Un Momento de Transición Eterna
El final del Evangelio de Lucas registra una de las escenas más conmovedoras y llenas de significado en la vida de Jesús: Su ascensión al cielo. Estos versículos no solo marcan la conclusión de Su ministerio terrenal, sino que también abren la puerta a una nueva era para Sus discípulos y para todos los creyentes. Jesús, antes de partir, no lo hace en silencio ni con tristeza, sino con una acción poderosa: los bendice.

1. Jesús los Sacó Hasta Betania: Un Lugar de Significado
Betania no era un lugar escogido al azar. Era el hogar de Lázaro, Marta y María (Juan 11), un sitio de amistad, intimidad y milagros. Allí, Jesús había demostrado Su poder sobre la muerte. Al llevar a Sus discípulos allí, les recordaba que Él era el mismo ayer, hoy y siempre (Hebreos 13:8).

Reflexión: ¿Hay un "Betania" en tu vida? Un lugar donde Dios ha obrado milagros, donde has experimentado Su presencia. Jesús nos guía a recordar Sus obras pasadas para fortalecer nuestra fe en el presente.

2. Alzando Sus Manos, los Bendijo
La imagen de Jesús alzando Sus manos para bendecir es profundamente simbólica:

Sus manos, que sanaron enfermos, multiplicaron panes y fueron clavadas en la cruz, ahora se levantan en autoridad y amor.

La bendición no era genérica; era personal, dirigida a cada uno de ellos (y por extensión, a nosotros).

En la cultura judía, la bendición sacerdotal (Números 6:24-26) era un acto sagrado. Jesús, como nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14), nos bendice con paz, gracia y protección.

Reflexión: Aun en momentos de despedida o transición, Dios no nos deja sin Su bendición. ¿Has sentido Su mano extendida sobre tu vida en medio del cambio?

3. Mientras los Bendecía, Ascendió al Cielo
Jesús no dejó de bendecir hasta el último instante. Su partida no fue abrupta, sino gradual, permitiendo que los discípulos atesoraran cada momento. Su ascensión no fue una derrota, sino una coronación (Filipenses 2:9-11), y también una promesa: "Voy a preparar lugar para vosotros" (Juan 14:2-3).

Reflexión: La vida cristiana está llena de "ascensiones": cosas que no entendemos, situaciones donde Dios parece distante. Pero, como a los discípulos, nos deja con una bendición y la certeza de que volverá (Hechos 1:11).

4. El Legado de la Bendición Ascendente
La bendición de Jesús no terminó cuando desapareció de su vista. Esa misma bendición:

Los fortaleció para esperar el Pentecostés (Hechos 2).

Los impulsó a predicar el Evangelio con poder.

Es la misma que hoy nos sostiene (Mateo 28:20).

Reflexión: ¿Vives consciente de la bendición de Jesús sobre ti? Su Palabra, Su Espíritu y Su promesa de regreso son evidencias de que Su mano aún está sobre Su pueblo.

Conclusión: Esperando con Esperanza
Los discípulos regresaron a Jerusalén con gozo (Lucas 24:52), no porque Jesús se hubiera ido, sino porque entendieron que Su bendición y presencia continuarían de otra manera. Hoy, nosotros también caminamos bajo Su bendición, hacia el día en que lo veamos cara a cara.

Oración
Señor Jesús, gracias porque no te fuiste sin antes bendecirnos. Mientras contemplamos Tu ascensión, recordamos que Tu amor y Tu autoridad permanecen sobre nosotros. Ayúdanos a vivir en la certeza de que un día volverás, y hasta entonces, que Tu bendición nos guíe, nos guarde y nos llene de Tu paz. En los momentos de duda, recuérdanos que Tus manos aún están extendidas sobre Tu iglesia. Gracias porque, aunque no Te vemos, Tu presencia nos rodea. En Tu nombre oramos, Amén.

Que la bendición ascendente de Jesús llene tu vida de propósito y esperanza hoy y siempre.

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