LA SOBERANÍA DE DIOS

En el versículo Romanos 14:11, encontramos la poderosa declaración: "Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor, ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios". 

Este versículo nos invita a reflexionar sobre la soberanía de Dios y el reconocimiento universal de su autoridad. 

La carta a los Romanos, escrita por el apóstol Pablo, es una de las epístolas más profundas y teológicamente ricas del Nuevo Testamento. En ella, Pablo aborda una variedad de temas, incluyendo la justificación por la fe, la ley y la gracia, la vida en el Espíritu, y la relación entre los judíos y los gentiles en la iglesia primitiva. El capítulo 14 se centra en las disputas entre los creyentes en relación con las diferencias de opiniones y prácticas en asuntos no esenciales de la fe.
En el versículo 11, Pablo cita una profecía del Antiguo Testamento, específicamente Isaías 45:23, para subrayar la universalidad de la soberanía de Dios. Esta declaración resuena con un tono de certeza y autoridad, afirmando que llegará un momento en el que toda rodilla se doble y toda lengua confiese a Dios. Esta imagen evoca una escena de reverencia y sumisión universal ante el Señor.

A primera vista, este versículo puede parecer intimidante o incluso amenazante, especialmente para aquellos que no están familiarizados con el contexto bíblico o que tienen una comprensión limitada de la naturaleza de Dios. Sin embargo, al profundizar en su significado, descubrimos que esta declaración es, en última instancia, una manifestación del amor y la gracia de Dios.

La idea de que "ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios" nos recuerda que, en última instancia, Dios restaurará su autoridad y justicia en todo el universo. Esta es una promesa de esperanza y redención, no solo para los creyentes, sino para toda la creación. La soberanía de Dios no es un concepto abstracto, sino una realidad que tiene implicaciones profundas en nuestras vidas cotidianas.

Para comprender plenamente el significado de esta afirmación, es importante considerar su contexto dentro de la narrativa más amplia de la Biblia. Desde el principio, la Escritura nos presenta a un Dios soberano y amoroso que creó el mundo y todo lo que hay en él. A lo largo de la historia humana, vemos cómo Dios ha estado trabajando para restaurar la relación rota entre la humanidad y él mismo.

La confesión y la sumisión ante Dios no solo son actos de reconocimiento de su autoridad, sino también expresiones de adoración y gratitud por su amor y gracia inmerecidos. En el Nuevo Testamento, encontramos que la confesión de Jesucristo como Señor es fundamental para la salvación y la vida cristiana. En Filipenses 2:10-11, se nos dice que "en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre".

Esta conexión entre la confesión de Jesucristo como Señor y la exaltación de Dios Padre resalta la centralidad de Cristo en la revelación de la soberanía divina. En Jesucristo, vemos la plenitud del amor y la justicia de Dios manifestados de una manera tangible y accesible para la humanidad. Su vida, muerte y resurrección son el fundamento de nuestra fe y la base sobre la cual podemos acercarnos a Dios con confianza y esperanza.

Al reflexionar sobre Romanos 14:11, también debemos considerar su aplicación práctica en nuestras vidas diarias. Reconocer la soberanía de Dios implica someternos a su voluntad y buscar su dirección en todas las áreas de nuestra vida. 

Oración 

Dios misericordioso y soberano, ante ti nos inclinamos con humildad y reverencia, reconociendo tu autoridad sobre todas las cosas. Que nuestras vidas reflejen la confesión de que tú eres el Señor, y que nuestras acciones y palabras sean una manifestación de tu amor y gracia en el mundo. Amén.

LA CREACIÓN COMO TESTIMONIO DEL PODER DE DIOS

"Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa". Romanos 1:20.

En el ajetreo y el bullicio de la vida, a menudo podemos perdernos en las trivialidades cotidianas y olvidar la grandeza de Dios. Sin embargo, el versículo de hoy nos recuerda que Dios se revela claramente a través de su creación, invitándonos a maravillarnos con su poder y gloria.

La Creación como Testimonio del Poder de Dios

La creación es una vasta y compleja sinfonía de maravillas. Desde las imponentes montañas hasta los diminutos microorganismos, cada aspecto del mundo natural proclama el poder de Dios. Los cielos estrellados, con sus incontables galaxias, hablan de la inmensidad y la majestad de su Creador. Los océanos embravecidos y las tormentas rugientes demuestran su poderío y control sobre las fuerzas de la naturaleza.

La Creación como Revelación de la Naturaleza Divina de Dios

Además de su poder, la creación también revela la naturaleza divina de Dios. La intrincada belleza de una flor, la gracia de un ciervo saltando y la tierna compasión de una madre por su hijo, todas estas cosas apuntan a las cualidades de amor, bondad y misericordia de Dios. La creación es un reflejo de la imagen de Dios, invitándonos a conocer su carácter y a experimentar su presencia en nuestras vidas.

La Creación como Prueba de la Responsabilidad Humana

El versículo de hoy concluye afirmando que "nadie tiene excusa". La creación es un testimonio tan claro del poder y la naturaleza de Dios que todos somos responsables de reconocerlo y responderle. No podemos afirmar ignorancia o negar su existencia. La creación nos desafía a buscar a Dios, a adorarlo y a vivir nuestras vidas en armonía con su voluntad.

¿Cómo podemos aplicar este versículo a nuestras propias vidas? Aquí hay algunas sugerencias:

Tómate tiempo para observar la creación: Sal a la naturaleza y contempla su belleza y complejidad. Permite que la creación te inspire asombro y gratitud por el poder y la gloria de Dios.

Busca a Dios en la creación: Cuando veas algo hermoso o asombroso en el mundo natural, tómalo como una oportunidad para conectarte con Dios. Reconoce su presencia y adóralo por su grandeza.

Vive en armonía con la creación: Comprende que la creación es un regalo de Dios y trátalo con respeto. Protege el medio ambiente y vive de una manera que honre a Dios y a su creación.

Oración

Padre celestial,

Te damos gracias por la asombrosa creación que nos has dado. A través de su belleza y complejidad, nos revelas tu poder y tu naturaleza divina. Ayúdanos a ver tu presencia en todas las cosas y a maravillarnos con tu grandeza.

Perdónanos por las veces que hemos ignorado tu creación o no hemos apreciado su belleza. Ayúdanos a ser buenos administradores de tu mundo y a vivir en armonía con tu voluntad.

En el nombre de Jesús, amén.

JESÚS ES UNO CON DIOS

Juan 10:28-30:  "Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar. El Padre y yo somos uno."

Este pasaje de la Biblia, es una poderosa afirmación de la seguridad y la eternidad de nuestra salvación en Cristo. Jesús nos asegura que, una vez que somos suyos, nada ni nadie puede arrebatarnos de su mano. Esta es una promesa de seguridad eterna, una garantía de que nuestra salvación es segura en Él.

La vida eterna es un regalo que Jesús da a aquellos que creen en Él. No es algo que podamos ganar o merecer, sino un regalo de gracia. Y una vez que lo recibimos, es nuestro para siempre. Jesús dice que nunca pereceremos, lo que significa que una vez que tenemos vida eterna, nunca la perderemos. Esta es una promesa de eternidad, una garantía de que nuestra vida en Cristo es eterna.

Además, Jesús dice que nadie puede arrebatarnos de la mano de Dios. Esto significa que nada ni nadie puede separarnos de Dios. Ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los demonios, ni el presente, ni el futuro, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa en toda la creación, podrá separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús nuestro Señor (Romanos 8:38-39). Esta es una promesa de seguridad, una garantía de que estamos seguros en las manos de Dios.

Finalmente, Jesús afirma que Él y el Padre son uno. Esto significa que Jesús es igual a Dios en esencia y naturaleza. Él es completamente Dios y completamente humano. Y porque Jesús es uno con Dios, podemos estar seguros de que sus promesas son verdaderas y seguras. Si Jesús dice que tenemos vida eterna y que nadie puede arrebatarnos de la mano de Dios, podemos estar seguros de que es verdad.

Por lo tanto, este pasaje nos da una gran seguridad y consuelo. Podemos estar seguros de nuestra salvación, sabiendo que es eterna y segura. Podemos descansar en las promesas de Jesús, sabiendo que son verdaderas y seguras. Y podemos vivir con la confianza de que nada ni nadie puede separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús.

Oración

Querido Dios, gracias por la promesa de vida eterna en Jesús. Gracias por la seguridad de nuestra salvación, sabiendo que nada ni nadie puede arrebatarnos de tu mano. Ayúdanos a descansar en tus promesas y a vivir con la confianza de que estamos seguros en ti. En el nombre de Jesús, amén.

LA VICTORIA SOBRE LA MUERTE

El versículo 1 Corintios 15:55-57 dice: "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde está, oh sepulcro, tu victoria? El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Pero gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo".

La Victoria sobre la Muerte

En el capítulo 15 de la primera carta a los Corintios, el apóstol Pablo escribe acerca de la resurrección de los muertos, un tema de gran importancia en la fe cristiana. En estos versículos específicos, Pablo proclama la victoria sobre la muerte a través de Jesucristo, y nos invita a reflexionar sobre el significado profundo de esta verdad para nuestras vidas. A lo largo de este devocional, exploraremos la poderosa esperanza que encontramos en la victoria de Cristo sobre la muerte y cómo esta verdad transforma nuestra perspectiva en medio de los desafíos y tribulaciones de la vida.

La Pregunta Crucial: ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?

El primer versículo plantea una pregunta impactante: "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde está, oh sepulcro, tu victoria?" En la cultura antigua, el aguijón se asociaba con el veneno que una serpiente inyectaba al morder, causando dolor, sufrimiento y muerte. Pablo está desafiando a la muerte misma, preguntando dónde está su poder para infligir temor y desesperanza en aquellos que creen en Cristo. Esta pregunta nos invita a reflexionar sobre cómo la muerte, en todas sus formas, ha perdido su aguijón venenoso a través del sacrificio redentor de Jesucristo en la cruz. La muerte ya no tiene la última palabra, y la tumba ya no tiene poder sobre aquellos que están unidos a Cristo.

El Aguijón de la Muerte

Pablo continúa explicando que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley. Aquí, nos recuerda la conexión íntima entre el pecado, la ley y la muerte. El pecado separa a la humanidad de Dios y trae consigo la consecuencia inevitable de la muerte. La ley revela la naturaleza pecaminosa de la humanidad y su necesidad desesperada de redención. Sin embargo, en medio de esta realidad sombría, Pablo nos lleva a un punto crucial: la victoria sobre el pecado y la muerte no se logra a través de nuestros propios esfuerzos, sino por la gracia de Dios manifestada en Jesucristo.

Gracias a Dios por la Victoria

En el versículo 57, Pablo proclama con gratitud: "Pero gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo". Aquí encontramos la fuente última de nuestra esperanza y confianza: Dios mismo. La victoria sobre la muerte no es un logro humano, sino un regalo divino. A través de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, Dios ha vencido para siempre el poder del pecado y la muerte, ofreciéndonos la seguridad de la vida eterna en comunión con Él.

Conclusión: Nuestra Esperanza en Cristo

En conclusión, el pasaje de 1 Corintios 15:55-57 nos invita a celebrar la victoria definitiva de Cristo sobre la muerte. Esta verdad transformadora tiene el poder de infundir esperanza y fortaleza en medio de las pruebas y tribulaciones de la vida. Nos recuerda que nuestra fe se basa en un fundamento sólido: la resurrección de Jesucristo. Cuando enfrentamos el dolor, la pérdida, la enfermedad o cualquier otra forma de sufrimiento, podemos aferrarnos a la esperanza inquebrantable que encontramos en la victoria de Cristo.

Que esta verdad penetre profundamente en nuestros corazones y nos llene de gratitud y confianza en el amor redentor de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oración

Amado Dios, te agradecemos por la victoria que nos has dado a través de tu Hijo Jesucristo. En momentos de debilidad y temor, ayúdanos a aferrarnos a la esperanza de la resurrección y la vida eterna que tenemos en Él. Que tu Espíritu Santo fortalezca nuestra fe y nos recuerde que, en medio de las pruebas, somos más que vencedores gracias a tu amor inagotable. Que podamos vivir cada día con la confianza y la alegría que provienen de saber que la muerte ha sido vencida, y que en Cristo encontramos la verdadera victoria. En el nombre de Jesús oramos, amén.

LA RESURRECCIÓN DE CRISTO Y SU IMPACTO EN NOSOTROS

“Lo cierto es que Cristo ha sido levantado de entre los muertos, como primicias de los que murieron. De hecho, ya que la muerte vino por medio de un hombre, también por medio de un hombre viene la resurrección de los muertos. Así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos volverán a vivir”. 1 Corintios 15:20-22.

El pasaje de 1 Corintios 15:20-22 nos brinda una perspectiva profunda sobre la resurrección de Cristo y su impacto en la humanidad. Es un tema fundamental en la fe cristiana y ofrece consuelo, esperanza y una base sólida para nuestra fe. Este devocional explorará este pasaje bíblico con el objetivo de comprender su significado, aplicarlo a nuestras vidas y terminar con una oración dedicada a Dios en relación con este versículo.

Este pasaje es fundamental para la fe cristiana, ya que establece la resurrección de Cristo como un evento central que tiene un impacto inmenso en la humanidad. Pablo comienza afirmando que Cristo ha resucitado de entre los muertos, presentándolo como las primicias de los que durmieron. Por medio de su resurrección, Cristo se convierte en el pionero de una nueva era, la era de la vida eterna y la redención.

Pablo continúa explicando que al igual que la muerte entró en el mundo a través de un hombre, Adán, la resurrección de los muertos también viene por medio de un hombre, Jesucristo. Este paralelo entre Adán y Cristo es crucial, ya que subraya la idea de que en Adán todos mueren, es decir, la humanidad hereda la naturaleza pecaminosa y la consecuencia de la muerte física a causa del pecado original. Sin embargo, en Cristo todos son vivificados, lo que significa que a través de su resurrección, se ofrece la esperanza de vida eterna y la restauración de la comunión con Dios.

Aplicación Práctica

La resurrección de Cristo no es simplemente un evento histórico, es un evento que tiene un impacto directo en nuestras vidas. La realidad de la resurrección nos ofrece consuelo en medio del dolor y la pérdida, esperanza en tiempos de desesperanza y nos recuerda que nuestra fe no es en vano. Como creyentes, la resurrección de Cristo nos da la certeza de que nuestra fe no se fundamenta en meras palabras o enseñanzas, sino en un evento real que transforma nuestras vidas.

En 1 Corintios 15:22, Pablo afirma que "en Cristo todos serán vivificados". Esta declaración es un recordatorio poderoso de que nuestra vida, tanto en el presente como en la eternidad, encuentra su verdadero significado y propósito en la obra redentora de Cristo. La resurrección significa que no estamos condenados a una existencia marcada por el pecado y la muerte, sino que somos llamados a una vida restaurada y transformada en comunión con Dios.

La resurrección de Cristo también nos desafía a vivir de manera coherente con esta realidad. Significa que debemos vivir en la esperanza de la resurrección, sabiendo que nuestra labor en el Señor no es en vano (1 Corintios 15:58). Nos insta a vivir vidas que reflejen la realidad de la resurrección, vidas marcadas por el amor, la gracia, la misericordia y la esperanza que se encuentran en Cristo.

Oración

Amado Dios, en este día nos postramos ante ti con gratitud en nuestros corazones. Te agradecemos por el regalo incomparable de la resurrección de tu Hijo, Jesucristo. En medio de las vicisitudes de la vida, recordamos que su resurrección es la fuente de nuestra esperanza y consuelo. Que podamos vivir cada día con la certeza de que en Cristo todos serán vivificados, y que esta verdad transforme nuestras vidas y nos llene de una profunda gratitud y adoración hacia ti. En el nombre de Jesús oramos, Amén.

SOBRE LA AUTORIDAD

El versículo de Romanos 13:6-7 dice: "Por esta misma razón, también ustedes pagan impuestos. Los gobernantes están al servicio de Dios, y las autoridades las que existen han sido puestas por él. De manera que quien se opone a la autoridad se opone al orden que Dios ha dispuesto, y los que así proceden acarrean condenación sobre sí mismos".

El pasaje de Romanos 13:6-7 nos invita a reflexionar sobre la autoridad y el orden establecido por Dios en el mundo. En un contexto actual donde la política y la gobernanza son temas de discusión y debate, este pasaje nos recuerda que las autoridades que están sobre nosotros han sido puestas por Dios mismo. Aceptar y respetar la autoridad es una forma de honrar a Dios y de vivir en armonía con Su orden.

En ocasiones, puede resultar desafiante someterse a la autoridad, especialmente cuando no estamos de acuerdo con las decisiones o políticas que se implementan. Sin embargo, la Palabra de Dios nos insta a reconocer que, en última instancia, las autoridades gubernamentales y civiles están al servicio de Dios, y que Él las ha establecido para mantener el orden y la justicia en el mundo.

Al reflexionar sobre este pasaje, es importante recordar que nuestra obediencia a la autoridad terrenal es un reflejo de nuestra obediencia a Dios. Al someternos a las leyes y regulaciones, estamos demostrando nuestra confianza en el plan divino y en el propósito que Él tiene para cada aspecto de nuestras vidas, incluyendo nuestra interacción con la autoridad establecida.

En lugar de resistir o desafiar continuamente a la autoridad, podemos buscar maneras de ser luz y influencia positiva en nuestro entorno, incluso a través de las estructuras de gobierno. Orar por aquellos que están en posiciones de autoridad, participar en el proceso democrático de manera responsable y respetuosa, y abogar por la justicia y el bien común son formas prácticas en las que podemos vivir de acuerdo con el mandato bíblico de respetar y someternos a la autoridad establecida.

Oración

Dios de toda autoridad y soberanía, te damos gracias por tu plan perfecto y por el orden que has establecido en el mundo. Reconocemos que todas las autoridades que están sobre nosotros han sido puestas por Ti, y te pedimos sabiduría y discernimiento para vivir en armonía con tu voluntad.

Padre, en momentos en que la autoridad terrenal nos resulta difícil de comprender o aceptar, te pedimos que nos fortalezcas y nos guíes. Ayúdanos a ver más allá de nuestras diferencias y a reconocer tu mano soberana en cada aspecto de nuestras vidas. Permítenos ser portadores de tu amor y paz en medio de cualquier desafío que enfrentemos con respecto a la autoridad.

Te pedimos por aquellos que ocupan cargos de liderazgo y autoridad en nuestra nación y en el mundo entero. Concedeles sabiduría para tomar decisiones justas, compasión para con los necesitados, y valor para defender la verdad y la justicia. Que sus corazones sean sensibles a tu voz, y que busquen siempre el bienestar de aquellos a quienes sirven.

Ayúdanos, Señor, a ser ciudadanos responsables y comprometidos con el bienestar de nuestra sociedad. Permítenos ser luces en medio de la oscuridad, promoviendo la paz, la unidad y la justicia en todo lo que hacemos. Concédenos la gracia de vivir en obediencia a tu Palabra, honrando y respetando la autoridad establecida a nuestro alrededor.

En el nombre de Jesús oramos, amén.

Aclaración

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