EL ESPÍRITU DE ADOPCIÓN: DE ESCLAVOS A HIJOS DE DIOS

"Porque no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!" (Romanos 8:15, RVR60).

Introducción:
El apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, nos revela una de las verdades más transformadoras del evangelio: nuestra identidad en Cristo. Este versículo contrasta dos realidades espirituales: la esclavitud del pecado y la libertad de ser hijos de Dios. A través de la obra redentora de Jesús, hemos sido trasladados de un estado de temor y condenación a una relación íntima con nuestro Padre celestial.

1. El Espíritu de Esclavitud y Temor
Antes de conocer a Cristo, vivíamos bajo el yugo del pecado, que nos llevaba a experimentar temor: temor al castigo, a la muerte y a la separación de Dios. La Ley, aunque santa, nos mostraba nuestra incapacidad para cumplirla, dejándonos en un ciclo de culpa y desesperanza (Romanos 7:24).

El "espíritu de esclavitud" simboliza la vida bajo la condenación, donde nuestras obras nunca eran suficientes. Pero gracias a Dios, Él no nos dejó en esa condición. Jesús vino para romper esas cadenas y darnos libertad (Juan 8:36).

2. El Espíritu de Adopción
En contraste, el "espíritu de adopción" es un regalo de la gracia. No somos siervos, sino hijos amados (Gálatas 4:7). La adopción en el contexto romano era un acto legal irrevocable: un hijo adoptado tenía los mismos derechos que un hijo natural. Así, Dios nos ha hecho sus herederos (Romanos 8:17).

La palabra Abba es un término arameo que refleja intimidad y confianza, como un niño que dice "papá". No nos acercamos a un Dios distante, sino a un Padre amoroso que nos abraza en nuestra debilidad.

3. Clamando ¡Abba, Padre!
Este clamor no es por ritual religioso, sino por relación. El Espíritu Santo en nosotros nos guía a una comunión constante con Dios. Incluso en pruebas, podemos descansar en Su paternidad (Hebreos 4:16).

Aplicación Práctica:
Vive como hijo, no como esclavo: Rechaza la mentira de que Dios está enojado contigo. Su amor es perfecto (1 Juan 3:1).

Apropiate de tu herencia: Ora con confianza, sabiendo que tienes acceso a Su trono.

Refleja a tu Padre: Un hijo se parece a su padre. Deja que el Espíritu moldee tu carácter a imagen de Cristo.

Conclusión:
Romanos 8:15 es un recordatorio poderoso de quiénes somos en Cristo. Ya no vivimos bajo el temor del antiguo sistema, sino en la libertad gloriosa de ser hijos de Dios. Cada vez que decimos Abba, Padre, declaramos nuestra identidad y Su fidelidad.

Oración
Abba, Padre, gracias por adoptarme en Tu familia. Rechazo todo espíritu de temor y esclavitud, y me aferro a la verdad de que soy Tu hijo/a amado/a. Enséñame a caminar cada día en la seguridad de Tu amor, confiando en que Tu Espíritu me guía. Que mi vida refleje Tu gracia y glorifique Tu nombre. En Jesús, amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aclaración

Este Blog no tiene fines de lucro, ni propósitos comerciales, el único interés es compartir los gustos y las preferencias de su autor, con personas afines. Julio Carreto. Predicador