El pastor Soárez charlaba con Cristo en su iglesia.
-Me sucede, Señor -le dijo, pensativo-, que conforme tengo más años siento que me voy volviendo más bueno; más amoroso; más comprensivo y tolerante; menos severo y riguroso; más dado a la indulgencia y al perdón; con un mayor sentido de la misericordia.
En los labios de Dios apareció una sonrisa.
-Ay, Soárez -le contestó a su amigo-. ¿Cómo crees entonces que me sentiré Yo, que tengo todos los años del mundo, y muchos más?
Armando Fuentes Aguirre